4. ¿Me extrañaste?

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Han pasado dos semanas desde el
evento y papá ya está en casa, aún le cuesta bajar las escaleras y no puede trabajar por unas cuantas semanas más pero los doctores dijeron que está fuera de peligro.
Archie aún no puede dormir en la noche, un par de veces me ha dado un susto de muerte cuando bajo a buscar agua y él está sentado frente a la puerta con un bat de baseball.
Cansada de encontrarlo a media noche frente a la puerta hundida en la obscuridad, opté por disolver una de mis pastillas para el insomnio en un poco de agua, que lo obligo a tomar conmigo. Aunque él no lo sabe aún.

Archie y yo veníamos bajando las escaleras para irnos al escuela.
—Buenos días, chicos.— escuchamos su voz en la cocina.
—Oh no, me largo.— encaré a mi hermano con la cara más sorprendida y molesta que pude haber puesto, moví mi boca gritando las palabras sin hacer un solo sonido y estaba decidida a volver arriba. Desafortunadamente, mi hermano me tomó por los hombros, me dio la
media vuelta y me escoltó hasta la cocina. Ahí estaba ella, con su pelo rojizo reflejando el sol, el dulce
olor de sus típicos rollos de canela inundaba el aire, jugo de naranja recién hecho y tenía puesto mi delantal favorito. Mi madre estaba preparando el desayuno y por más que la odiara en este momento, nadie en su sano juicio de atrevería a desperdiciar enorme oportunidad. Por suerte, ella siempre hacía excepciones conmigo así que ¿por qué no enseñarle que yo también aprendí un poco de eso?
Volví a dar media vuelta y antes de salir, Archie me dio una última mirada suplicando que me quedara.
—Sé que están ahí.— maldije por dentro y me vi obligada a quedarme.
—Hola mamá.— habló mi hermano.
—Hey, Arch.— se acercó a abrazarlo y a mi me dio una mirada de pies a cabeza antes de abrazarme también. —Skye, mírate.— me observo un poco y dio esa sonrisa sarcástica.
—No hace falta fingir.— susurré y mi hermano me dio un ligero codazo.
—Les preparé el desayuno.— sonrió mamá.
—Gracias, ya voy tarde.— exclamé y me acerqué a tomar una manzana.
—Oh, bueno... supongo que puedes llevártelo.— hablo dudosa.
—Tengo que ir al azul y oro.— dije negando con la cabeza y salí, solté un enorme suspiro que no sabía que estaba aguantando y me monté en la motocicleta directo a Pop's.

Estaba en la mesa del fondo, adelantando el artículo de la semana para el azul y oro cuando alguien se sentó en la mesa.
—Hola, tú.— habló Ronnie. La salude y después de que ella preguntara sobre mi sorpresiva presencia en el dinner, ya que nunca iba a esa hora, le conté sobre mi madre. Hablamos un rato mientras disfrutábamos un par de malteadas de fresa y una orden de hoy cakes. Ella me contó sobre su padre y la última pelea que habían tenido, también me dijo que había encontrado un archivo que declaraba Pop's a su nombre, después de que supuestamente Hiram lo comprara.
—Ronnie esta es una excelente oportunidad. Ven conmigo, te mostraré algo.— hablé y la levanté de la mesa, nos acercamos con Pop y le pedí las llaves del escondite. Caminamos hasta el fondo de la cafetería y abrí la pequeña reja que estaba ahí, bajamos las escaleras y le enseñé el lugar.
—Aquí solíamos venir con las serpientes cuando no podía ir al bar. Es un buen lugar y seguramente tú tienes una perfecta idea.— estábamos debajo del dinner, había un tipo bar que no se usaba, había un par de muebles y esas cosas pero nada en especial. De inmediato Verónica idealizó un exclusivo bar con música en vivo, clase y glamour. Subimos al dinner y regresamos a nuestra mesa.
—Si este lugar es tuyo, imagínate lo que podrías hacer allá abajo.— hablé.
—Lo sé, pero si mi padre recibe un golpe como este, necesitaré alguien que cuide mi espalda.— terminó su malteada.
—¿Sabes qué las serpientes podríamos hacerlo?— ofrecí nuestros servicios. —Nos encargaremos de la seguridad del lugar y la tuya.— sonreí.
—Genial, serán mil dólares al mes.— comenzó la oferta.
—Tres mil.— contraataqué.
—Mil quinientos.— dijo ella.
—Dos mil quinientos.— hablé.
—Dos mil.— soltó. Estrechamos las manos y nos fuimos de ahí. Tenía que ir con los chicos y ella a adueñarse de su propiedad. Sabía que no ofrecería más de dos mil
dólares así que la clave es siempre pedir más.

Estaba en el azul y oro cuando el teléfono sonó, como era la única ahí  tuve que atender pero no dije nada ya que estaba muy concentrada en el artículo.
—Hola, Betty. ¿Me extrañaste?— era una voz tan extraña, parecía distorsionada con un aparato.
—¿Quién es?— me recorrió un escalofrío por la espalda y voz tembló un poco.
—¿Acaso tengo que dispararle a alguien otra vez para que dejes de preguntar eso? El último por poco no sobrevive para contarlo.— decoró ese comentario con una risa cínica llena de satisfacción. Me quedé helada, estaba claro que era aquel mal nacido que le disparó a mi padre.
Quedé aún más atónita ante el hecho de que estuviera hablando con Betty.
Pronto corto la llamada y yo no podía moverme, sentí toda la sangre subir a mi cabeza y comencé a sentirme un poco mareada. Las lágrimas no tardaron en salir y no pude contener la rabia de que mi mejor amiga me ocultara esto. El hecho de ver sus cosas me hervía la sangre así que con toda la ira que tenía, tiré todo lo que había en su escritorio. Un papel rojo voló por el aire y cuando llegó al piso dejó ver su mensaje "Viernes 9:30 p.m Blackhood"
—¿Skye?— la rubia estaba atónita en la puerta y no pude hacer otra cosa que gritarle.
—¿Cómo pudiste?—

dedicado con todo el amor y agradecimiento por tanto apoyo a: Ilse_Jimenez14

Our New Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora