(5) Mónica puede quedarse

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-Allí están Doña -Matamoros me las señaló, apenas me baje del vehículo en la estación. Ambas permanecían dormidas, Regina sentada con su enorme vientre expuesto y Mónica hecha un ovillo a su lado. Su cabecita descansando sobre el vientre de mi hermana. Suspire con las lágrimas a flor de piel. No quiero herirlas, pero tampoco se como evitarlo. Simplemente no puedo.

Me acerqué a pasos pausados y suaves. Me detuve frente a ellas y me incliné.

-Regina -la llame con suavidad evitando sobresaltarla. Ella se removió un poco, más no despertó. -Regina -volví a intentarlo esta vez colocando una mano sobre su vientre, mi pequeña sobrina pateo haciéndome sonreír. Mi hermana se volvió a remover, esta vez aleteando sus pestañas hasta abrir sus ojos. La mire en lo que lograba enfocarme.

-Altagracia -dijo

-Ven vamos a casa - dije poniéndome de pie y estirando mi mano para que la tomara. -Ese banquillo no debe ser nada cómodo y más en tu estado.

-Pero... -ella movió sus ojos hasta Mónica. Le hice una seña a Matamoros con la cabeza para que se acercara y la tomara en brazos. La niña se removió hasta acomodarse en el hueco de su cuello, otro de mis guardias le pasó una manta y este la cubrió.

-Mañana hablaremos de ella, ahora vamos -la anime a ponerse de pie mientras el mismo guardia de antes se dedicaba a recoger sus cosas. -Estoy muerta de sueño y tu igual. Además hace frío y si Mónica se enferma no me quiero ver envuelta en problemas del servicio social por negligencia. -rode los ojos. -Sería lo último que me faltará para seguirme llegando problemas.

-No voy a dejar que la regreses al colegio. Mónica es una niña muy sola, necesita a su familia y si tú no la quieres amar yo lo haré por las dos. -rode los ojos

-¿Podemos hablar de eso mañana? -cuestione realmente cansada mientras envolvía mis dedos en su muñeca y tiraba de ella suavemente. -Hace frío apurémonos.

-¡No! -Regina tiro con fuerza de su mano soltándose de mi agarre. -No iré a ningún lado hasta que lo aclares. -voltee a verla. Suspire

-De acuerdo, Mónica puede quedarse, pero solo hasta que mejore de su brazo. -elevé mi mano dando por terminado el tema.

-Pero... no

-Ya esta decidido Regina y te guste o no soy su madre legalmente; y si decido que regresara al colegio, lo hará. -resopló. -Ahora vamos -volví a tomarla de la mano y a tirar de ella suavemente hasta los autos.

-¿Y Mónica? -cuestionó a penas llegamos a los dos autos estacionados.

-Rosalba está en el otro coche, Matamoros se la entregará. Tu y yo iremos en este. -la anime a subirse y luego lo hice yo cerrando la puerta antes de que uno de que mi guardias lo hiciera.

-Pudo venirse con nosotras, aquí hay suficiente espacio para ella. -suspire, definitivamente hoy se ha empeñado en ser pesada. -¿Por qué nunca la cargas? Ni si quiera estoy segura si alguna vez la haz tocado.

Y tiene razón, nunca la he cargado ni tocado. A penas nació los empleados de la casa se hicieron cargo de ella y luego, cuando a penas había cumplido su primer año de vida la interné en el mejor colegio privado del país. Y todo eso, porque Lázaro en medio de su interés por el alcohol no se la quiso llevar.

-Regina basta -estoy agotada-Por hoy ya no sigas. Solo descansa ¿si?  -la vi cruzarse de brazos. Recosté la cabeza sobre la ventana y cerré los ojos, con las lluvias íbamos a tardar un poco en llegar.

*****

-¿Tía entonces ya no vamos a irnos?

Mónica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora