CAPÍTULO VEINTICINCO

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Siguiendo el plan marcado


     Años habían pasado desde la última vez que caminaron con tanta calma en una calle tan transitada sin preocuparse por ocultar sus rostros. Los tres hombres caminaban con aparente tranquilidad, solamente NamJoon con un sombrero sobre su cabeza que ocultaba ligeramente sus ojos, mientras YoonGi iba a su lado mirando los puestos de comida y al otro iba HoSeok volteando constantemente hacia atrás, a la espera de que se acercaran unos niños a ellos.

El ruido era bastante, la vendimia era alta y para pasar más desapercibidos, NamJoon se detuvo a comprar algo de comida, mientras YoonGi dirigía una mirada hacia el gran edificio a la derecha. Imponente, elegante e incluso intimidante, ese era el palacio de la familia más poderosa de la zona, donde vivía una familia de leones que mantenía todo bajo su control desde hace años.

Han tardado ya mucho. —susurró HoSeok apenas NamJoon les compartió de lo que compró.

No te preocupes, sabemos que hay mucha seguridad —susurró el hombre de cabellos castaños sueltos cayendo por su espalda—, ten paciencia.

Eso era precisamente lo que angustiaba al controlador de aire, que había guardias por doquiera, todos usando una armadura que les diferenciaba según su rango, todos ellos seguramente eran tigres. Mientras HoSeok les daba una rápida mirada a los guardias, no notó el destello que cegó por un momento a NamJoon, a su lado. El hombre parpadeó molesto y buscó el origen del destello, encontrando dos pequeñas figuras asomándose ligeramente de sobre el techo de un edificio alto que se hallaba un poco más adelante del castillo.

Su entrecejo se frunció, confundido, pero aun así susurró » Están fuera —comenzó a andar en dirección del edificio, viendo a las figuras desaparecer mientras sus compañeros le seguían sin dudar—, andando.

La calle era bastante transcurrida, carretas y puestos, junto a una gran cantidad de personas, todo estorbando y siendo vigilado por los guardias que parecían bastante ajenos al desorden frente a sus narices.

Son pocos los guardias en esta entrada, no deben de hacer mucho más que vigilar —notó YoonGi y lo comentó—, quizá no se mueven a menos que haya algún percance.

Seguramente ni así —comentó HoSeok—, vi a un ladrón tomar algo de un puesto y salir corriendo, ni un solo guardia se movió. Deben de hacerlo solamente si es una amenaza al castillo.

Les daremos algo de trabajo está noche, supongo. —NamJoon concluyó sonriente, llegando al edificio y deteniéndose lentamente al ver un callejón al lado. Se acercó al lugar iluminado por los rayos de sol, encontrándose con JungKook en el suelo colocándose su bata, mientras YuGyeom se colgaba balanceándose de la cornisa.

Los tres vieron al menor soltarse desde algunos metros hacia el suelo, dirigiéndose a la pared de enfrente para alejarse de ella con brazos y pies, impulsándose a la pared contraria y entonces chocar en ella como conejo, saltando para caer finalmente al suelo sin el más mínimo daño. HoSeok suspiró frotándose el rostro, jamás podría acostumbrarse a las maniobras peligrosas del par.

No podían hablar tanto, no allí, así que solo preguntó el líder —¿Están bien? —YuGyeom cambió a humano, sonriendo sin mostrar sus dientes para luego escupir y darle en la mano al hombre una pieza pequeña de oro pulido, reluciente y con forma de gota. Los criminales lo observaron en silencio unos momentos hasta que NamJoon cerró su mano y guardó la pieza en sus ropas— Arriba, debemos irnos al barco.

Podrían agradecer. —propuso JungKook saliendo primero del callejón.

O al menos decir que somos los mejores. —le siguió YuGyeom de cerca luego de ponerse su bata, empujando al menor para luego salir corriendo entre risas, adelantándose a los criminales sin problema alguno.

"DDAENG"   YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora