◟⁵⁰◝

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Ye Rin continuó tratando de calmar a su hermana, la cual nuevamente se había dejado caer de rodillas al piso.

—Mi pobre hija —se lamentó la señora Jung, envolviéndose a sí misma con sus brazos.

—¿"Mi pobre hija"? —cuestionó Eun Bi, dirigiendo su mirada a la mujer, dejando escapar su odio hacia ellos, ese escondido en el rincón más oculto de su ser—. ¡Todo lo que le pasó a Eun Ha fue su culpa!

—Eun Bi —la regañó su hermana mayor, cosa que, por supuesto, Eun Bi ignoró, poniéndose lentamente de pie.

—Eun Ha se lastimaba a sí misma por ustedes, ¡porque ustedes la hicieron sentir siempre una basura! —la menor alzó su voz, dejando a los Jung sin respuestas posibles—. Eun Ha es la persona más hermosa que existe sobre la Tierra, ustedes son los monstruos.

Las tres personas restantes se mantuvieron en silencio, especialmente los mayores, quienes mantuvieron su mirada en el suelo.

( . . . )

Eun Bi caminó lenta y pacientemente dentro de la impecable habitación, para seguido acercarse a la cama posicionada del otro lado de ésta, con su mirada fija en la chica de cabello corto, la cual se veía más pálida que nunca.

Se sentó con cuidado a su lado, siéndole imposible evitar que sus lágrimas comenzaran a hacer un recorrido desde sus ojos, pasando por sus mejillas, y terminando en las mantas blancas de la cama de hospital.

Dirigió su mano al rostro de Eun Ha, para, con su dedo pulgar y la mayor suavidad y delicadeza, acariciar sus labios, y posteriormente quitar los mechones de cabello que estorbaban sobre sus ojos, los cuales comenzaron lentamente a abrirse.

Sus miradas inmediatamente chocaron, y Eun Bi mantuvo una mano en su mejilla, para acariciarla delicadamente, dedicándole a Eun Ha una pequeña y triste sonrisa.

—Hola, linda —dijo, en un suave tono de voz.

Por su parte, de la boca de Eun Ha solo lograron salir balbuceos, imposibles de traducir a palabras.

Esto impulsó aún más el llanto de la menor, borrando su costosa sonrisa, y desvió su mirada al piso; no podía verla en ese estado.

—Lo siento tanto —se disculpó, en un tono casi inaudible—. Provoqué que explotaras, y... que tomaras esa decisión.

Sintió la fría mano de la mayor sobre la suya, la cual se mantenía sobre su mejilla, mientras aún luchaba por comunicarse con ella; sin embargo, todo lo que podía emitir eran más balbuceos.

( . . . )

Pasaron dos semanas, hasta que Eun Ha finalmente pudo ver la luz del sol de otra manera que no fuese a través de las ventanas del hospital.

Sin embargo, volver a su casa tampoco era algo que le provocaba emoción, pues los oscuros recuerdos volvían a su mente.

Una vez su padre la subió por las escaleras, y volvió a colocarla en su silla de ruedas, Eun Bi la llevó a su cuarto, el cual para nada se encontraba como ella lo esperaba.

La habitación estaba impecable, la ventana estaba completamente abierta, dejando que la luz del sol la iluminara, y todos los muebles habían sido cambiados de lugar.

Sobre la cama, incluso, había un ramo de flores, y varios peluches.

—Pensé que te gustaría un cambio en tu habitación —habló la menor, dedicándole una sonrisa, mientras empujaba la silla de ruedas hasta llegar junto a la gran ventana.

Allí, se inclinó frente a ella, y tomó sus manos.

—¿Te gusta? —preguntó, recibiendo un leve movimiento de cabeza positivo por parte de la mayor.

Dejó un suave beso en su frente, y se acercó a la cama, para tomar los peluches y el ramo de flores.

—Los peluches son míos, pero supuse que te harían compañía en caso de que no esté —explicó Eun Bi, dejando los objetos en sus piernas, y hecho esto, se arrodilló frente a ella, para tomar nuevamente sus manos—. Te prometo que no me iré de tu lado, jamás. Aquí estaré siempre para cuidarte.

❝ nosey ❞ 2eunbi g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora