Capítulo 18

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Ilia caminaba pegada al cuerpo de Ulrik que la rodeaba por los hombros, una gran sonrisa se extendía en su rostro y se ampliaba más conforme ambos se acercaban a su destino, un pequeño restaurante italiano donde se iban a reunir con los amigos de ella. Hacía meses que no podían quedar todos juntos, desde que Lukas había ido a Australia para hacer un reportaje sobre los koalas para el National Geographic. Por otro lado, a Clady la veía casi a diario en el trabajo, no así a Sander, que a pesar de vivir en la ciudad y apenas moverse de ahí vivía tan centrado en su trabajo como abogado que casi había que sacarlo del despacho de las orejas. Pero claro, la presentación del novio oficial de Ilia era un evento al que ninguno quería faltar, y habían aprovechado el regreso de Lukas para usarlo como excusa. A pesar de eso estaba muy contenta por poder volver a ver a todos sus amigos del instituto.

Cuando llegaron al restaurante, un lugar acogedor donde podían tener un lugar reservado sólo para ellos, el camarero los llevó hasta su mesa, pero como había supuesto habían llegado pronto y ninguno de sus amigos había llegado aún.

—Siempre a última hora —dijo sentándose en una silla y refunfuñando.

—Si es siempre, ¿para qué me has metido tanta prisa? —arremetió Ulrik divertido—. No me has dejado ponerme calzoncillos porque, según tú, no daba tiempo.

—Tenía la esperanza de que después de meses sin vernos alguno llegara pronto —replicó Ilia. Se levantó y abrazó a Ulrik con sus manos sobre su culo—. ¿De verdad has creído esa excusa? —preguntó sonriendo de lado.

Él rodó los ojos.

—No soy tan inocente, sé que adoras mi culo. —Miró hacia atrás y agregó—: A las pruebas me remito.

Ella sonrió y se alzó para besarlo lentamente.

—Luego quizá me aproveche de la situación, ¿sabes?

Ulrik elevó una ceja.

—Nada bueno puede pasar por esa mente de bruja malvada —dijo negando con la cabeza.

—Nunca te has quejado de mis ideas de bruja malvada —contestó riendo.

—No era una queja —repuso sonriendo de lado.

Ilia fue a besarlo de nuevo cuando un hombre entró en el reservado y ella se lanzó a abrazarlo. El hombre de algo más de metro ochenta, pelo corto rubio, ojos castaños claros, una barba de dos días y enfundado en un traje gris de Armani que le daba un aspecto serio, parpadeó sorprendido y confuso unos segundos antes de abrazarla de vuelta.

—Llegas tarde, Sander —lo reprendió Ilia y dejó dos besos en sus mejillas.

El hombre miró su Rolex y la miró extrañado.

—Aún quedan cinco minutos para que sea la hora.

Ella bufó, y rodó los ojos antes de girarse y mirar a Ulrik.

—Ulrik, él es Sander Sørensen, un adicto al trabajo. Él es Ulrik Rybner —le dijo al rubio, que asintió recordando una de las razones por las que habían quedado a cenar.

Se acercó a Ulrik y le tendió la mano.

—Encantado de conocerte.

—Lo mismo digo —contestó Ulrik estrechando su mano, Miraba al hombre con cierta curiosidad, no había podido evitar sentirse así desde que Ilia le había dicho que irían a cenar con unos amigos del instituto, le había hablado de ellos en contadas ocasiones y de un modo muy fugaz.

—Siempre tan serio, San —dijo una voz dicharachera que los tres conocían, dos de ellos muy bien—. Ulrik, cuánto tiempo sin verte. —Clady lo saludó y dio una vuelta a su alrededor estudiándolo—. Me alegra saber que Ilia cuida bien ese culito tuyo —añadió antes de darle un beso en la mejilla.

Mi rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora