◍ѕαиαкє◍

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Desperté por culpa de mi alarma.

Hoy regresaría a las clases después de un mes. La palabra miedo se queda corta para lo que siento. No he visto a los chicos desde aquel día, solo he hablado con Sana y Félix, sana y yo somos muy cercanas ahora, es como mi hermana mayor y la de Félix también. Las chicas no saben nada de mi, están  enfadadas con Sana por que no les ha dicho nada, así que Sana está en mi casa por un tiempo.

Félix no le dijo nada a los chicos de mi, pero ellos no están enfadados con el. Lix me contó que Chan estaba raro, me pidió que hablara con el pero me negué.

- Miu vamos, despierta- oí la voz dulce de Sana.

- Ya desperté- le dije sentándome en la cama, ella ya estaba vestida- tengo miedo Sanake- ella me abrazó.

- No lo tengas, todo irá genial.

- Noonas se hace tarde- dijo Lix entrando a la habitación.

- Claro Lix, ya vamos- Dijo Sana levantándose- te esperamos abajo para desayunar.

- Claro Lix, ya vamos- Dijo Sana levantándose- te esperamos abajo para desayunar

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Desayunamos y fuimos al instituto.

- Vale, Miu no tengas miedo, te acompañare hasta tu clase y al salir al comedor te espero por fuera de tu salón, comemos juntas y luego te acompaño, a la salida nos vemos los tres en la entrada.

- Vale, nos vemos noonas- dijo Félix- suerte Miu- me dijo Félix.

- Gracias Lix, Chao- el australiano se fue para reunirse con los chicos, ellos estaban ahí, mirándome.

- Vamos- Sana me dio la mano y fuimos a un banco.

Esperamos a que llegara la hora de entrar a clases y ella me acompañó hasta mi aula.

Entre y me senté en mi mesa, no había nadie. Hasta que Tzuyu y Chaeyoung se sentaron a mi lado. Ninguna hablábamos, yo escribía en mi libreta.

Después de las clases y que sonara el timbre me dirigí a la puerta y ahí estaba Sana.

- ¡Sanake!- le di un abrazo.

- Miu solo fueron unas horas- rio- vamos a comer.

Las dos fuimos al comedor.

Todos nos miraban. Además de que me miraban por lo que dijo Oliver hace un mes, también fue increíble ver lo cercanas que éramos Sana y yo. Pero habían 16 miradas que sentía encima mío que eran más pesadas que el resto, con mis unnies no me había atrevido a mirarlas si quiera, y con los chicos... me da miedo.

- ¿Que tal las clases?- preguntó Sana.

- Ya sabes, aburrido.

- ¿Hablaste con ellas?- preguntó curiosa.

- No.

- Vale.

Terminamos de comer y nos pusimos la dos a escribir en esa libreta que tan importante es ahora para mi.

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