chapter iii

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LOS RAYOS DE LUZ QUE INGRESABAN POR LOS CRISTALES de la habitación impactaron contra el rostro de Harriet

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LOS RAYOS DE LUZ QUE INGRESABAN POR LOS CRISTALES de la habitación impactaron contra el rostro de Harriet. La morena entrecerró sus almendrados ojos ligeramente, pues aún no de acostumbraba a la gran luminosidad que había en Auradon, algo que era completamente diferente a la Isla donde gracias a las nubes que estaban siempre sobre ella no podían tener días soleados.

Harriet caminó hacia el interior junto a Evie y Mal, con una sonrisa creciendo en su delicado rostro al ver las inmensas camas y la gran cantidad de almohadas que estas tenían encima. Evie a su lado miró el lugar sorprendida, dando pequeños saltos de emoción, una reacción completamente diferente a la de Mal que miraba el lugar con desagrado.

- Este dormitorio es muy...

- Asqueroso. -se quejó Mal interrumpiendo a la hija de la Reina Malvada.

- Sí, es muy asqueroso. -susurró Evie bajando la vista. Harriet a su lado negó ligeramente con su cabeza y tocó el hombro de Evie asintiendo con una sonrisa que sin dudarlo la peliazul respondio con otra.

- Es bonito, tal vez tiene demasiado rosa pero podemos acostumbrarnos. -comentó Harriet tomando asiento en una de las camas, y apretando entre sus brazos un pequeño peluche con forma de corona.

Lo primero que la pelimorada hizo fue pedirle a Evie que cerrara las cortinas, argumentando que era demasiada luz y que  debería usar lentes de sol si todas las habitaciones estaban así de iluminadas. Harriet colocó sus ojos en blanco, a veces Mal podía llegar a ser demasiado dramática, aunque esto no le extrañaba pues su madre era Maléfica.

La muchacha con la chaqueta de color escarlata se levantó de su lugar dejando donde estaba el almohadón, acercándose a un pequeño mueble que había en el lugar. Tomó una cinta roja y la pasó por su cabello atandolo en una cola de caballo.- Ya regreso, voy a hablar con el hada madrina sobre las cocinas. -explicó ante las miradas llenas de curiosidad que le daban Evie y Mal.

Al abrir la puerta, Harriet dió un pequeño brinco sobresaltada al ver que del otro lado estaba el príncipe con una sonrisa y su puño levantado para golpear la puerta. La morena hizo un pequeño asentimiento con su cabeza a modo de respeto y le dedicó una sonrisa dulce que sin dudarlo Ben correspondió.

- Lamento haberte asustado Harriet, sólo quería ver si ya se habían instalado y si necesitaban algo. -murmuró el muchacho observando a las otras dos hijas que villanas que los observaban con atención.

Evie sonrió.- Este lugar es fantástico, es digno de una princesa, como yo. -Harriet negó divertida al ver como la peliazul agitaba sus pestañas numerosas veces, a modo de coqueteo.

- Hay demasiada luz, voy a tener que usar protector solar todos los días en este lugar. -murmuró Mal disgustada, ante las palabras de Ben. El príncipe frunció el ceño confundido ante las diferentes actitudes que Evie y Mal tenían.

- Tranquilo príncipe Ben, ellas quisieron decir gracias pero tienen formas un poco peculiares para agradecer, no estamos acostumbrados a eso en la Isla. -Ben asintió ante las palabras de Harriet, comprendiendo la situación.

El muchacho castaño sonrió y haciendo una pequeña reverencia a las muchachas se despidió.- Bien, iré a ver como están Carlos y Jay. Espero que tengan una buena primer noche en la preparatoria.

Harriet asintió levemente y se despidió del príncipe pero al recordar que debía hablar con el hada la morena volvió a abrir la puerta de la habitación y salió al pasillo buscando la dirección por la que el castaño había salido.

Al hallarlo, la de labios carmesí se acercó a él llamando su nombre con su dulce voz, que a los oidos de Ben sonaba como una bella melodía.- Benjamin, necesito hablar con el hada madrina. -suspiró tratando de recuperar el aire por la pequeña corrida que había dado en el pasillo hasta llegar a él.

El castaño arrugó su nariz, curioso ante las palabras de la muchacha.- ¿Te ocurrió algo malo? ¿Ne-necesitas cambiar algo? En qué puedo ayudarte Harriet. -soltó de forma acelerada provocando que Harriet sonriera divertida y él bajara la vista avergonzado ante lo ocurrido.

La morena negó aún divertida por la actitud del príncipe, era demasiado dulce y tierno, como un pequeño cachorrito, y Harriet adoraba los cachorritos.- No es nada malo, este lugar es increíble. Me gustaría hablar con el hada madrina para saber si es posible que yo use las cocinas de la preparatoria. -Ben arqueó una ceja sonriendo, sin comprender las palabras de Harriet.- En la Isla de los Perdidos yo tenía una pequeña pastelería, tal vez no hacía los mejores postres porque los ingredientes no eran los mejores -hizo una mueca de desagrado- pero con lo poco que llegaba hacia lo que estaba dentro de mí s habilidades, a los chicos perdidos les gustaba y yo disfrutaba horneandolos. Por eso, quería saber si existe la posibilidad de usar las cocinas de la preparatoria.

Una sonrisa apareció en el rostro del muchacho, Ben jamás hubiese imaginado que Harriet amara la pastelería, esa muchacha de preciosos ojos almendra no dejaba de sorprenderlo. Y quería saber más de ella, Harriet le causaba curiosidad pues pudo notar desde que bajó del vehículo real que estaba muy lejos de ser como Mal o Evie, que no era como los otros hijos de villanos y eso llamaba por completo su atención.

- Puedes usar las cocinas cuando quieras Harriet, si quieres puedes darme una lista con todos los ingredientes que necesites para llevártelos. -ofreció el jóven principe sonriendo al ver el pequeño brillo de emoción que tenían los ojos de Harriet y la sonrisa de su rostro.- Me gustaría también probar alguno de tus postres si no te molesta.

Harriet abrió sus ojos sorprendida y asintió rápidamente, al darse cuenta de que estaba demasiado acelerada la morena mordió su labio nerviosamente sintiendo que un ligero sonrojo aparecía en sus mejillas.- Será un placer, puedes ayudarme a preparar algo si quieres, podemos hacer algunas galletas o tal vez un pie de limón o ya sé, podemos probar alguna nueva receta. -soltó llena de emoción provocando que Ben riera divertido, Harriet era demasiado adorable cuando se ponía así de enérgica. Esa era una de las cosas que Harry Hook siempre le recalcaba, el joven pirata siempre le decía lo bonita que se veía cuando estaba en esa situación.

- Eso sería increíble, cualquier cosa que quieras hacer estará bien Harriet. Debo irme, tengo que ver como están tus amigos pero espero con ansias poder probar algún postre y nuestra cita en las cocinas. -el joven príncipe hizo una pequeña reverencia y se alejó del lugar dejando a una Harriet completamente emocionada, la morena podría probar las cocinas de ese lugar y experimentar con nuevas recetas e ingredientes, y contaría con la compañía del príncipe Benjamin.

La hija de la Reina de Corazones no pudo evitar que sus mejillas se sonrojaran una vez más al recordar cómo había actuado ante el príncipe. Suspiró y respirando profundo regresó a su habitación. Tal vez, su estadía en Auradon no sería tan tediosa después de todo y auqnue le costara admitirlo en gran parte, esto se debía a la presencia de cierto príncipe con ojos almendrados y sonrisa radiante.

sweet heart || descendants Donde viven las historias. Descúbrelo ahora