37. Trampas

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—¿Segura que funcionará?— Jughead me hablaba de otro lado de la línea.
—¡No lo sé, Jug!— grité un tanto desesperada, todos me seguían preguntando lo mismo y se estaba volviendo un poco irritante. —Tiene qué. Es nuestra mejor oportunidad... y la única que tendremos.— el nerviosismo se apoderaba de cada célula de mi ser y comenzaba a temblar.

Los minutos se sentían eternos y la penumbra de la noche me aterraba un poco. Había esperado un rato ya y el frío comenzaba a calarme los huesos, intentaba mantenerme caliente frotando mis manos entre sí pero no era muy efectivo. Finalmente vi un par de luces acercándose a baja velocidad, el auto se detuvo a unos cuantos metros y un chico emergió de este.
—¿Estás por aquí seguido?— preguntó justo cómo Sweet Pea dijo que lo haría.
—No, solo pasaba por el vecindario.— respondí esperando que fuera la clave correcta. El chico se detuvo un momento y después avanzó hacia mi, al verlo e cerca me di cuenta que ya nos cocinamos así que agradecí que no hubiera mucha luz para que me identificara. Me extendió un par de sobres de fizzle rocks y me aseguré de levantarlos a la altura de mi rostro para tener un buen ángulo de ellas.
—¿Y bien? ¿Me pagarás?— habló con prisa y encontré el momento perfecto para entrar en su cabeza.
—Mmm... no creo. Pero gracias por traerlas con tanta premura.— exclamé caminando hacia mi motocicleta, el chico desconcertado se acercó a mi y me pedía su dinero. —Créeme que estoy haciendo lo mejor para ti.— le dije antes de arrancar.
—¡Lo mejor para mi! ¿Quién demonios diría eso?— exclamaba con desesperación y al ver en su dirección, logré visualizar un par de siluetas moviéndose rápidamente hacia nosotros.
—Tú abogado.— mencioné mientras se lo llevaban, evidentemente recibí demasiados insultos de su parte y unas cuantas amenazas más.

No sabía cómo sentirme así respecto, era solo un chico, era obvio que los líderes de todo esto no saldrían a las calles a arriesgar sus traseros y en su lugar usarían a peones necesitados y desesperados, justo cómo este chico. Vagando entre mis pensamientos, mi vista estaba perdida en los oscuros rincones del bosque ignorando por completo todo lo demás, había bloqueado de alguna extraña forma todos mis sentidos de lo que pasaba alrededor y no fue hasta que sentí un movimiento en mi brazo que volví a mi misma.
—¿Te encuentras bien, Skye?— su cara reflejaba confusión y un poco de preocupación al mismo tiempo.
—Oh, si. De maravilla. Gracias sheriff, Keller.— agradecí entregándole el sobre de la droga que me había dado el chico hacía un rato. La primera parte del plan había sido completada exitosamente, así que me sentí aliviada de poder quitarme un poco del peso que cargaba en mi espalda. Había hecho un trato con el sheriff, si lográbamos darles a los verdaderos traficantes, entonces gran parte de nuestros problemas como pandilla, se resolverían y bueno... eso era mejor que nada.

Ahora solo quedaba ver el seguimiento que se le daría al caso por parte del cuerpo policial y esperar por lo mejor para nosotros. Si todo funcionaba de acuerdo al plan, entonces todos estos problemas legales que nos perseguían, desaparecerían y podríamos volver a la normalidad.

Desperté por el ruido de mi alarma, me levanté de inmediato y corrí a la ducha. Me vestí y salí corriendo de casa a la oficina del sheriff.
—Sheriff Keller, hola. Lamento mucho molestarlo pero me preguntaba si la investigación iba bien..?— no quería preguntarle directamente porque sabía que no podía discutir los detalles conmigo.
—Hacemos lo que podemos, Skye. Pero ya conoces las reglas...— lo interrumpí antes sé que pudiera decirlo él.
—No pude discutir los detalles de una investigación en curso, lo sé. Solo me preguntaba si había sido más en lo que pudiera ayudar... no lo sé, tal vez necesite un... una... ¡Secretaria! ¿Quién no necesita una nueva secretaria en una gran oficina cómo esta?— comenzaba a divagar así que en parte agradecí que Kevin entrara por la puerta de la oficina.
—¡Adiós pa..! ¿Skye? ¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó confundido.
—Oh, yo solo... pasaba a buscarte. Tenemos que discutir un par de cosas del musical.— su confusión se fue de inmediato y se puso serio, resaltando que había mucho de que hablar. Casi me arrastró a la puerta de salida pero antes de irnos me asegure de agradecerle y disculparme con el sheriff.

Mi excusa me había salido muy cara, pues junto con Kevin habíamos pasado toda la mañana encerrados en el auditorio afinando detalles para la presentación, pues solo faltaba una semana para el gran día.

—¡Hey!— escuché una voz femenina desde el fondo del auditorio y corrí a mi salvación. —Traje un poco de café y donas.— exclamó Verónica.
—¡Ahh!— solté un suspiro muy exagerado. —Eres un ángel.— tomé el vaso de café que me extendía, elegí una dona con glaseado y la comencé a decirse de inmediato. —Mmm...— solté para dar a entender lo mucho que amaba las donas. —Te besaría ahora mismo.— exclamé con la boca llena de pan y ella rió.
—Será mejor para la próxima.— me  guiñó siguiendo el juego y caminó hacia Kevin dejándome atrás.
—¡Hey!— la hice voltear. —Que no se te suba a la cabeza, jamás dije que me gustaría.— exclamé y solo recibí un par de risas como respuesta.

Caminaba por el backstage supervisando que todos hicieran su trabajo y que siguiéramos avanzando como lo habíamos hecho hasta ahora. Corrí a buscar un par de pinturas para un mural y cuando llegué a la bodega, la puerta se cerro de un azotón y cuando me di la cuenta, sentí mi sangre bajar a los pies y solo pude susurrar su nombre.
—Penny...—

Our New Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora