(19) Torturando a Preciado

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Nota: El siguiente capítulo es de alto contenido violento. Leer bajo su responsabilidad.

Torturando a Miguel

-Ya esta. -levante la mirada de la peluda cabecita del conejito de ojos claros y la enfoque en Braulio mientras continuaba mis caricias sobre su costado sano. El animalito mordisqueó el botón de mi chaleco de cuero. -He curado sus heridas y está amarrado sobre la plataforma de madera con los brazos y piernas extendidas.

Hice una mueca de asco al ver toda su camisa azul cielo empapada de la pastosa y mal oliente sangre.

-Le pediré a Matamoros que te traiga un poco de ropa. Ve date un baño y quema esa ropa. -el embolsó una mueca.

-Es una pena era mi camisa favorita. -miró su manchada camisa y me dedico una sonrisa. Se porque lo dice. Esa camisa se la regale hace un año para su cumpleaños. En una cena realizada por su esposa y a la cual fui inducida a participar por Regina. -¿Qué vas a hacer con él?

-Torturarlo, necesito que diga los nombres de los otros desgraciados.

-¿Y después?

-Después lo mataré -levante al conejo de entre mis piernas y lo coloque en el suelo para luego ponerme de pie.

-Lo dices demasiado fácil, como si matar lo fuera -comentó y lo vi dar algunos pasos hasta mi. -¿Has matado alguna vez? -me lleve una mano hasta el cuello y lo acaricie. Aclare mi garganta y evadí su mirada.

-No... pero eso no representa que no pueda hacerlo. -comenté regresándole mi mirada rápidamente. -El odio me mueve, se que puedo hacerlo.

-Estarás terminando con una vida Altagracia. A partir del momento en que lo hagas tus manos se ensuciarán de sangre. ¿Crees ser lo suficientemente fuerte para lidiar con el poder de tu conciencia?

-¿Y tú? -lo enfrente -¿Tu lo harías Braulio?

-¿Yo? -cuestionó sin despegar nuestras miradas. -Yo ya cruce esa línea hace mucho tiempo. -mis ojos se abrieron de golpe, seguido de mi boca. El movimiento de mi mano nerviosa sobre mi cuello se detuvo.

-¿A... a qu...?

-Me iré a duchar -me interrumpió antes de alcanzar a preguntar a quien. Se dio la vuelta y comenzó a desabrocharse la camisa mientras caminaba. Me quede observando su espalda con grandes manchones de sangre, mientras por primera vez en mi vida sentía que no lo conocía.

Que por más investigaciones que le he realizado desde que empezó a trabajar para mi, aún hay detalles que desconozco.


*****

-¿Y bueno comenzamos a jugar? -preguntó Braulio encontrándose conmigo frente a la puerta del sótano donde estaba Preciado. Le dediqué una mirada de arriba a abajo.

-¿Puedes vestirte primero? -le recrimine, él también se recorrió con la mirada. Embolsó una mueca juguetona.

-¿Para qué? Si me voy a volver a ensuciar. -sonrió. Rode mis ojos y decidí dejarlo ser; para luego disponerme a abrir el sótano y a entrar.

De inmediato el putrefacto olor a sangre inundó mis fosas nasales. Hice una mueca.

-¿Como puede ser que tu sangre sea tan asquerosa? -exclamé bajando las escaleras para encontrarme con Miguel Preciado totalmente desnudó y atado hacía mi. -Aunque por lo que veo no es solo tu sangre. -murmure recorriéndolo con la mirada mientras me acercaba hasta él. -¿Como estas?

Mónica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora