Capítulo 14

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Dio una profunda inhalación y espiró despacio, repitió la acción varias veces y después observó el pulso de sus manos: mejor, mucho mejor. Cogió la cámara y salió de los vestuarios, sólo tenía que seguir relajado, pensar en otras cosas que no fuera el plug que Ilia le había puesto esa mañana antes de que se fuera a trabajar. Las vibraciones de la moto habían sido una tortura, lo que había conseguido que al llegar al edificio de Björn Borg hubiera tenido que ir a los vestuarios para recolocarse la polla en paralelo a su abdomen, la presión de la goma del calzoncillo y el cinturón del pantalón era poco bienvenida, pero no podía ir con semejante evidencia de su excitación en el trabajo, bastante tendría con el sonrojo que iba a asaltar sus mejillas si no lo había hecho ya, había preferido no mirarse al espejo.

Mantuvo la respiración pausada y logró mantener el pulso firme, incluso bromear un poco como de costumbre durante las dos sesiones de fotos de esa mañana. Sin embargo, en el descanso entre ambas perdió la cabeza durante un precioso momento, en que se encerró en un cubículo de los vestuarios, se bajó la ropa y... maldijo al recobrar la cordura porque no podía masturbarse. Era una norma que Ilia había establecido, no tenía permitido masturbarse sin el permiso expreso de ella. Apoyó la frente en la pared del cubículo y rebotó varias de veces mientras soltaba una letanía de maldiciones porque esa restricción, el sentirse bajo su dominio aunque ella no estuviera presente, lo excitó más de lo que ya lo hacía el plug que se movía presionando su punto G con cada paso que daba.

Al salir del trabajo pasó a hacer la compra para la cena que Ilia le había pedido. Fue a su casa, comió aunque la excitación le quitó gran parte del atractivo e importancia a esa necesidad y cogió ropa para el día siguiente, al hacerlo meditó que desde que había aceptado ser el sumiso de Ilia pasaba más en la de ella que en la propia, de hecho no había vuelto a dormir ahí.

Al ver que le sobraba tiempo, trató de trabajar un poco en las fotos de la semana pasaba, aunque no pudo concentrarse mucho y tendría que revisarlas al día siguiente. En casa de Ilia se desnudó, preparó una dorada a la sal sobre un nido de patatas y cebolla e hizo una ensalada césar, el postre lo había comprado en la pastelería y estaba en la nevera.

La puerta de la calle se abrió en el momento en que estaba sacando el pescado del horno, lo dejó en la encimera con cuidado de no quemarse y fue a saludar a Ilia con un abrazo y un beso dulce en el que se coló parte de su anhelo acumulado ese día.

Ella correspondió de la misma forma dejando caer su bolso en el mueble del recibidor despreocupadamente para abrazarlo. Había sido un largo día en el que había tenido que comentar los posibles cambios en el guion con el director de la nueva producción, les había llevado toda la mañana y un sin fin de discusiones sobre porqué la mala parecía gilipollas y no mala. Apenas había tenido tiempo para comer un sándwich antes de la reunión con otro director que la quería en su película. El tipo había insistido mucho en que fuera la protagonista, demasiado, por suerte Liesl le puso los puntos sobre las íes pronto. Y para terminar la dichosa entrevista para ese programa de televisión. Todo había ido como la seda, genial, se lo había pasado hasta bien contestando a todas y cada una de las preguntas. Claro, eso hasta que había terminado y su mánager le había hecho ver que el tema se había desviado de la idea que tenían, lo que había derivado en una especie de lucha: Ilia contra el mundo. El mundo había ganado y la entrevista se emitiría entera.

Suspiró al separarse de los labios de él y sonrió.

—Siento llegar tarde. ¿Cómo ha ido el día?

—Creo que los relojes se paraban cuando no miraba —contestó. Volvió a atacar sus labios, estaba tan, tan necesitado, pero se contuvo y separó al notarla un poco cansada—. ¿El tuyo no muy bien?

—Ha habido algunos problemas, he tenido días mejores —confesó sonriendo por su excitación—. ¿Cenamos?

Ulrik la besó una vez más y asintió.

Mi rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora