Capítulo 8

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Ilia se corrió junto con Ulrik, gritando su nombre entre palabras sin sentido y se dejó caer laxa sobre el cuerpo de él. No se veían desde que se despidieron en el hotel donde ella se hospedaba en la ciudad natal de él, un día antes de Nochevieja, y de eso hacía ocho días, lo había echado de menos. Esa tarde habían quedado después del rodaje, habían ido a tomar un chocolate, habían dado un paseo por el parque Jaegersborg Deer y luego habían ido a cenar a un restaurante japonés. Después de eso habían decidido ir directamente a casa de Ilia y aprovechar bien la noche, la larga noche.

Un poco más recuperada del cuarto y más intenso asalto se separó para mirar al hombre que tenía amordazado y con las manos atadas bajo ella. Sonrió y con suaves movimientos le quitó la mordaza de la boca, esa última vez había estado más protestón y rebelde y al final había optado por callarlo de ese modo. Lo besó lánguidamente y se escurrió hacia un lado acurrucándose contra él. Cerró los ojos relajada, con una sonrisa satisfecha en el rostro y dejándose llevar por los brazos de Morfeo lentamente. Ya llevaba tiempo pensando en dejarlo así, atado a su cama, listo para la mañana siguiente, y esa parecía una buena ocasión.

—Ilia... —La llamó bajito al verla tan relajada, pero un tanto descolocado porque se hubiera olvidado de desatarle.

La mujer no contestó ni se movió lo más mínimo, parecía estar plácidamente dormida. Ulrik miró las cuerdas y tiró un poco comprobando que no había nada que hacer. Volvió a mirar a Ilia, se veía demasiado dulce cuando dormía, no se sentía capaz de despertarla, además si se había dormido tan rápido debía ser porque estaba cansada. Se recolocó buscando la posición más cómoda y cuando la encontró se dijo que no era tan molesto después de todo, que podía soportarlo por ella. Tardó un poco más en dormirse de lo acostumbrado, pero lo logró media hora más tarde.

Los sonidos de placer cercanos a ella terminaron por hacerla abrir los ojos para encontrarse el rostro extasiado de Ulrik frente a ella

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Los sonidos de placer cercanos a ella terminaron por hacerla abrir los ojos para encontrarse el rostro extasiado de Ulrik frente a ella. Al parecer estaba teniendo un sueño bastante interesante que lo estaba acercando al orgasmo sin necesidad de que alguien lo tocara realmente. Sonrió de lado y se acercó a él para besar su cuello, mientras que una de sus manos llegaba a su erección y lo ayudaba amablemente a alcanzar eso por lo que tanto clamaba en sueños. Separó su boca de su piel para mirarlo cuando él empezó a derramarse en su mano al tiempo que gemía su nombre, lo que hizo que sonriera más ampliamente y esperó pacientemente a que abriera los ojos.

Ulrik abrió los ojos despacio, una sonrisa se extendió por sus labios nada más verla. Recordaba lo que había estado soñando, pero no estaba seguro de si ya había estado soñando eso cuando ella lo había tocado o su toque había incentivado el sueño, de cualquier modo quería besarla. Fue a mover los brazos para abrazarla y en ese momento fue consciente de que seguía atado. Miró las cuerdas contrariado, después regresó sus ojos a Ilia y levantó la cabeza pidiendo un beso.

—Buenos días —dijo con una sonrisa y esperó.

Ilia lo besó ardientemente.

—Buenos días —contestó sin separar su rostro del de él—. Tengo curiosidad por qué estabas soñando exactamente.

Mi rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora