10. Suyo ✿

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"¡Micah!"

"¿Dónde estás, Mickey?"

"¡Micaah!"

Durante toda la mañana y gran parte de la tarde, el pequeño alfa de encantadores -y bastante traviesos- ojos verdes, había dedicado todo su tiempo a burlarse de sus tíos -para no decir que los tenía sacados de quicio y rogando porque el día finalizara-, haciendo cada cosa que le llegara en mente.

Luego de tomar el desayuno, sin olvidar dejar un gran desastre sobre la mesa y encontrándose bajo los efectos de un buen tazón de cereales azucarados, le había parecido buena idea ponerse a brincar encima de los muebles.

Zayn, quien siempre era el más preocupado, intentó detenerlo, e incluso sobornarlo para que se bajara de ahí y no se rompiera el cráneo. Sin embargo, el dulce cachorro hizo caso omiso a las súplicas del moreno y continuó utilizando los sofás como trampolines, hasta que Liam se apiadó de su omega y finalmente tomó cartas en el asunto, usando su arma infalible: La fuerza.

Lo tomó de los pies, poniéndolo de cabeza, tan solo para asustarlo, pero... Oh, el chiquillo empezó a reír como si el payasito de cumpleaños estuviera contándole sus mejores chistes. Y, ante las adorables carcajadas de su sobrino, el alfa terminó riéndose con él, mientras aún lo sostenía cual monito de circo.

Eso lo entretuvo un rato... Uno muy breve, pues en cuanto Liam lo soltó para irse a resolver unos asuntos de la oficina, se dirigió rápidamente al baño.

Zayn, confiado e ingenuo, jamás pensó que el cachorro se adueñaría de los frascos que guardaban en el botiquín y los arrojaría directo al retrete.

El omega se encontraba demasiado ocupado, cocinando para su alfa, por lo que no notó el tiempo que había transcurrido hasta que, veintidós minutos más tarde, su mirada cayó accidentalmente en el reloj de la cocina y una bombilla pareció encenderse sobre su cabeza.

Cuando abrió la puerta del baño, halló al pequeño Micah de pie frente al sanitario. El cachorro lo miró de forma inocente, y antes de que pudiera preguntarle qué tramaba, la bonita creación de Harry lanzó el carísimo perfume de Liam dentro, dibujándose una sonrisa en el rostro.

El pelinegro soltó un jadeo de sorpresa, corriendo hacia el chiquillo para cargarlo y así evitar que su diminuta mano tirara de la palanca. En cuanto vio todo lo que su sobrino postizo había arrojado al inodoro, nada más que un suspiro escapó de sus labios.

¿De verdad le esperaba el doble de esto?

Su siesta había sido plácida y profunda. Las sábanas eran tibias, la almohada esponjosa, la fresca brisa nocturna se colaba por la ventana, evitando que se acumulara el calor en la alcoba... Aún así, el alfa sentía que algo faltaba allí, en esa amplia y acogedora cama.

Sus párpados casi se abrieron por acción involuntaria cuando se movió entre sueños y notó que el cálido cuerpo de su dulce omega no estaba junto a él.

Las cejas castañas se fruncieron en un gesto de disconformidad.

Deshaciéndose de las mantas que lo cubrían, salió de la cama y caminó descalzo hasta la planta baja, extrañándose por completo tras ver al moreno sentado en el sofá, bajo la oscuridad de la sala con el gran televisor encendido.

Asegurándose de ser silencioso y caminando a pasos sigilosos, se dejó caer delicadamente a la derecha del menor, quien se encontraba distraído acariciando los rizos del cachorro dormido sobre su regazo.

Zayn le regaló una sonrisa exhausta al verlo.

"¿Cómo lograste que se durmiera?" fue la pregunta del alfa, quien mantuvo su voz en un leve susurro.

My pregnant omega [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora