chapter iv

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CUANDO HARRIET REGRESÓ A SU HABITACIÓN, dentro de esta la aguardaban sus amigas que la observaron con una sonrisa burlona al notar que aún conservaba sus mejillas ligeramente sonrojadas

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CUANDO HARRIET REGRESÓ A SU HABITACIÓN, dentro de esta la aguardaban sus amigas que la observaron con una sonrisa burlona al notar que aún conservaba sus mejillas ligeramente sonrojadas.

- ¿Algo que quieras contarnos Hattie? -indagó Evie sonriendo divertida mientras acomodaba algunas cosas en su bolso de mano.

Harriet arrugó su nariz disgustada por el apodo que las muchachas le habían puesto en la Isla de los perdidos.- Saben que detesto este apodo. -gruñó tomando asiento en la cama que le correspondía.

La muchacha de cabellos azules negó soltando una risa.- No quieras cambiar de tema Hattie, oímos todo y no puedo creer que seas la primera en deslumbrar a un príncipe. -soltó Evie emocionada, dando pequeñas palmaditas como si fuera una niña.- El príncipe Ben es apuesto no puedo negarlo, no es mi tipo pero es perfecto para tí, ¿Viste su sonrisa y como brillaban sus ojos cuando tomó tu mano? ¡Esto es increíble! Imaginen una boda entre el Príncipe Benjamin Beast y la villana Harriet Hearts, obviamente yo me encargaría de hacer un vestido para tí y para tus damas que seríamos nosotras, a los chicos tal vez podría hacerle trajes que fueran a juego con nuestros vestidos pero tendría que verlo en el momento.

- Esto es demasiado Evie. -Harriet mordió su labio inferior y sonrió con dulzura ante las palabras de su amiga- Evie detente, nada de eso ocurrió ni ocurrirá. Benjamin es apuesto, admito que sus ojos son...  preciosos y tiene una sonrisa encantadora, que cuando te mira es como si... -se detuvo y aclaró su garganta avergonzada al ver la mirada que Mal y Evie le daban.- Pero nada va a ocurrir, simplemente es amable con nosotros, es lo que las personas con "buenas intenciones" y "buen corazón" hacen.

Evie suspiró y negó sonriendo- Harriet reconozco cuando hay química entre dos personas, tal vez aún no puedas sentirlo pero hay algo especial que podría florecer entre el príncipe Benjamin -pronunció su nombre burlonamente pues Harriet era la única que lo llamaba así.- y tú.

Mal colocó sus ojos en blanco y se levantó de su asiento.- No me gusta darle la razón a Evie pero incluso yo puedo verlo, fue asquerosamente empalagoso ver la expresión de Ben cuando te vió. -hizo un gesto de arcadas provocando la risa de la morena y la peliazul.- Entonces, ¿te va a dejar usar las cocinas?

La morena de labios carmesí asintió rápidamente- Benjamin, Ben. -se corrigió rápidamente ante la mirada suspicaz que la peliazul le dedicaba.- Dijo que podía hacerle una lista con los ingredientes que podía llegar a usar para preparar las cosas, dijo que le gustaría probar algún postre. -murmuró mirando el cuaderno que tenía entre sus manos. Con su tapa de cuero rojo y un gran corazón negro como el de las cartas de póker que adornaban gran parte de la decoración de su hogar en la Isla, sus páginas estaban llenas de recetas que Harriet había ido recolectando a lo largo de los años, ya sea en revistas antiguas que encontraba en la Isla o que Harry le entregaba, o gracias a pruebas experimentales que ella había hecho con los escasos productos que recibía en la tienda.

- Podrías hacer esas deliciosas galletas en forma de corazón, estoy segura de que con eso terminarias ganando el corazón del príncipe Ben. -argumentó Evie mientras cepillaba su cabello frente al espejo.- También puedes hacer tus pies de limón.

