Amor

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No podría describir lo que pasaba, ambos estabamos en esa habitacion, jugando a quién era más feliz y quien más rápido se quitaba la ropa, su lengua recorría mi cuerpo mientras yo gemía, mis piernas temblaban y yo suplicaba porque acabara o empezara, la noche más perfecta, a pesar del día que tuve, al fin tengo mi recompensa, hace mucho no sentía esto, y es que no es sólo sexo. Si lo haces con amor, este amor que ahora siento.

Como un tren por un tunel entraba dentro de mi su miembro y mis gritos eran fuertes, ruidos como truenos, pasaba mis uñas por su espalda sin intención de hacerle daño, pero el ardor que le causaba lo extremesía, su respiración estaba agitada y se desquitaba conmigo las ganas acomuladas de toda la vida, empuñaba las sabanas mientras su cuerpo sudaba, ya no aguantaba las piernas, no sabía como tenerlas, apreté su cabello con toda mi fuerza y juro que morí por un momento, porque llegué al cielo. Cuando mi alma regresó a mi cuerpo lo miré y el también satisfecho preguntó: "¿te lo dejo dentro?" Nos quedamos así un momento y luego caminé hacia el baño para limpiar el desastre que habíamos hecho.

Detrás de mí vino él y me tomó por el cabello, pegó mi pecho a la pared y empezó a besar mi cuello, me mantuvo de espaldas y apretaba mi cuello mientras decía sucias palabras. Que me excitaban, preguntaba cosas y yo obedecía cada palabra, dos de sus dedos los frotó en mi sexo, muchas cosas hizo luego. Estaba tunita muriendo del deseo, queriendo algo mas grande de lo que ya tenía dentro, me hizo suya una vez más en el baño, terminó antes que yo, pero aseguro que valió la pena. Nos duchamos juntos pero sin decir una sola palabra el salió primero, terminé de bañarme y salí a preguntarle si le pasaba algo, me acerqué a él y ambos nos sentamos en la cama.

- Yanet, mi cuerpo y todos mis deceos te pertenecen, desde el día en que te hice mía, supe que te amaría hasta el final de los tiempos y de mis días, cuando entregaste a mí tu inocencia aquel día, cuando me buscabas, te encantaba y yo lo sabía, y me enloquecía tenerte cerca, y pasan los años y me tienes como el día en que inició todo, tan enamorado y un sentimiento tan nuevo como si nunca he amado, cuando volviste a mis brazos, cuando veías la gloria sobre mis piernas, cuando enloquecías y conmigo hacías lo que querías, esas palmadas sin manos que a lo lejos se oían y tus sollozos cuando te lastimaba sin querer, pero luego decías que todo estaba bien. Cuando me despertabas de madrugada y me abrazabas, y yo reía porque sabía lo que querías, y eras tan inocente y con esa mirada tan pervertida. -dijo mientras nuestros cuerpos se unían.

He conocido hombres en esta vida, han pasado por mi cama más de los que querría, besé a muchos queriendo y te besé a tí sin querer, querer. Alex, te amo y te juro que todo lo que siento te pertenece, y tengo miedo porque me fallaste, pero te amo más de lo que quiero, por favor, no me dañes, y lamento también lo que te he hecho, - le dije.

- A tí quiero entregarte hasta mi sonrisa Yanet, -respomdió cabeza abajo.

Me acoruqué junto a él mientras mi cuerpo se calentaba, me abrazó toda la noche y pegó su cabeza a la mía y la olía mientras dormía, con otra mano sujetaba la mía y la tenía encima de mi cuerpo, me cubría. Yo estaba feliz y si pudiese detener el tiempo en este momento, lo haría para toda la vida, es que nunca he amado a alguien con tanta  intensidad, nunca había deseado de tal manera a una persona. Y cuando uno encuentra más de lo que busca en alguien, no lo deja ir tan fácil.

- Ya duerme, -dijo Alex pasando su mano por mi cara con tono asueñado.

Me dormí y al otro día me alistaba para irme.

Cuando me despido de Alex y de sus hijos, tomé mi cartera, pero de repente...

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