(2) Sus ojos

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-¿Tía dormirás conmigo? -la vocecita de Mónica penetro mis oídos apenas crucé el pasillo camino a mi habitación.

-Claro que si cariño -me detuve a mitad de camino, frente a la puerta de su habitación y la abrí. Ambas voltearon a verme, Regina detuvo su tarea de ayudarla a ponerse la blusa de su pijamada y Mónica enmudeció.

-Mónica ya es tarde ¿Que haces despierta a esta hora? -dije y vi como el brillo nervioso se cruzó por su mirada. Regina tiene razón la pongo nerviosa, la asusto.

-Está muñeca y yo nos entretuvimos viendo una película, pero ya se va a dormir ¿cierto? -acarició su cabello y Mónica asintió. Asentí y me acerqué hasta su mesita de noche donde un vaso de agua y su medicina para el dolor de su bracito permanecían colocados. Los tome, serví una cucharada del medicamento y se la extendí. La respiración de la niña se detuvo y me miró con los ojos abiertos. Volteo a ver a Regina y ella le dedico una sonrisa. -Anda amor, toma tu medicina. -la niña me regreso la mirada y temí que en cualquier momento se echara a llorar. Me dolió verla tan nerviosa.

-Mónica tu medicina -dije y ella acercó su boca hasta la cuchara y la tomó. Le dediqué una media sonrisa y le pase su vaso de agua. Ella lo tomó con sus dedos temblorosos y lo bebió. -Ahora a dormir, Buenas noches. -voltee a verla esperando una respuesta pero nada. -Buenas noches -repetí, no voy a tolerar que sea maleducada. Cuando se le dice buenas noches por más nerviosa que este debe responder.

-Buenas noches -asentí satisfecha y voltee a ver a Regina.

-Y tu, anda a descansar también. Vamos, te acompaño -estire mi mano para que Regina la alcanzara. Ella le dedicó una rápida mirada a Mónica y la niña realizó una mueca triste. La escuché cuando le pedía a Regina dormir juntas, pero no. No me puedo dar el lujo de que se vuelva una niña consentida y caprichosa. -Vamos, en tu estado y más en estos últimos meses es bueno aprovechar cada minuto de descanso. Regina se estiró sobre Mónica y besó su frente.

-Descansa cariño. Ya sabes donde está mi habitación ¿si? -la pequeña asintió y colocando ambas manos sobre su mejillas beso repetidas veces la cara de Regina. Espere por Regina y mientras ella se me adelantaba apague la luz y cerré la puerta a mis espaldas.

-Altagracia -Regina dio un paso hacia a mi, estirando la mano para abrir la puerta. Enarque una ceja. Ella mejor que nadie sabe como me molesta la desobediencia y cuando dije que Mónica tiene que dormir, es que va a dormir. Ella abrió la boca para decir algo, mas sin embargo rápidamente la volvió a cerrar. Un brillo apenado se cruzó por su mirada, que no comprendí.

La vi adentrarse a su habitación y yo continué camino a la mía para darme un baño de burbujas e intentar descansar. Después del día tan pesado que tuve en la constructora, lo más que deseo es dormir. Menos mal que un nuevo abogado se acaba de unir. No suelo hablar bien de un hombre, pero Braulio Padilla parece un hombre leal y por lo que veo le gusté. Tal vez pueda usar eso a mi conveniencia para hacerme de nuevos terrenos rápidamente y sin gastar tanto dinero para obtenerlos.

******

"¡Regina corre!"

"¡No!"

"-¡Suéltenme, no! -senti mi garganta desgarrarse con cada grito realizado. Patalee, golpee... pero ni así me soltaban. Sentí como me dejaban caer sobre un monto de paja y cartón y me desgarraban el vestido"

"¡NO!"

