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- BEN AYÚDAME, SÉ QUE ES UN ASESINO. Va a perseguirme y a morderme el cuello, es un animal feroz, rabioso y salvaje. -los gritos de Carlos que se encontraba trepado sobre uno de los numerosos y grandes árboles que habían en el lugar podían oírse por todo el bosque.
- ¿Quien te dijo eso Carlos? -la sonrisa en el rostro de Ben demostraba lo divertida que encontraba aquella situación.
Carlos se aferró con fuerza al tronco del árbol.- Me lo dijo mi madre.
- ¿Cruella?
- Si, ella es experta, es entrenadora.
Ben observó con curiosidad al joven villano, sin saber como explicarle que el cachorro no iba a hacerle daño.- Carlos, nunca habías visto un perro antes ¿no?
- Por supuesto que no, no hay perros en la Isla Ben.
- Bien, entonces Chico te presento a Carlos, Carlos él es Chico. -acarició al cachorro que tenía entre sus brazos, demostrándole al muchacho de cabello blanco que no debía tener miedo. Él nos acompaña siempre.
Carlos comenzó a descender del árbol con precaución, observando fijamente al cachorro.- Ahora ya no es un animal feroz y rabioso, sí eres un chico bueno. -el príncipe le cedió el cachorro y Carlos lo tomó en sus brazos, acariciando con suavidad su pelaje.
- Entiendo que fue bastante duro vivir todos estos años en la Isla.
- Sí, las caricias en la barriga no eran algo habitual, tampoco las muestras de afecto. -se encogió de hombros.
- Voy a darles algo de espacio, mientras ayudo a Harriet con la práctica para entrar al equipo ustedes pueden ir conociéndose, puedes ir a buscarme luego en la sala de entrenamiento. -Carlos observó al príncipe con curiosidad.
- ¿Van a practicar con espadas? -cuestionó el peliblanco notando la sonrisa que había aparecido en el rostro de Ben. El joven príncipe asintió comenzando a alejarse.- Ten cuidado, Harriet es buena con la espada, no te dejes engañar por su sonrisa y sus ojos de cachorro. -gritó Carlos para que Ben pudiera escucharlo, ante sus palabras el castaño detuvo la marcha y regresó algunos pasos.
