chapter i

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UN AROMA LIGERAMENTE DULCE INUNDABA LA HABITACIÓN, la pequeña campanilla de la puerta sonó avisando a la morena que alguien había ingresado a la tienda

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UN AROMA LIGERAMENTE DULCE INUNDABA LA HABITACIÓN, la pequeña campanilla de la puerta sonó avisando a la morena que alguien había ingresado a la tienda.

Harriet dejó la bandeja con las galletas en forma de corazón sobre el mostrador y limpió los restos de harina que habían caído en su delantal para lucir ligeramente más presentable. Una sonrisa dulce apareció en su rostro al ver quién había ingresado a la pastelería.

Harry Hook caminaba hacia ella, con su infaltable garfio y su sombrero negro que completaba el atuendo del pirata. El ojiazul se acercó al mostrador y se apoyó sobre este observando a Harriet con una sonrisa coqueta, que podría volver loca sin problemas a cualquier muchacha de la Isla de los Perdidos aunque la morena era la excepción.
El jóven pirata movió la mano donde tenía su garfio y con cuidado pinchó una de las galletas para llevarla rápidamente a su boca, antes de que Harriet pudiera detenerlo.

– ¡Hook! –se quejó arrugando su nariz tiernamente, mientras el pirata reía con diversión.– No puedes comerte todas las galletas, se supone que debo venderlas.

Harry saboreó el dulce sabor que tenían esas galletas y suspiró gustoso, para mirar a la morena.– Aún no comprendo como haces para hacer algo tan delicioso con ingredientes asquerosos. –hizo una mueca de desagrado al recordar que gran parte de los alimentos y materiales que ellos utilizaban estaban caducados o rotos.

Harriet se encogió de hombros y le tendió otra galleta al muchacho con una sonrisa divertida, no podía negarle algo a su amigo cuando este la observaba con esos brillantes ojos azules y esa sonrisa pícara. Harry gustoso la llevó a sus labios para poder darle un gran mordisco, pues no era ningún secreto que Harriet Hearts tenía un gran don para la cocina, aún más para la pastelería. Era posible que gran parte de la isla la aborreciera por su falta de maldad, pero nadie podía negar que la muchacha tenía talento y que sus deliciosos postres eran todo un manjar en la Isla.

Cuando el pirata terminó con la segunda galleta, se acercó hacia Harriet peligrosamente y bajo la atenta mirada de la morena, quitó una pequeña mancha de crema que ella tenía en su mejilla, para luego llevar el dedo hacia su boca y chupar lo que había quedado envío el.

– Vamos Harriet, ¿Cuándo vas a aceptar salir conmigo? –cuestionó el muchacho en un susurro sonriendo coquetamente. La muchacha de ojos almendra colocó sus ojos en blanco, ligeramente nerviosa por el gesto del pirata, mientras Harry soltaba una carcajada con diversión.

– Cuando yo use una corona y tú uses un traje, ahí aceptaré salir contigo bacalao. –sonrió divertida la muchacha, porque eso jamás ocurriría. Harriet conocía al jóven pirata a la perfección, ambos se habían criado prácticamente juntos y la morena sabía que Harry solo buscaba cosas de una noche, muchachas que sólo quisieran tener un rato de diversión junto al ojiazul, y Harriet no entraba en ese grupo. Aunque Harry Hook tenía eso en claro, Harriet era especial, no era como las otras chicas perdidas de la Isla y eso hacía todo mucho más interesante y atrayente.

El ojiazul movió su cabeza acercando su boca al oído de la morena– Tarde o temprano caerás corazón. –susurró, remarcando el corazón y provocandole un escalofrío a Harriet.

El sonido de la campanilla de la puerta y una tos falsa hicieron que Hook se alejara de ella sonriendo divertido con la situación. Harriet suspiró y miró hacia la puerta con una sonrisa incómoda.

- Hola mamá. –murmuró al ver que la Reina de Corazones había ingresado a la tienda. La mujer del intenso y brillante cabello rojo observó el lugar con una mueca de desagrado y caminó con elegancia hacia el mostrador donde estaba Harriet, Hook observaba la escena sentado junto a la morena, con una pizca de curiosidad pues no era algo común tener la presencia de la Reina de Corazones en la tienda de su hija.