- Si haces pie de limón merecemos tener uno para nosotros. -Harriet le dedicó una sonrisa a Mal mientras asentía con su cabeza haciendo que su cabello que estaba atado con la cinta roja se moviera al compás de las sacudidas. No era sopresa para la morena el pedido de Mal ya que cuando estaban en la Isla comúnmente los cuatro jóvenes villanos iban a la pastelería para comer junto a Harriet los pies de limón que sobraban al terminar el día. A veces los adolescentes llevaban alguna soda o algo similar que encontraran en la Isla o que hubiesen hurtado a alguien para acompañar los deliciosos postres que su amiga hacía.

- Ustedes serán los primeros en probar los postres, me gustaría probar las fresas y ver como quedan. -murmuró Harriet imaginando el sabor que aquellas pequeñas frutas podían llegar a tener.- Escuché que son deliciosas y que pueden comerse con crema o chocolate, nunca probé ninguna de esas cosas pero debe ser delicioso. -Mal asintió y tomando su libro de hechizos se acercó hacia la puerta de la habitación que ahora compartía junto a Harriet y Evie.

- Debemos ir a buscar a Jay y Carlos, cuánto antes tengamos la varita antes podremos salir de este horrible lugar. -Harriet asintió con pesadez, aún no le agradaba la idea de robar la varita para que Maléfica pudiera utilizarla, no le interesaba darle poder a la madre de Mal pero esa era la única forma de liberar a sus amigos y haría lo necesario para ayudarlos.

Esa misma noche, los cinco jóvenes villanos ingresaron al museo de Auradon donde se guardaban los recuerdos de las más famosas historias de princesas y principes, y otros elementos o figuras referentes a los grandes villanos que habían atormentado al pueblo durante años. Harriet había podido ver el zapato de cristal de Cenicienta y no pudo evitar rememorar todas esas ocasiones donde había fantaseado con tener una historia como la suya, pero Harriet estaba muy lejos de eso.

La muchacha de la chaqueta escarlata no era una princesa, no era una muchacha con buen corazón atormentada por sus hermanastras y madrastra, no era alguien apto para tener una historia como la suya porque Harriet era una villana y los villanos nunca tenían finales felices, porque siempre había algo por más pequeño que fuera que evitaba eso.

- ¿Harriet estás bien? -la morena se había sobresaltado al escuchar la voz de Carlos a sus espaldas. Harriet quitó su vista del precioso zapato de cristal y observó al hijo de Cruella de Vil que caminaba hacia ella.

- Sí sólo... Sólo pensaba en Auradon y sus historias, jamás tendremos algo como eso.  -murmuró dándole una última mirada al zapato. Carlos suspiró, comprendía a su amiga, desde que habían llegado a Auradon el tampoco dejaba de darle vueltas a ese asunto.

- Tranquila, cuando obtengamos la varita todo va a cambiar, vamos a tener nuestros finales felices Hattie. Nos lo merecemos, sobre todo tú que tienes un corazón tan dulce. -ante las palabras del muchacho de cabellos blancos, Harriet sonrió con dulzura y le dió un pequeño abrazo para alejarse del lugar junto a él.

Agradecía a Carlos por tratar de alentarla pero sólo le estaba dando falsas esperanzas. Las cosas eran sencillas, los villanos no estaban destinados a ser felices, las princesas y los príncipes sí. Así funcionaba todo, y con el paso de los años Harriet lo había aceptado y había aprendido a vivir con ello.

Si bien ellos habían logrado encontrar la varita del hada madrina gracias a Evie y su pequeño espejo mágico, no habían conseguido ese preciado objeto debido a que Jay con su necedad había activado la alarma, alertando al guardia de seguridad y comunicándole que alguien había ingresado al edificio y había tratado de llevarse ese objeto tan mágico y especial.

Harriet bajó las escaleras del museo dando pequeños saltos, siendo seguida por Carlos y Jay mientras que Evie y Mal iban unos pasos adelante. La morena suspiró con frustración, tal vez obtener la varita no sería tan sencillo como sus padres habían pensado pero no podían fallar, el futuro y la libertad de la Isla de los Perdidos dependía de ellos y su maldad interior.

sweet heart || descendants Donde viven las historias. Descúbrelo ahora