▌│█║▌║▌║ Lᴏs ᴘᴇᴏʀᴇs sᴇᴄʀᴇᴛᴏs sᴏɴ ᴀǫᴜᴇʟʟᴏs ǫᴜᴇ ᴅᴇsᴄᴏɴᴏᴄᴇs ᴅᴇ ᴛɪ ᴍɪsᴍᴏ.║▌║▌║█│▌
Una joya puede ser peligrosa en las manos equivocadas, aun así, siempre sera el mejor accesorio en el cuello de una mujer, y (T/n) estaba a punto de descubrir ese pequeño...
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SIMPLE-MINDED
Miedo, esa era la palabra perfecta para describir a Lois Lane, pero también a Damian Wayne.
El cabello zanahoria se esparcía en el sucio suelo, y no precisamente sucio de polvo, y si te acercaba a ella podría ver que esparcidos en sus anaranjados cabellos eran decorados por pintas de color rojo.
La sangre era un adorno para Lois lane, porque estaba esparcida por todo su cuerpo, aquel cuerpo que no dejaba de tiritear por el frío, aunque en mayor parte era por aquellos ojos.
Lois lane estaba aterrada, horroriza, por aquellos diamantes verdosos, agonizando en un respiración errática con solo mirar al joven enmascarado.
Todos sabían que Damian wayne podía expresar intensamente sus sentimientos a través de sus ojos, pero estaba vez eso era el abismo, la perdición, para Lane.
Aquellos ojos no eran más que un diamante rígido, gélido y demoniaco. La verdura brillante, como si de un pasto verde en verano se tratara había desaparecido lentamente dejando solo a su paso el verde más oscuro.
Lois lane podría ver a través de los ojos del pelinegro su destino, su destino estaba pintado de rojo, aquel rojo que ya estaba recorriendo gran parte de su piel, sangre, la muerte.
La muerte en su más crudo esplendor, toturosa, lenta, agonizante, terrorífica.
Pero Damian Wayne no tenía la culpa, Lois lane jamas debio haberse metido con lo que más le importaba, y eso era aquella pelinegra que luchaba en el limbo, por culpa de ella.
Lois lane jamas pudo estar tan arrepentida de algo como lo estaba ahora, no tenía remordimiento si aquella joven moría, pero se arrepentida de meterse con Damian Wayne, se arrepentida tanto de que ahora moriría de aquella forma.
Pero aunque los ojos del pequeño Wayne fueran una furia tan gélida y letal, el tenia miedo.
Solo quería que ella despertara, solo quería que aquella luz brillara de nuevo en el cielo, que volviera a ser la estrella que iluminara el camino, su camino.
Los dedos largos y finos del muchacho se en enredaron en el desagradable cabello zanahoria, tirando de el y levantando aquella cabeza del suelo.
Los ojos de lane estaban a unos milímetros de cerrarse, su cabello estaba hecho un nido, en su piel ya se comenzaba a notar pequeños colores de verde y morado, mientras que de su nariz se escapaba un gran hilo de sangre, igual que de su boca.
A Damian no le importaba haber roto la perfecta dentadura de Lane, es mas, no le importaría romper un par mas de dientes.