"Que rica conejita -sentí respirar a la última bestia sobre mi cuello al mismo tiempo que continuaba bombeando con fuerza en mi interior. De la misma forma que lo hicieron las cuatro bestias anteriores. Desgarrándome con cada movimiento... Ya no tengo fuerzas para forcejear por lo que permanezco inmóvil, ya ni las lágrimas corren por mis mejillas, simplemente permanezco con los ojos cerrados con fuerza esperando que alguno de ellos se digne a matarme de una buena vez. La imagen de mis padres y Cesar muertos a mi lado se cruza por mi cabeza a pesar de tener los ojos cerrados"

Abro mis ojos de golpe, con mi pecho subiendo y bajando por la respiración agitada. Gotas de sudor humedecen mi cuello haciéndome sentir pegajosa y me remuevo sobre la cama para retirar las sábanas de mi cuerpo. Solo fue otra maldita pesadilla. Tomó asiento en el borde de la cama y buscando con mis pies mis zapatillas me las colocó. Acomodo mi bata de dormir y me dirijo hacía la salida por un vaso de agua.

A penas doy dos pasos fuera de mi habitación cuando me encuentro a Mónica saliendo de la suya. Se estira sobre sus piececitos para cerrar su puerta.

-Mónica -la llamó y la niña se sobre salta, voltea a verme asustada, podría apostar que el terror cruza su mirada ¿Por qué me teme tanto? Nunca le he hecho daño. -Es media noche ¿Qué haces fuera de tu habitación a esta hora?

-Solo... solo... -la vi tragar fuerte -Solo no puedo dormir, mi brazo molesta.

-¿Te duele? -cuestione y ella negó.

-Solo un poco...

-¿Y a donde ibas? -sus ojitos asustados se encontraron con los míos. Podría jurar que desea que me aleje.

-Con... con la tía Regina -volvió a tragar. -Ella sabe de mi medicina. -asentí

-Anda ven, yo te la daré para que puedas dormir. No es bueno que estes despertando a Regina a estas horas. No le hace bien. -la pequeña asiente con la cabeza baja y tengo que contener el impulso de tomarla por el mentón y obligarla a levantarla. Aunque soy su madre debería entender que no debe bajar la cabeza ante nadie. Por más pequeña que sea... -Vamos -la anime y ella me pasó por el lado para adentrarse de nuevo en su habitación. Me acerqué hasta la mesita de noche y mientras la veía acomodarse de nuevo sobre su cama destape el frasco y rellene una nueva cucharada. La niña me miró antes de abrir sus labios, observé cómo se la tragó y le pase un nuevo vaso de agua justo en el momento en que su estómago comenzó a crujir. Enarque una ceja y ella me miró avergonzada.

-¿Tienes hambre? -ella asintió y yo suspiré -¿No cenaste? -ella negó.

-La tía Regina me hizo un sándwich pero no tenía hambre.

-Mónica no debes saltarte las comidas. Debes comer exactamente a tus horas. -le recrimine y ella volvió a mirarme asustada. Realmente me molesta que Regina no le ponga límites a veces. -Levántate vamos a la cocina por algo -dije y la niña me volvió a mirar. -¿O prefieres dormir con el estómago vacío? -le cuestione molesta, sus ojitos cafés se alejaron de mi y negó. Camine hasta la puerta esperando que me siguiera. Así lo hizo porque el golpeteo de sus piececitos descalzos hizo eco atrás de mi.

*****

-Cómelo rápido -dije mientras colocaba un plato de galletas con chispas de chocolate que prepararon Rosalba y Regina hace unos días. Abrí el refrigerador y retire una jarra de leche. Le serví un vaso y se lo extendí. Lo envolvió con los deditos de su mano buena. Sus ojitos se volvieron a posar en mi y de nuevo el brillo de su mirada me incomodó. Sus ojos...

"Qué linda conejita - sus ojos cafés conectaron con los míos mientras su risa hacía eco en mis oídos. "

Alejé mis pensamientos con una sacudida de cabeza y me enfoqué en Mónica quien mordía su primera galleta y bebía un poco de la leche.

-Estaré en el despacho, terminas de comer y subes a dormir -la mire fijamente y ella asintió. Rellene un vaso de agua fría y me dirigí a la salida dejándola sola en la mesa de la cocina.

A primera hora de la mañana hablaré con Regina, necesito que la regrese al colegio. Si necesitan a alguien que se ocupe de sus cuidados mientras le quitan el yeso, perfecto contrataré a alguien. Pero necesito alejarme de ella... de su carita, de sus ojos...

Mónica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora