(6) Recuerdos

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-Altagracia -la voz de Regina me alejo de mis pensamientos. -Mónica, cariño ¿Qué paso? -me di la media vuelta encontrándome con mi hermana. Mónica separo la cabeza de mi hombro y también la miro.

-Tía deje caer el perfume -dijo con un puchero triste y temí que esta vez si rompiera en llantos.

-¿Pero cariño que hacías aquí?

-Siendo curiosa. -comenté con un resoplido. Di algunos pasos para alejarme de los vidrios y tomando a Mónica por las caderas la coloqué de nuevo en el suelo. No alcance a colocarla totalmente en en el cuando ya estaba corriendo hacía Regina. Enredó sus bracitos en su pierna y Regina aprovechó la oportunidad para acariciar su cabello.

-¿Te hiciste daño pequeña? -la niña negó y Regina me devolvió la mirada con el ceño fruncido. -¿Porque no vas a tu habitación cariño? Ya te alcanzo ¿si? -sin mirarla la niña asintió y corrió fuera de la habitación. -¿Que le hiciste? -fruncí el ceño

-¿Yo? nada, al contrario me pase de buena -dije con una chispa de ironía en mi voz. -Que agradezca que me tomó de buen humor o sino en cualquier otro momento aún estaría llorando por el castigo que le hubiera dado.

-La cargaste -dijo lo obvio, rodé los ojos. -¡Altagracia la tomaste en tus brazos! -camino a prisa hacía mi y tomó mis manos entre las de ella, con una enorme sonrisa ya formándose en su rostro.

-Si, si, la niña estaba descalza con todos esos vidrios. No iba a dejar que se cortara. -me separe de su agarre y le reste importancia con la mano. Me di la media vuelta hacia la mesita de noche para buscar el teléfono y pedirle a alguna de las muchachas que viniera a recoger todo ese tiradero. -Digo, que no la quiera cerca, no significa que sea una perra sin corazón. Es una niña y no iba a dejar que se lastimara si lo puedo evitar.

-¡Si Altagracia! -su tono emocionado comenzaba a taladrar mis oídos -¡Por primera vez la cargaste!

-Regina -mi tono cansado comenzaba a hacerse notar.

-No importa lo que digas, así fuera porque hayas evitado que se lastimara la cargaste. Cuéntame, ¿Qué sentiste? -mi boca se abrió dos centímetros y la mire como si realmente le hubiesen salido tres cabezas.

-¿Qué voy a sentir? ¡Nada! No seas ridícula Regina. Deja de hacerte cuentos. La niña rompió un perfume, estaba descalza y no iba a dejar que se cortara. -tome el teléfono y marque la línea directa hacía el area de empleados. -Lo que me recuerdas que tú y yo tenemos que hablar. - la mire fijamente mientras el teléfono al otro lado comenzaba a soñar. -Karina vengan a limpiar a mi habitación -dije y corte -¿Me puedes explicar por qué Mónica ha visto nuestras fotos? -observe como los nervios se cruzaban por su mirada.

-Quise hablarle... de mamá y papá y contarle lo mucho que mamá la amaría si la viera. -un brillo emocionado se cruzó por sus ojos. -Estoy segura que ella sería la muñequita de los ojos de papá -sonrió, mientras su mirada se perdía en algún punto de la pared. De seguro en sus propios recuerdos, sonrió -¿Y mamá? Mamá la hubiera consentido muchísimo. Si ya la imagino, haciéndole sus vestidos de princesas y todo lo que Mónica le pidiera. -no pude evitar sonreír al imaginar a mi madre haciendo todas esas cosas. Sin embargo una lágrima me sacó de mis imaginaciones.

-El hubiera no existe -dije y rápidamente borre el rastro de la lágrima y cualquier otra que pudiera amenazar con escapar. -Además si papá y mamá estuvieran vivos Mónica no existiría.

Mónica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora