39. Cosas de todos los días

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Los hombres son misterios que ninguna mujer entiende. Esconden secretos que para nosotras son raros, y son los seres mas extraños de comprender. O eso creía hasta el martes pasado.

Verán, todo empezó el martes pasado al llegar del instituto. Tenia rato con un dolor en el vientre, y, ni siquiera se me ocurrió pensar que podía ser por la regla. Pensé que tenia algún tipo de indigestión, y fue por eso que no le preste mucha atención.

Pero todo empeoro de camino a casa.

En ese momento sentía que mi estómago iba a explotar. Tenia un dolor tan terrible que hasta ganas de vomitar tenía. Trataba de aguantar ya que me daba pena que el señor arrogancia se enterara de que me había llegado la regla en el peor momento.

Fue por esto que soporte el dolor hasta que llegamos. Y fui corriendo al baño para poder cambiarme.

Me bañe, y, justo cuando iba a ponerme una toalla, note que se habían acabado.

-genial – dije al aire – ahora ¿Qué hago?

Mientras debatía conmigo misma sobre si llamar a alguien para que me trajera una o no, no note que la puerta del baño se abría, y dos pequeñas entraban al baño con sus muñecas.

El encuentro fue algo incomodo, es decir, no todos los días tienes la regla, y tu hermana y su mejor amia entran al baño.

Lili me miro, y comprendido todo al ver la sangre en el papel de baño. Pero Natalia...ella no se lo tomo tan bien.

-Mamaaa – grito – Alejandra se desangra – dijo mientras salía del baño corriendo.

-¿Qué? – pregunte al aire

Lili me miro y se encogió de hombros.

-¿!QUE?¡ - escuche que grito la señora. Oh genial, que lio.

En menos de treinta segundos la señora Brown cruzaba el umbral de la puerta.

Ella me vio y mi incomodidad aumento.

Ahora no solo Natalia me vio desnuda y con la regla, sino también su madre. Definitivamente esta situación no podía empeorar. O eso creía.

-Alejandra ¿Qué paso aquí? – preguntó al verme.

Yo me sonroje de sobremanera y la mire – me llegó la regla – le dije bajito.

Ella pareció comprender porque su mirada se tranquilizó. Me lanzo una sonrisa y me señalo un estante que tenia un pequeño espejo – ahí hay alunas toallas – me dijo.

Abrí el estante, y vi varios paquetes.

-gracias – le dije

Ella soltó una risa – no ay problema cariño – dijo y salió.

Cuando por fin me quedé sola, procedí a cambiarme, pero, no había terminado de ponerme la camisa, cuando la puerta del baño fue tocada fuertemente.

-Alejandra ¿estas bien? Natalia me dijo que te estabas desangrando, ya llame a una ambulancia, llegaran aquí pronto, no te preocupes y no vayas hacia la luz – dijo el señor arrogancia preocupado al otro lado de la puerta.

-Espera, ¿dijiste ambulancia? – si, definitivamente este día si podía ser peor.

-Amor, escucha, no mires hacia la luz, y no se te ocurra escapar, porque me niego a perderte. – me dijo.

Escuche voces al otro lado, al parecer estaban hablando al otro lado.

Me apresuré en ponerme la camisa, y salí del baño rápidamente.

Al salir vi a Natalia con pequeñas lágrimas en los ojos. Al verme se lanzó a mis brazos.

-Alejandra, te prohíbo que te mueras – me dijo mientras escondía su cara en mi cuello.

Una pequeña risa salió de mis labios y deje a Natalia en el suelo. Me agache hasta quedar a su altura.

-Natalia, no me voy a morir, y no me estoy desangrando – le dije mientras acariciaba su mejilla.

Ella subió su mirada aun con pequeñas lagrimitas – entonces ¿no te vas a morir? – me preguntó

-no – le dije.

Cuando Natalia se calmó, Lili apareció y se empezó a reír.

-¿en serio ay una ambulancia allá afuera? – dijo mientras se asomaba por la ventana.

¿Qué?

Me asome por la ventana y, efectivamente, había una ambulancia en la entrada.

Vaya, ¿Quién lo diría?

-Alejandra – me llamo el señor arrogancia – ya llegó la ambulancia, ven – me dijo con una maleta en sus manos.

No pude evitar carcajearme con la situación. Es decir, no todos los días se hace un drama por tener la regla.

El señor arrogancia me miro extrañado – no te rías – me dijo – no sé qué haría se te pierdo, me niego a que mueras, y si yo puedo hacer algo para evitarlo...- lo interrumpí con un beso.

-no me voy a morir tontito, solo me llegó la regla – le dije.

-¿La qué? – me preguntó.

-¿no sabes que es la regla? – le pregunte incrédula.

-¿con lo que mides en matemática? – me preguntó inseguro.

Lo mire incrédula – Félix Brown, tienes uno de los intelectos mas altos del colegio ¿y no sabes que es la regla? – le pregunte.

Me miro con cara de perrito regañado – no.

Vaya, y luego la inculta soy yo.

Espere a que la señora Brown les explicara a los de la ambulancia que todo había sido un malentendido, y luego baje a la sala para explicarle al señor arrogancia lo que era la regla.

Esa noche contaba como una de las más largas y vergonzosas de mi vida.

Pero por suerte ya paso.

Ya han pasado cinco días desde eso, y ahora mismo, estoy leyendo revistas con el señor arrogancia.

-Oye Alejandra ¿Qué es un tampón? – me preguntó.

O demonios, esta será una larga tarde.

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Nota de la autora:

No me maten. Es que últimamente no e tenido mucha inspiración. Es por esto que ya el siguiente capítulo es el último.

Espero que les haya gustado, y que se hayan reído, aunque sea un poco.

Ahora, sin más que decir.

¡Hasta la próxima ositos de chocolate! 

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2019 ⏰

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