- Ha llegado una carta para tí Harriet, es de Auradon. -comenzó a explicar la mujer del vestido ostentoso, entregándole el sobre a su hija. Harriet ladeó la cabeza confundida, y con curiosidad tomó el pergamino de un papel rústico, con una letra pulcra y tinta dorada.

El príncipe Ben de Auradon, ha decido llevar a cabo su primera proclamación como futuro rey. A tomado la decisión de elegir a cinco hijos de villanos para que salgan de la Isla de los Perdidos y puedan ingresar a Auradon.

Se solicita el placer de su compañía Harriet Hearts, junto a otros cuatro hijos de villanos, para concurrir a la academia de Auradon durante el desarrollo de este año académico.

Por favor, comuniquele a nuestros mensajeros la respuesta ante este pedido, de verdad queremos que asista a nuestra preparatoria para demostrar que los hijos de villanos y el pueblo de Auradon pueden convivir en completa armonía.

Futuro rey de Auradon, Ben Beast.

Harriet frunció el ceño confundida, quizás había comprendido mal o la carta era una jodida broma. Al parecer su madre notó la confusión en su rostro, pues segundos más tarde comenzó a hablar.

– Fuiste elegida para ir a otra academia, en Auradon, junto a los hijos de Maléfica, la Reina Malvada, Jaffar y Cruella. -explicó sonriendo con emoción. Harriet se quitó el delantal de tonalidades rojas y negras, y lo arrojó sobre una silla para acercarse a su madre.

– No voy a ir, no puedo dejar este lugar mamá. –murmuró Harriet negando con su cabeza y ordenando las mesas que había en la tienda. Harry, que hasta el momento había permanecido en silencio apoyó a la morena.

– ¿Por qué debería ir a Aburridon? Harriet no le debe nada a esos estúpidos principes y a esas princesitas tontas. –le dedicó una sonrisa a la morena. Harriet asintió con una sonrisa dulce, agradecida por el apoyo que su amigo le brindaba.

La Reina soltó una carcajada.- Oh querido Hook, esta es nuestra oportunidad cariño, es la oportunidad de tomar el control y sacar a todos de la isla. –lo señaló con una sonrisa para luego girarse hacia su hija.– Irás, robarán la varita del hada madrina y la traerán a la Isla para que Maléfica pueda romper la barrera. Es algo sencillo Harriet, no hay de qué preocuparse. Además también estará Mal, podrá utilizar sus poderes y el libro de hechizos de Maléfica.

Harriet suspiró, no estaba en sus planes dejar el negocio y asistir a esa academia, pero existía la posibilidad de que algo bueno saliera de esa experiencia, por más mínima que esta fuera. Además estaría juntos a sus amigos, tal vez su estadía en aquella academia no sería tan insoportable con la compañía de ellos.
Aún así, no estaba de acuerdo con su madre, no le interesaba entregarle la varita del hada madrina a Maléfica, no le interesaba que ellos tomaran el control de Auradon una vez más pero no podía desaprovechar la oportunidad para liberar a sus amigos, para ser libre y alejarse de esa asquerosa Isla.
La morena mordió con fuerza su labio inferior, que portaba un intenso color rojo idéntico al de su chaqueta de cuero. Movió su cabeza asintiendo lentamente, sobresaltandose al escuchar los gritos y la risa de su madre, que se movía por la toda la tienda, soltando tantas palabras juntas que Harriet no lograba comprender lo que decía. Sólo pudo identificar entre tantas palabras incomprensibles, un «reinaremos una vez más» y un «seras las princesa de corazones»

La muchacha de ojos almendra observó a su mejor amigo, al sentir la mirada de Harriet sobre él hizo una pequeña sonrisa en un intento por animarla.

Harriet chasqueó la lengua y se alejó de su madre para poder cerrar el lugar. La morena no iba a desperdiciar esa oportunidad, quería que todo cambiara, quería alejarse de ese lugar donde la aborrecían por no ser suficiente.

Harriet iría a Auradon y buscaría su final feliz, o por lo menos algo que se acercara a eso.

sweet heart || descendants Donde viven las historias. Descúbrelo ahora