chapter ii

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HARRIET OBSERVÓ LA IMPONENTE LIMOSINA que estaba estacionada a tan sólo unos metros de su posición, contrastando en gran manera con lo que era la Isla de los Perdidos

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HARRIET OBSERVÓ LA IMPONENTE LIMOSINA que estaba estacionada a tan sólo unos metros de su posición, contrastando en gran manera con lo que era la Isla de los Perdidos.
Colocó sobre su hombro su mochila roja, acomodó su chaqueta de cuero que también era de un intenso color escarlata y caminó acercándose a dónde estaban sus amigos. Detrás de ella, a tan sólo unos metros, la seguía su madre y algunos de sus servidores.

La morena de intensos labios color escarlata le dedicó una pequeña sonrisa a Evie que soltó un gritito de emoción al verla, para luego correr y darle un pequeño abrazo aprovechando que su madre no las observaba. Mal, por otra parte, se acercó a ella y ambas movieron sus manos repitiendo ese peculiar saludo que compartían.

- Creímos que no aceptarías, ¿quién se hará cargo de la pastelería? -cuestionó la pelimorada con preocupación, pues sabía lo importante que era ese lugar para la hija de la Reina de Corazones.

Harriet negó ligeramente, con una mueca de tristeza inundando su rostro.- Tuve que cerrarla, mi madre no se hará cargo de ella y no hay nadie que pueda suplantarme. -se encogió de hombros, haciendo una pequeña sonrisa.- Aunque todo es por un bien mayor, por el bien de la Isla.

Mal frunció el ceño con desagrado, observando un espacio que estaba a espaldas de Harriet. La morena giró sobre su propio eje, y al ver al jóven pirata una sonrisa invadió su rostro. La pelimorada gruñó y chocando una vez las manos con las de Harriet, ingresó a la camioneta.

La peliazul por otra parte sonrió emocionada y luego de despedirse de su madre, corrió para entrar a la gran limosina. Harriet observó con diversión como Carlos corría detrás de Evie, escapando de su madre y saltando hacia el interior del vehículo como si su vida dependiera de ello, siendo seguido por Jay.

La morena de labios escarlata caminó hacia el rincón en las sombras donde el jóven pirata la aguardaba. Harriet se arrojó sobre él dando un pequeño salto, provocando que una risa ronca escapara de los labios de Harry mientras la sujetaba para que la muchacha no terminara en el asqueroso suelo de la Isla.

- ¿Creiste que iba a dejar que te fueras sin despedirte de tu mejor amigo corazón? -cuestionó, tocando la nariz de la muchacha con su garfio, provocando que esta la arrugara tiernamente.

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