Cons4You

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«Tiene pesadillas. Tiene miedos. Ve cosas u oye cosas, o se limita a sentir cosas. Supongo que aquí todo el mundo está acostumbrado a los ruidos surgidos del nerviosismo»
—John Katzenbach. (La historia del Loco)

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Sueños

Primera Parte

Las Pesadillas de una Niña

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Cons4You

Esa noche Lucy subió hasta el tejado de la casa, ya que sentir el viento en su cabello le agradaba, y la luz de la luna le brindaba inspiración para sus poemas.

Era otoño, los árboles se quedaban sin hojas gracias a la brisa fresca, el cielo estaba nublado, anunciando que el invierno llegaría pronto. Le gustaba el frío. La nieve que caía por la ciudad le daba tranquilidad y le fascinaba caminar en ella, como si caminara entre nubes, frías nubes que eran el hogar de los difuntos. Aunque el otoño no era su estación preferida, también tenía cosas buenas que le agradaban. Algo bueno del otoño era Halloween, algo bueno del Halloween eran las golosinas, y algo bueno de las golosinas era compartirlas con Lincoln.

Solían compartir muchas cosas en familia, sin embargo, después del Halloween ellos guardaban celosamente buena parte de sus dulces, luego subían ahí mismo para devorarlos a solas. Platicando, viéndose a los ojos, sintiendo el agradable tacto de su mano con la del otro. Encariñarse tanto con Lincoln volvió su relación algo complicada, difícil de explicar algunas veces —aunque no tuviera que darle explicaciones a nadie— solo tenía celos de Lynn cuando lo sacaba a jugar o ayudarle en sus prácticas, o cuando eran Lana y Lola quienes lo buscaban para conversar sobre cierta inquietud propias de las hermanas menores, o simplemente jugar un poco rudo. Celos y nada más.

—Hola, Lucy —saludó Lincoln.

El chico subió al tejado trepando desde la chimenea, al igual que ella; no les fue muy difícil, pues Lana había hecho unos escalones para poder salir al tejado, como una salida de emergencia. Dado que la chimenea muy pocas veces su usaba para su propósito, estaba limpia casi todo el año hasta llegar el frío. Lucy cerró su cuaderno y esperó que Lincoln se pusiera cómodo sentándose junto a ella; una vez que ambos quedaron viendo el horizonte, ella hizo lo propio y lo tomó de la mano. El fugaz pensamiento de que Lincoln no considerara ese gesto tan agradable como lo consideraba ella pasó por la mente de Lucy, aunque rápidamente pensó en otra cosa. Una más agradable.

—Buenas noches, Lincoln —saludó al cabo de unos segundos.

—Son las tres de la madrugada.

—Suspiro.

Había perdido la noción del tiempo... otra vez. Lincoln sonrió con aquella expresión.

—No es intencional, aunque estamos a buena hora —dijo Lucy sentándose sobre sus rodillas—, si esperamos un poco más, la hora de los difuntos llegará ¿Te gustaría acompañarme? Puede que veamos algo interesante, tal vez una niña fantasmal a la que le parezcas guapo.

—Estaría muy halagado, pero Lucy, ella sería un fantasma, yo estoy vivo. Jamás funcionaría.

Lucy sonrió con aquel chiste, Lincoln también, por el simple hecho de verla sonreír. Durante los años pasados se volvieron muy unidos, todos lo notaron extraño, como los crecientes —aunque muy bien disimulados— celos que Lynn tenía. Sin embargo, todo se volvió normal conforme pasaban los meses, ahora ya nadie veía extraño que anduvieran por ahí contándose secretos, pasando el tiempo juntos y riendo muchas veces. Lucy tenía muy bien guardado lo mucho que le gustaba aquella complicidad, al igual que Lincoln no mirara raro los temas que le fascinaban.

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