(26) La calaca esta aquí

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-Vaya, ya comenzaba a creer que te había trago la tierra. -dije al ver a Braulio detenerse frente a mi escritorio. Deje de leer el correo electrónico en la pantalla de mi computador y voltee a verlo. El sonrió rodeando el escritorio hasta llegar a mi.

-¿Por qué? ¿Me extrañaste? -cuestionó inclinándose para dejar un beso sobre mis labios, sin embargo rodé la cara para evitarlo.

Sonreí en medio de un suspiro, lo vi cerrar los ojos y tomar una bocanada de aire.

-Deberías dejar esas muestras de hombre romántico, Braulio. No te quedan. -regresé mi mirada a la suya y las conecté. -No debo recordarte que tú y yo no somos nada y que tú estás casado. -comenté empujándolo un poco. -También te recuerdo que pudimos y podemos acostarnos alguna que otra vez, pero que no soy ni me convertiré en tu amante. -suspiró, chasquee con la lengua y lo empujé un poco más. -Y ahora, querido papá ¿Por qué no me me pones al día sobre el encarguito que tenemos ? -dije haciendo énfasis en su reciente paternidad con el nacimiento de Diego.

-¿Entonces es eso? Ya sabes que nació mi hijo y por eso estás así. -dijo dándose la vuelta para rodear mi escritorio y detenerse frente a mi. Me encogí de hombros.

-No, es solo que prefiero dejar los puntos claros... -señale una silla frente a mi escritorio. -Y ahora, Si no te importa me gustaría que me pusieras al día con Cespedes. Me urge tener a ese cerdo ya entre mis manos. -comenté con una mueca de coraje y hastío. Tomó asiento frente a mi y trepó una pierna sobre la otra.

-Pues Justo venía a darte la buena noticia de que hoy Matamoros y varios hombres de tu confianza están planeando su rescate y secuestro. -sonreí.

-¿Ya? -voltee a mirar mi calendario sobre el escritorio. -¿Tan pronto? -Braulio asintió.

-Si, hoy lo trasladarán a la cárcel militar para ser enjuiciado en una semana.

-Vaya -comenté con profunda sorpresa. -Pensé que era más tarde -sonreí. -Pero no hay nada mejor que saber que una buena sorpresa se te acaba de adelantar. -me puse de pie y me aleje camino a la barra de bebidas para servir dos copas de whiskey. Me regrese extendiéndole una a Braulio. Él la levantó y chocó con la mía antes de ambos darle un trago a la bebida.




*****

-¿Vas a salir? -deje de rebuscar en mi bolso y voltee a ver a mi hermana. Isabela estaba despierta en sus brazos, sus grandes ojos grises y sin aún tener color definido parecían permanecer fijos en mi. Asentí, me incliné y bese su cabecita. Liberó lo que pareció ser un suspiro con gemido de bebé y sonreí.

-Si, solo vine a cambiarme por algo más cómodo. Debo regresar a la constructora y luego saldré a cerrar un trato con unos posibles socios. -mentí. Ella asintió un tanto desanimada por mi respuesta. Fruncí el ceño. -¿Pasa algo?  -ella negó.

-Nada -suspiró -Es solo que me siento muy sola. Mi vida es muy aburrida y monótona. -el fruncimiento se hizo más intenso.

-Pensé que al nacer Isabela esos pensamientos desaparecerían. -dije, acomode la tira del bolso sobre mi hombro y la rodee con mi brazo por sobre sus hombros. La hice caminar hacia la sala de estar. Volvió a suspirar.

-Yo también, pero es que... -trago fuerte. Nos detuvimos frente al sofá y ambas tomamos asiento. -Me siento atrapada. Tú eres una gran empresaria, talentosa, hermosa, poderosa. -bajo la cabeza -Y yo estoy aquí, viviendo de tu dinero con una niña cuyo padre me abandonó apenas supo de mi embarazo. -coloque dos dedos bajo su mentón y la obligue a mirarme.

Mónica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora