(8) Primera caricia

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-Ve -susurró Regina cerca de mi oído mientras ambas desde la puerta de la habitación observábamos a Mónica dormir. Negué

-Si hago esto le voy a hacer daño -dije -Estoy muy dañada Regina, estoy muy llena de odio. -voltee a verla -Ella no merece todo eso. -Regina negó frenéticamente.

-No, no es así. Si estuvieras dañada no nos cuidarías y amarías tanto. -se llevó una mano hasta el vientre y lo acarició. Hice una mueca triste intentando que fuera una media sonrisa y también lleve mi mano hasta su barriga. -Ella es una niña muy noble, muy inteligente sabrá entenderte y será ella misma quien te enseñe a ser una buena mamá para ella. Regrese mi mirada hacía Mónica. -Ve -me animo colocando una mano sobre mi hombro. Tome una gran bocanada de aire y a pasos pausados me acerqué hasta ella.

Tome asiento en el borde de su cama y la observé. Permanecía con los brazos y las piernas extendidas cubriendo gran parte de esta y en su carita tenía formado un puchero. El oso espantoso siendo sostenido entre sus dedos. Las lágrimas de hace un rato aún permanecían creando surcos secos en su mejillas, suspire y levante con cuidado mi mano. Pude ver mi propio temblor cuando la acerqué hasta su mejilla y pase mis pulgares buscando borrar cualquier rastro de lagrimas. Ella suspiró y se arrulló, sonreí.

-Yo nunca hubiera querido hacerte daño. Es solo que no se cuidarte. -sonreí - Siempre he pensado que mantenerte lejos de mi iba a ser lo mejor para ti. En mis planes no estaba ser madre tan pronto y menos de esa forma. Estoy tan llena de odio. -lleve mi mano hasta su flequillo y lo acaricie. -Y siempre haz sido un recuerdo constante de esa maldita noche. -suspire. -Eres tan inocente, tan víctima de todo esto como yo... Pero tan dolorosamente presente en mi vida. -sollocé -Perdón... -Ella se removió en la cama hasta voltearse de lado y me paralice. Aprisionó con fuerza el oso contra su pecho y se acomodó. Lleve las palmas de mis manos hasta mis mejillas y las seque. Tome una gran bocanada de aire y la mire. -Pero te prometo que intentaré ser más llevadera contigo, poco a poco intentaré ser esa mamá que necesitas, intentaré cuidarte. -lleve mi dedo índice hasta su nariz. -Aunque vas a tener que tenerme mucha paciencia pequeña. -ella se removió y se arrulló. Me puse de pie y me incliné sobre ella para dejar un beso sobre su cabeza. Cerré los ojos y me deje ir en esta primera y tierna caricia. Acariciando una última vez su mejilla me di la media vuelta para irme. No sin antes dedicarle una mirada a la fría e imperfecta habitación.

Solo hasta ahora note que no hay ni un solo artículo que muestre que es la habitación de una niña. No hay juguetes, no hay colores, no hay absolutamente nada infantil aparte del oso de peluche que la niña esta abrazando.

-Doña -susurró Rosalba apareciendo frente a la puerta. Voltee a verla. -Tiene una llamada de la oficina. -asentí

*****

Regina Sandoval:

-¿Mónica cariño qué haces aquí? -cuestione al ver a Mónica sentada a un lado de la escalera, con el oso sostenido entre sus dedos y mirando hacía la sala. -¿Estas viendo a tu mamá? -pregunte al ver que su mirada estaba fija en Altagracia.

-¿Tía quien es el?

-¿Él? -pregunte con el ceño fruncido al ver su interés. -Es Rafael cariño, trabaja para tu mamá -ella asintió aunque sin quitarle los ojos de encima. -Mejor dejémoslos hablar, si tu mamá se entera que la espiamos se va a enojar. -estire mi mano, ella se cambió el oso al bracito enyesado y la tomó. Justo en ese momento sonó el timbre y vimos cómo Rosalba nos pasó por el lado para ir a abrir. Segundos después otro hombre de cabello negro y ojos verde grisáceos entro. Nos saludo con un asentimiento de cabeza y una sonrisa y continuó su camino. Mónica lo siguió con la mirada.

-¿Y él? -negué aunque en realidad no me estaba viendo.

-¿Regina? ¿Mónica qué hacen ahí? -voltee a ver a Altagracia quien nos miraba cruzándose de brazos. Volví a negar. - ¡Acérquense! -nos llamó y Mónica se aferró a mi mano.

-Braulio, Rafael les presento a mi hermana Regina -Rafael levantó la mano y me saludó mientras Braulio estiraba su mano hacía mi. Levante mi mano libre y la tome.

-Un placer -asentí

-Igualmente

-Ya Regina y yo nos conocimos cuando llegue. -comentó Rafael y yo asentí en respuesta. -Lo que no sabía es que era tu hermana. Por cierto señora, con todo respeto es usted muy bonita. -Sonreí, Altagracia frunció el ceño. -¿Y está preciosura quien es? -Altagracia volteo a verlo y luego le dirigió una rápida mirada a Mónica. Rafael se bajo hasta la altura de la niña y estiró su mano para acariciar su mentón, pero antes de alcanzar a hacerlo Mónica alejó su carita. -Altagracia enarcó una ceja hacía Mónica y yo fruncí el ceño. Ella no suele ser así.

-Es mi hija -contestó Altagracia y la rodeó con su brazo acercándola más a ella. Pude ver como su cuerpo se puso en alerta como si tuviera que protegerla. Mónica colocó su bracito bueno sobre la espalda de Altagracia y se escondió. Mi ceño fruncido se intensificó.

-No sabia que tuviera una hija -respondió Rafael con una sonrisa de medio lado. -Y menos tan grandecita. -Altagracia volvió a enarcar una ceja y aprisionó más a Mónica sobre ella.

-Ya ves que si -contestó -Regina lleva a Mónica a cenar y luego a su habitación. Ya se hace tarde y debe dormir -me dijo sin voltear a verme. Asentí

-Vamos cariño -tome la mano de Mónica. Ella me volteo a ver para luego dirigirle otra mirada a Altagracia.

-Ve Mónica -la niña se alejó de Altagracia y sin esperar comencé a alejarme tirando de ella suavemente.

-Tia Regina

-Dime cariño

-No me gusta ese señor -fruncí el ceño. -me detuve de golpe y voltee a verla.

-¿Por qué? -cuestione

-No se -se encogió de hombros y sin decir nada más me paso por el lado con sus piececitos descalzos haciendo un suave eco por todo el lugar.

Mónica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora