Cortar tu respiración ellos querrán
Desde el momento en el que se supo que vendría al mundo, un peso invisible fue colocado sobre él. Debía ser rey llegado el momento, debía ser inteligente, frío, calculador, estratégico para liderar más batallas que le consiguieran más extensiones de terreno a su reino, eso se le dijo a TaeHyung desde que era pequeño mientras era educado por su padre y otros hombres de la corte. Pero tan sólo era un niño, uno que quería jugar y que lo hacía a escondidas con SeokJin, uno que le gustaba ver más la luna en la noche que escuchar a su padre leer en voz alta las leyes que debía aprender. Ni siquiera con la llegada de sus hermanos la carga disminuyó, al contrario, ahora debía ser un modelo a seguir para los menores, sin saber que toda esa presión e inseguridades le harían bloquearse, sin poder tomar su forma animal ni siquiera frente al peor de los peligros.
Pero finalmente, luego de tanto, lo logró. TaeHyung se mostró como un elegante y hermoso león adulto con una desordenada melena dorada hasta el pecho, sus patas delanteras sobre el cuerpo del hombre que más odiaba en todo el mundo. Volvió a rugir haciendo vibrar el alma de HoSeok, el hombre que admiraba al animal que se apartó del cadáver lentamente sin dejar de verle, sin dejar de mantenerse en alerta listo por si acaso se levantaba el cuerpo intentando huir, pudiera dar tan solo un salto para atraparle.
No sucedería, claro.
Por lo tanto, el león levantó su cabeza fijándose en el hombre vivo en la habitación, HoSeok estaba a unos pasos, observándolo con una sonrisa que se ensanchó al ver al león aproximarse rápidamente, casi saltando. El peli negro pudo haber caído al suelo, pero en vez de ello se tambaleó y tuvo que poner toda su fuerza sintiendo el peso del león que brincó parándose en dos patas y apoyándose en los hombros de HoSeok, aparentemente emocionado por su forma animal.
No era el momento para ello, pero HoSeok soltó una genuina carcajada de alegría abrazando al animal enorme, poniendo toda su fuerza en no caer —Te dije que lo harías, te dije que eras capaz de cualquier cosa, TaeHyung. —escuchó el ronronear del felino lo que le hizo reír, no sonaba tan tierno como debería, pero demostraba su felicidad.
» Jin se pondrá feliz de verte, vamos, hay que salir de aquí —HoSeok dijo haciéndose para atrás para que el león le dejara ir, este gran animal regresando sus patas delanteras al suelo y observándole con atención. El de cabellos negros se movió hasta el cadáver para tirar de su espada recuperándola, aparte tomó las ropas deshechas de TaeHyung suspirando sin saber qué hacer cuando escuchó un quejido proveniente del león.
Al levantar la vista para fijarla en él, entendió lo que le aquejaba. Era la primera vez que se transformaba, no estaba acostumbrado a su forma animal, y aun peor, seguramente no sabría cómo transformarse en humano. La ropa de igual manera no les serviría de nada, así que soltó los trapos y se encaminó al felino, tomándole del rostro » Tranquilo, es mejor así, avanzaremos más rápido y podrás escalar mejor con tus garras, tú podrás hacerlo —intentó animarle, sin saber si TaeHyung podría controlar su cuerpo—, vámonos.
Empezó a andar con el león a su lado, ambos avanzando hacia el jardín que habían abandonado antes encontrándose con el árbol ardiendo en su punta, las hojas consumiéndose sin parar. No podrían ir por ahí, claro. HoSeok gruñó extendiendo sus manos al tiempo que se dejaba caer al suelo, desprendiendo de todas partes de su cuerpo aire, no tan fuerte pero sí el suficiente para darle tiempo a ver qué lugar era el mejor para irse, aquel no tan consumido por el fuego abrazador. Un pasillo se mostró libre, a menos a simple vista, con áreas obscurecidas o tras rojizas » ¡Corre! —ordenó empezando a correr, viendo al león pasarle con facilidad y andar por el pasillo largo, volteando en ocasiones detrás suyo para asegurarse de que HoSeok le seguía, así hasta que llegó al final del pasillo y vio que solo se doblaba hacia la derecha, lugar que estaba ardiendo ya sin techo.
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"DDAENG" YoonMin
FantasiaHace demasiados años atrás, más de los que se pueden contar, el mundo era otro y los dioses obsequiaban la elección al hombre y a la mujer de ser humano o animal. Dividido en reinos, los seres que vivían en el agua no podían hablar con los que habit...