Capítulo 6

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—Me voy, mamá —anunció Ulrik mientras cogía su chupa.

—Ay, tesoro, pero si va a venir tu tía a cenar —dijo su madre acercándose desde el salón donde su padre seguía roncando a pierna suelta.

—Ya la vi en Navidad. Sabes que siempre quedo el día de los Santos Inocentes con estos —contestó dándole vueltas a una bufanda en torno a su cuello.

—Va a venir con su sobrina, Inga, esa chica tan alta. ¿No te puedes quedar un rato?

Él negó con la cabeza y dio un beso en la mejilla a su madre.

—No puedo, dale recuerdos a la tía Gjerta.

—Está bien. Ten cuidado con el hielo —dijo cuando lo vio coger las llaves de la moto.

—No te preocupes mamá. Hasta mañana. —Se despidió y salió de su casa.

Se puso la capucha de la chaqueta gris que llevaba bajo la chupa notando el frío de diciembre y caminó hasta dar con su moto. Pocos minutos después estaba frente al hotel donde se estaba alojando Ilia esos días. La había invitado a ir a Roskilde unos días al saber que la mujer no iba a su casa en las navidades y ella había aceptado. Esa tarde era el día de la kedada de invierno con sus amigos y tras consultar no les molestaba que ella también fuera, especialmente había esperado la respuesta de Vilhelm y Jytte, ya que Klaus y Liesl ya la conocían. Esperó pacientemente hasta que la vio salir, la recibió con un largo beso de bienvenida y le ofreció un casco.

Ella se lo puso sonriendo, estaba feliz de poder pasar unos días tranquilos con alguien, de pasarlos con él. Se subió a la moto pegándose a su espalda y se dejó llevar hasta el lugar donde habían quedado con sus amigos, en parte agradecía conocer a Liesl y a Klaus de antes, sobre todo a la mujer, además tenía curiosidad por verla fuera del trabajo. Cuando llegaron le devolvió el casco a Ulrik y lo abrazó por la cintura cuando él recogió todo.

—¿Qué tal la Navidad? ¿Muchos regalos? —preguntó alegremente caminando hacia el pub.

—Mi madre siempre regala calcetines y calzoncillos, así que estoy surtido —contestó Ulrik divertido—. ¿Sabes? Mi padre pidió una camisa de fuerza para mi hermano, pero se debió extraviar por suerte para Erik. —Rio ante la anécdota—. ¿Qué tal el vuelo?

—Aburrido, no pararon de ofrecerme cosas y eso que era corto —contestó haciendo un mohín—. Yo tengo algo para ti —añadió y sonrió enigmática y traviesa.

—¿Para mí? ¿El qué? —preguntó con ilusión deteniéndose a dos pasos del pub.

—Lo sabrás cuando te lo dé. No podía traerlo si íbamos a ir de fiesta —contestó ella sacándole la lengua.

—Eres una bruja malvada —aseveró y empujó la puerta del local para entrar.

—Llegas tarde. —Fue lo primero que dijo Liesl antes de darle un abrazo y le dio unas palmaditas en la espalda dejando un post-it en ella—. Hola, Ilia. ¿Has llegado de una pieza con este cafre?

—No he llegado el último —protestó Ulrik tocándose la espalda un poco mosqueado, pero sin alcanzar el papel.

Liesl bufó.

—Vilhelm me oirá cuando aparezca —aseguró. Tiró de la chica de 1'68 m de altura, pelo negro, liso y largo con flequillo y ojos marrones que estaba tras ella—. Esta tía tan adorable es Jytte, nuestra chiquitaja.

—Encantada —saludó la morena con una sonrisa relajada y le tendió la mano a Ilia—. Uli nunca había traído amigas. Eres más guapa que en las fotos.

La actriz parpadeó un poco asombrada por su sinceridad, luego sonrió sinceramente y aceptó su mano.

—Ilia, es un placer.

Mi rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora