5. Problemas

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—Mientras mi padre pasaba las noches en una sala de hospital con nosotros rogando por su vida tú estabas hablando con el mal nacido que casi lo manda a la tumba.— me acerqué a ella, fúrica.
—Skye, tranquila.— puso sus manos frente a mi y retrocedió unos pasos.
—No me pidas que me calme, Elizabeth. ¡Mi padre luchaba por su vida a través de una máquina!— grité, mi cara ardía y mis puños temblaban de la fuerza que estaba aplicando en ellos. —Fuiste a visitarlo y tuviste el valor de pararte frente a mi y decirme que estabas para mi si necesitaba algo.— recargue mi dedo índice con cierta fuerza en su pecho, ella seguía retrocediendo. No me di cuenta que ya estábamos en el pasillo frente al azul y oro, la gente comenzaba a rodearnos y a murmurar.

Las lágrimas corrían por mis mejillas que a su vez ardían como el mismísimo infierno, el peso de la traición caía sobre mi corazón y el miedo de Betty solo me hacía enfurecer más. Mis puños estaban increíblemente tensos, me ardían las manos pero aún así no podía deshacerlos.
—Déjame explicarte.— susurró ella chocando contra los casilleros a su espalda, ya no podía retroceder más. Puse una mano en su hombro y apreté mi agarre, ella se quejó e hizo una mueca que lo único que logro fue llenarme más de adrenalina y descontrol. Apreté la mandíbula y también mi puño, luego lo levanté lentamente y dejé escapar un último par de lágrimas. No estaba segura de qué pasaría después de lo que estaba por hacer pero realmente no me importaba, no podía sentirme peor y era la única forma de desquitarme.
Justo cuando estaba a punto de golpearla, sentí que alguien me levantó del piso y me alejo de Betty. Vi cómo llegaban Jughead y Archie a lo lejos, corriendo a más no poder. Golpee la espalda de quien fuera que me había levantado, aún me estaba sosteniendo en el aire y con un solo brazo, después de unos segundos decidí aumentar mi lista de nombres de quien debía vengarme. Betty Cooper y... ¿Quién es este grandulón? me pregunté y fue entonces cuando vi la espalda de cuero, mis ojos recorrieron hasta los hombros y al verlos descubiertos golpee esa espalda más fuerte. Jughead apareció de inmediato, me dio una mirada rápida y le hizo una seña al grandote para que lo siguiera. Aún en la espalda del idiota, súper que iríamos al vestidor de chicos porque era el único lugar que había en la dirección que habían tomado, eso el vestidor de chicas y el gimnasio pero como ellos eran dos, era más fácil llevarme al de ellos.
—¿Cuál es tu maldito problema Sweet Pea?— gruñí cuando por fin me dejó en una banca.
—Mi maldito problema es que estuviste a casi nada de golpear a Betty.— el solo escuchar su nombre me hervía la sangre.
—¡Esa maldita pe...— apreté los dientes e intenté salir tras ella aunque esta vez Jug me detuvo por la cintura. Él le hizo una seña a Sweet Pea para que nos dejara solos, no sin antes darme una última mirada llena de curiosidad y sorpresa.
—¿Skye, que demonios está pasando?— preguntó obligándome a encararlo.
—¡Esa idiota ha estado hablando con el maldito que intento asesinar a mi padre!— grité. El hecho de recordar todo eso me hizo sentirme peor. —Se supone que es mi mejor amiga, crecimos juntas, iba a la casa del árbol a jugar con nosotros. Papá la dejaba dormir en casa cuando sus padres peleaban.— fue entonces cuando me desmoroné por completo. Las lágrimas comenzaron a salir y los sollozos las acompañaban, no parecía que iban a parar pronto así que Jug me acercó a su pecho y me abrazó hasta que pude dejar de llorar. Por fin le expliqué todo tal cual pasaron las cosas, la llamada, el escritorio, el papel rojo, todo. Mi novio me ayudo a entender todo, no tenía idea de porqué había pasado todo eso ni de donde había venido tanta ira, me sentía muy mal y aún estaba increíblemente enojada con Betty, pero sabía que había hecho mal en intentar golpearla. Era algo completamente estúpido y fuera de lugar, debí haberla dejado explicarse.
—No estoy lista ahora, no quiero hablarle ni mucho menos verla. Sé que debería disculparme pero no puedo superar el hecho de que me ocultara algo tan grande.— admití.
—Está bien, por ahora te llevaré a casa y me quedaré cuanto tiempo quieras.— sonrío, limpio mis lágrimas y deposito un tierno beso en mi cien. Tomó mi mano y me llevó por un pasillo que casi nadie recorría hasta la salida, fuimos por las motocicletas y entonces recordé a mi madre.
—Oh, Jug. Olvidé mencionar que mi madre está en casa, vayamos al bar ¿si?— él rió negando con la cabeza pero al final aceptó el white whyrm.

Al llegar allá, me disculpé con Sweet Pea y jugamos una partida de billar, Fangs llego con hamburguesas para todos y Toni cerró con broche de oro con sus deliciosos cócteles. Bailamos, reímos, jugamos y comimos. Me sentí tan bien durante esas horas que me olvidé por completo de los problemas de casa. Deseaba tanto quedarme aquí esta noche pero debía volver para ver a papá, el no sabía nada del asunto con Betty ni con mamá así que para el todo estaba normal. Aún si mi hermano y mi madre estuvieran en casa, yo debía cuidarlo y encargarme de ciertas cosas que ellos no sabrían cómo.

Al llegar a casa, entre y deje mi casco en el recibidor. Me dirigí a la cocina y me serví un poco de café y la exclamación de mi madre me recordó que también traía mi chaqueta.
—Oh Dios mío.—

Our New Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora