Capítulo 22

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I want out de Helloween empezó a resonar en la habitación, consiguiendo que Ilia pegara un bote en la cama y mirara a los lados sin saber qué estaba pasando. Estaba soñando con pasteles rusos y cuando por fin iba a dar un bocado a uno de ellos el maldito teléfono de Ulrik empezaba a sonar y la sacaba de su fantasía. El hombre a su lado no se había levantado porque sus manos estaban bien sujetas al cabecero de la cama. Bostezó mientras se estiraba para contestar al teléfono, pensando que se trataría de Klaus o Liesl.

—¿Diga?

—Eres Ilia. Buenas noches, siento haberte despertado, ¿puedes pasarme a Ulrik? —Escuchó la voz sería del padre de Ulrik.

Ilia se sorprendió al reconocer la voz del hombre al otro lado.

—No pasa nada, Anker. Te lo paso en un segundo —contestó mirando a su novio mientras estiraba una mano para coger la llave y abrir las esposas que lo sujetaban.

Ulrik le dio un beso en la mejilla a Ilia y cogió el móvil preocupado.

—Hola, papá. ¿Qué pasa? —Ilia escuchó la voz del padre de Ulrik, pero sin llegar a entender qué decía, abrazó por detrás al moreno acariciando un poco intuyendo su preocupación, incluso ella estaba preocupada—. Cuándo no. —Le escuchó decir y le vio rodar los ojos con expresión de pesadez.

Besó su hombro, ese "cuándo no" había sonado demasiado a problemas con Erik, y eso sacaba de sus casillas a Ulrik. Aun así no esperó la siguiente reacción de su pareja.

—¡¿Qué?! Pero este crío es... —La incredulidad se tornó cabreo y lo vio apretar la mandíbula para no terminar la frase—. Joder, si sólo es el primer día de vacaciones. —Asintió varias veces con expresión cada vez más preocupada—. Hablaré con Liesl a ver si sabe de alguien y estaré ahí lo antes posible. —Ulrik se pasó una mano por el pelo y suspiró—. Hasta luego, papá, dale un beso a mamá. —Colgó y dio con los puños en el colchón a sus lados—. ¡Joder! ¿Cómo ha podido ser tan gilipollas? —Dejó salir su rabia y se pasó una mano por el rostro con expresión angustiada.

Ilia lo abrazó más fuerte y besó su hombro repetidamente tratando de calmarlo, eso no pintaba muy bien al parecer.

—¿Qué ha pasado? —se atrevió a preguntar después de unos segundos de silencio.

—Erik —contestó Ulrik. Respiró hondo tratando de tranquilizarse para explicárselo lo más brevemente posible. Tenía que ponerse en movimiento, despertar a Liesl a las cuatro de la mañana iba a ser todo un reto—. Se fue a celebrar el fin de curso con esos amigos suyos. Sólo se les ocurrió comprar coca, esnifársela, romper el escaparate de un supermercado y quedarse allí a esperar que llegaran a cogerlos por robo y posesión. Eso es lo que ha pasado. —Se levantó y buscó algo que ponerse.

Ilia no ocultó su expresión de horror y sorpresa e hizo lo mismo que Ulrik empezando a vestirse.

—Te acompaño. ¿Qué necesitas? —preguntó metiendo varias cosas en un bolso.

—Un abogado milagroso que le haga ver al juez que tiene 15 años en vez que llevaba ya varias denuncias de pequeños hurtos —contestó Ulrik—. Y después una cadena para asegurarme que no vuelve a liarla. Tengo que ir a despertar a Liesl.

—Puedo llamar a Sander —ofreció ella—. Ahora se dedica a Medio Ambiente, pero seguro que puede hacer algo o decirnos de alguien. Cadenas hay en el armario —añadió lo último acercándose a él sonriendo un poco para que se relajara—. Vamos en mi coche, ¿vale?

—Em... —Ulrik trató de pensar mientras comprobaba que tenía las llaves y la cartera, y no se había dejado la cabeza, aunque estaba tan preocupado que era complicado centrarse—. Sí, vale, llama a Sander, me adelanto a hablar con Liesl, tiene sueño de marmota. —Dejó un beso rápido en sus labios y se fue casi corriendo.

Mi rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora