(15) La segunda sobreviviente

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Cerré la puerta a mis espaldas y acomodé a una Mónica dormida entre mis brazos. Su bracito bueno cayó sobre mi pecho y pude observar como unas pequeñas manchas ahora moradas comenzaban a hacerse notar. Suspire

-Altagracia ¿Qué tal la pasaron? -Regina me interceptó camino a las escaleras. Me detuve, voltee a verla y algo debió ver en mi rostro porque ladeó la cabeza hacía un lado y suspiró. -¿Qué pasó?

-Que no importa lo que haga soy mala madre. Eso pasa. -rode mis ojos y cuando la volví a mirar sentí mis ojos picar por las lágrimas contenidas.

-No, no digas eso. -dijo y se acercó hasta para darme un corto abrazo. -Esto es difícil Altagracia, siempre lo ha sido por todo lo que ella representa pero vas a mejorar. Estoy segura de eso. -me dedico una media sonrisa. Tome el bracito de Mónica y se lo mostré.

-La lastime -ella abrió su boca un par de centímetros por la sorpresa y me miró.

-Pero... ¿qué pasó? ¿La golpeaste? -preguntó un tanto nerviosa y yo negué. Parpadee para alejar mis lágrimas.

-No, claro que no -suspiré y cerré mis ojos. -Vi a uno de los desgraciados que destruyeron nuestras vidas aquella noche. -ella abrió sus ojos de golpe.

-¿Me... me estás... me estás hablando de aquella noche? ¿Aquella, aquella donde...? -hablo en un hilo de voz y asentí

-¿Pero... como? -le regale una rápida mirada a Mónica.

-Mejor acompáñame, la acostaré y luego hablamos. No quiero que se despierte y escuche algo. -ella asintió y yo me di la media vuelta para subir las escaleras.

*****

Le quite los zapatos a Mónica y la cubrí con la sábana. Acaricie su flequillo y me aleje hasta la puerta apagando la luz, pero dejando la puerta entre abierta para que un halo de luz pasara por entre ella.

-¿Entonces? -me cuestionó Regina apenas la alcancé fuera de la habitación. Tome una respiración profunda.

-Estaba hoy en mi empresa. -ella frunció el ceño. -Sabes que los he estado buscando -dice y ella se cruzó de brazos.

-Nunca me ha gustado esa sed de venganza que te cargas. Deberías renacer, buscar nuevos caminos, con Mónica; tal vez un nuevo amor. -me regaló una mirada pícara y sonreí.

-No -me puse seria. -¿Y dejar la muerte de nuestros padres sin justicia?

-¡Entonces entrégalos a la policia! -exclamó elevando las manos. -Pero no intentes hacer justicia con tus manos.

-No lo haré... -me puse nerviosa porque era eso precisamente lo que planeaba hacer. -Solo quiero hacerlos sufrir como ellos lo hicieron con nosotras. ¡Por Dios Regina imagina a cuantas más mujeres debieron y deben estar violando! -exclame con la mandíbula apretada. -Por fin tendrán justicia también. -mis ojos se llenaron de lágrimas. Regina camino hasta mi y me cubrió con sus brazos. Coloqué mi mentón sobre su hombro y cerré los ojos.

-Lo siento tanto -fruncí el ceño y me aleje de sus brazos para mirarla. -Debí hacer algo más aquella noche. Tal vez buscar a alguien, pedir ayuda. No solo esconderme como una cobarde. -un sollozó se escapó de su garganta y yo la volví a atraer hacía mi para abrazarla.

-Eras solo una niña asustada, no es tu culpa. No podías hacer nada. -llore, ella se aferró a mis brazos y ambas nos rendimos al dolor y a los recuerdos de aquella noche.

Mónica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora