#16

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Algunas veces, Haechan tenía un sueño recurrente, esa noche no fue la excepción.

Más bien, Haechan recordaba cuando Mark aún era uno de sus cachorros y tenía una pequeña caja que guardaba con recelo y no permitía que nadie, a excepción de Taeyong, viera su interior, ni siquera su omega. Tenía estrellas y era de cartón, un poco más grande que una caja de cereal y parecía ser una artesanía del pequeño Mark, posiblemente de cuando aún estaba en Canadá.

El sueño comenzaba con una sensación tan dolorosa que aún no era capaz de olvidar, cuando llegó uno de los celos más dolorosos que Haechan pasaría, casi comparable con su presentación. Mark le cuidó y le cocinó lo único que sabía hacer.

En ese entonces le ayudó con cuidado a llegar al comedor, mientras Jeno y Jaemin se encargaban de cambiar las sábanas, y le sentó en la isla de la cocina. Tomó una cacerola pequeña, la llenó con leche y la puso al fuego. Luego le dejó solo, Haechan recuerda pensar en lo inútil que sería si la leche hervia antes de tiempo, no se sentía con las fuerzas suficientes como para levantarse y evitar un accidente en la cocina.

Unos minutos después, Mark volvió con su caja de los secretos y de su interior sacó una bolsita mediana.

—¿Qué es eso?— cuestionó Haechan observando las pequeñas semillas que Mark  agregaba a la leche hirviendo.

—Se llama avena. Cuando me sentía mal, mamá la cocinaba con leche, le ponía un poco de miel, fruta fresca y caramelo por encima, era su receta para al dolor y me hacía feliz— confesó con una gran sonrisa en sus labios.

Aún no podía olvidar el suave olor a la avena hirviendo en leche, delicado y casi imperceptible. Su sabor se complementaba con la miel, el caramelo, y los pequeños trocitos de banana y manzana, suavizando un sabor que debía ser empalagoso por si solo.

Creyó estar soñando dentro de un sueño cuando, al abrir los ojos, seguía percibiendo al aroma suave a la avena hervida.

—Ya no duele, Haechannie— susurró RenJun, abrazado a su cuerpo— Puedo sentir tu olor, ya no hueles a mamá, es como a caramelo.

Por algo que no entendía, Haechan quiso llorar. Envolvió entre sus brazos a su cachorro y besó su frente. Su pecho se sentía cálido, nostálgico, pensó el Mark y su receta para dolor. Se sintió pequeño.

Sus pequeños seguían creciendo y no había nada que hacer contra eso. Acarició el cabello de su niño, suavemente, hasta que volvió a dormirse.

Haechan se abrazó al beta, sin poder evitar recordar que aquella tarde Mark le había dado la última porción de sandía.

Fullsun's Pack.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora