10. Inesperado

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—¿Fangs?— dije al verlo en el piso, el resto de los chicos seguían repartiendo golpes en medio de la carretera. Eran los bulldogs y las serpientes en una pelea de nuevo.
—¡Skyelar!— escuché la voz de mi hermano y de inmediato sentí un fuerte golpe en la mejilla. Perdí el balance y caí al piso, entonces vi unas zapatillas frente a la casa, levanté la mirada encontrándome con Verónica desconcertada y asustada. Sorprendentemente, ella sostenía un arma en las manos, temblorosa e indecisa se le miraba. Escupí un poco de sangre que había llenado mi boca y me levanté acercándome a ella, le arrebaté la pistola , la levanté en el aire mientras me armaba de valor y solté un disparo. Todo el mundo dejó de pelear y voltearon a verme, crucé miradas con Sweet Pea, estaba asustado y confundido, igual que el resto.
—¡Largo!— grité hacia las serpientes. No sabía que acababa de pasar pero habían venido por mi familia —Sé que perdí todo derecho que tenía con ustedes, pero esta vez fueron demasiado lejos.— golpeé a Big Boy en el pecho y lo empujé, después de eso Fangs, Sweet Pea y él salieron corriendo, pues eran los únicos que quedaban.
Mientras tanto, Reggie llevó a Dilton a la camioneta de mi padre y un chico corrió para saltar a la parte de atrás, al parecer Doiley estaba herido y lo llevaban al hospital.
—¿Estás bien?— pregunto Verónica asustada. La mejilla dolía demasiado, sin embargo la traición era mil veces peor. Tantos sentimientos me invadían rápidamente que solo le dediqué una mirada llena de no sé qué y con el ceño fruncido solté un suspiro para después subir corriendo a mi habitación. Azoté la puerta detrás de mi y le di un golpe a la pared, que debo admitir, dolió más de lo esperado.

Estaba acostada, abrazando una almohada. Me había duchado y puesto la pijama, escuchaba mi teléfono sonar desde algún lado de la habitación pero no me molestaba en buscarlo, no tenía ánimos para nada. Me sentía traicionada, personas de las que más quería se habían metido con mi familia, mi todo, a pesar de que algún día juraron protegerlos como si fuesen la suya. No sabía cómo reaccionar, no tenía ni la menor idea de qué pasaría mañana, pero supongo que así es la vida.
—¿Skye?— escuché a mi hermano en la puerta, tocó suavemente y la abrió solo un poco. Cómo tenía todas las luces apagadas, la abertura filtró toda la iluminación del pasillo dejando ver el desastre de mi habitación. Archie entró y se sentó en mi cama, dejó un plato en mi buró y me hizo levantar la cabeza para que su pierna me quedara de almohada. Me acurruqué mientras él acariciaba mi cabello y me decía lo mucho que sentía todo lo sucedido, me explicó un poco de cómo habían pasado las cosas y me sentía aún peor. Me había dado hielo para el golpe y mientras él hablaba, yo intentaba congelar mis lágrimas.
—Debes entender que todo esto fue culpa de todos. El pueblo ya no es seguro, hay un criminal suelto y todos están más que alterados. Pues está viviendo entre nosotros y nadie sabe cómo se ve un asesino.— me consolaba mi hermano. Poco a poco, su voz me arrulló y terminé quedándome dormida, cosa que resultaba sorprendente porque últimamente había usado mis pastillas para dormir diario.

Esta mañana Archie me llevó a la escuela, pues le mentí a papá diciéndole que me había caído de la motocicleta cuando no llevaba casco así que me castigó un par de semanas. Tenía puestos los lentes de sol, que cubrían el ligero corte en el pómulo, sin embargo tenía el labio igual y ese no se podía cubrir. Al entrar a la escuela, como era de esperarse varias miradas y murmullos me seguían. Mi hermano me llevó a mi casillero y después de preguntarme por lo menos unas tres veces si estaría bien sola, por fin me dejó. Los lentes obscuros meet impedían ver el interior del casillero así que me los quité.
—Dios mío, Skye.— escuché a mi lado. Eche un vistazo de reojo y vi a Sweet Pea parado a un lado mío.
—¿Vienes a burlarte?— respondí enojada —¿A amenazarme?— le grité un poco.
—De acuerdo, tranquila.— intentó calmarme pero yo no lo permitía.
—¡No, no me digas que tranquila! Maldición, Sweet Pea, mi familia. ¡Mi jodida familia!— golpeaba su pecho para que se alegara de mi, él no ponía resistencia alguna y hasta que termine de empujarlo habló de nuevo.
—Desde que F.P. se fue todo comenzó a desmoronarse, tú eras la única que mantenía el orden entre nosotros y bueno... cuando te fuiste, Tall Boy asumió el cargo. Se ha hecho de todas las decisiones y responsabilidades. Incluso ha hecho tratos con los Ghoulies.— confesó finalmente. La noticia me había caído como balde de agua fría. Los Ghoulies, nuestros peores enemigos, con quienes peleábamos por las calles y territorios del sur. Esto está una completa falta al código de la pandilla. Al ver que no decía nada, el chico que me había acorralado al lado de los casilleros sacó un bulto de su mochila.
—Por eso, te pido que regreses. Tú perteneces con nosotros, eres la que nos mantiene cuerdos y civilizados. Nos pones en con otra cara ante el mundo, te necesitamos.— extendió la chaqueta de cuero hacia mi —Te necesito.— estaba muy cerca de mi, podía sentir su aliento a menta chocar contra mi cara. Finalmente, mientras me susurraba, lo miré a la cara; su ojo morado lo hacía ver ligeramente más rudo.
—Por favor, Flamita.— un ligero cosquilleo me invadió —Vuelve.— me miró directo a los ojos y se acercó rápida pero inseguramente para eliminar la distancia que nos separaba.

Our New Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora