Capitulo III

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Capitulo 3.

Siempre me había hecho una pequeña pero gran pregunta cada Lunes, y es que... ¿por qué no me podía despertar de una manera tan bonita como hacían imaginársela en los libros o en las películas?.

Pues tan simple como que era la vida de Celeste Walker.

Supuestamente tendría que despertarme por el aroma a café recién hecho, o el olor a huevos revueltos con panceta recién puesta en la mesa de mármol de mi rica casa.. o como lo típico que ponen de " y mis ojos se fueron abriendo por la claridad del sol que se colaba entre las cortinas de mi ventana, y el sonido de los pájaros".

¡NO!.

Porque aquí, en mi vida podía decir: Y DESPERTÉ POR EL MALDITO DESPERTADOR QUE CREÓ EL DEMONIO QUE SOLO SABE FASTIDIAR MI MAÑANA Y JODERME LA VIDA.

Pero bueno.. Tenía buen humor.. supongo.

Diez, nueve, ocho, siete....

-Oye Celes, ya es hora de..

¡Plas!.

- Oh, oh...

-Celeste Walker, ¡hija del demonio!- gritó mi hermano Alex.

Mi intensión era darle a la pared con el maldito reloj, pero esto me gustó más.

-¡Socorro!- gritaba por toda la casa mientras corría para escapar de mi hermano.- ¡Un feo y asqueroso orangután me persigue!- grité.

- ¡Ven aquí niña del exorcista!.

Salí de la enorme casa con Alex detrás pisándome los talones.

Me dirigí a la piscina que estaba en la parte trasera de la casa y bueno... El pobre de Alex nació siendo patoso.

Me agaché fingiendo que podía caer en la piscina congelada. Alex corrió con más velocidad y se lanzó hacía mí con sus brazos abiertos.

-¡Te tengo!- gruñó.

Pero antes de que me cogiera rodé por el suelo y Alex acabó cayendo en la piscina congelada.

Un grito de niña salió de su boca y vi como poco a poco se ponía morado del frío. Yo mientras reía tanto que me tuve que tirar al suelo pareciendo una foca.

Mi tripa dolía demasiado de tanto reír pero tuve que parar si quería llegar a tiempo a mis clases y principalmente si quería salir con vida de esta casa y poder contar la broma que le acabo de hacer a Alex.

Así que decidí en entrar corriendo a la casa y darme una buena ducha mañanera para poder desayunar e irme.

Me puse unos jeans ajustados de color amarillo junto a una blusa negra y mi chaqueta de cuero del mismo color, y mis zapatillas Converse. Maquillé mi cara y dejé suelto mi pelo.

Desayuné lo que nos había preparado Nana, una mujer de cincuenta años que nos cuidaba como si fuésemos sus hijos. Nana era la que nos hacía la comida, y aunque solo venía entre semana y se dedicaba más hacer la comida que limpiar, nos trataba con un gran cariño al igual nosotros a ella.

Alex la contrató una vez que llegó aquí y empezó a vivir en Inglaterra, claramente vino recomendada por una amiga de mis padres y bueno resultó ser una gran madre para nosotros, ya que sabía qué éramos y sabíamos que nuestro secreto estaba bien guardado con ella.

Le agradecí a Nana por el desayuno y le di un gran beso sonoro en la mejilla como cada mañana.

- Querida- me llamó antes de que saliera por la puerta, estaba muy guapa hoy y aunque saliera con su delantal de flores y secando sus manos con un paño se veía muy bien- que tengas buen día- dijo sonriente- y di en la universidad que tu hermano está enfermo- comencé a reír y de nuevo asintiendo- fue buena la broma de esta mañana.

Celestial #1: Tú eres el elegidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora