19. Incertidumbre ✿

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Un exquisito aroma atrajo su atención en cuanto abrió la puerta principal y accedió al amplio salón, sintiendo cómo se le hacía agua la boca. 

Se quitó la chaqueta de encima antes de arrojarla sobre el sofá y entonces se dirigió directo a la cocina, siendo guiado ciegamente por el olor de las especias y el vapor de la estufa. 

Tras empujar la puerta, divisó a su omega bastante concentrado en batir la mezcla que cargaba dentro de un bowl. 

Arcángel —le llamó, provocando que diera un pequeño respingo y volteara el rostro en su dirección automáticamente. 

— Me asustaste —suspiró, poniendo el plato sopero a un lado para recibir a su alfa con un abrazo y un beso en los labios— No te escuché entrar —murmuró, alzando la cabeza debido a la notable diferencia de estatura, mientras le acariciaba la nuca distraídamente. 

— Lo siento —se disculpó Liam en un susurro, rozándole la mejilla con el dedo pulgar— Por cierto, aquí huele delicioso. 

El omega sonrió ante el comentario. 

— Estoy preparando un platillo especial para ti. 

— ¿Ah sí? —cuestionó, recibiendo un asentimiento por toda respuesta y contagiándose del gesto— Gracias, amo tu comida. 

Zayn se rehusó a romper la cercanía, manteniendo sus brazos sobre los hombros robustos. 

— Y yo amo cocinar —replicó quitando la sonrisa de su semblante— Es mi única distracción. Estoy todo el día por mi cuenta, esperando en la ansiedad hasta que finalmente llegas. 

Liam soltó una bocanada de aire, sintiendo un pinchazo de culpa en el pecho. 

— Ya sé que trabajo demasiado… pero te prometo que las cosas cambiarán, omega, tampoco me agrada la idea de no poder verte en todo el día. 

El aludido apoyó la mejilla en su pecho, acurrucándose en la calidez del contacto, en el aroma fuerte que se sentía como suyo. 

Durante aquella brecha de silencio, unos dedos largos se dedicaron a desenredar su cabello negro con pasadas suaves, hasta que decidió intervenir nuevamente. 

— ¿Alfa? 

— ¿Uhm? 

Cuando sus miradas se conectaron, Liam fue capaz de leer la tristeza en sus ojos, una tan profunda, tan oscura y letal que le agujereó el pecho en un solo parpadeo, esfumando cualquier rastro de alegría, de esperanza. 

De repente, lo único que sentía era pena, desasosiego, culpa

¿Por qué nunca tuvimos cachorros? 

Su corazón dio un gran vuelco, haciendo que se despertara de forma repentina, con los ojos completamente abiertos y los latidos tan descontrolados que amenazaban con romperle el pecho. 

Deslizó la vista por la habitación, percatándose dolorosamente de que no se encontraba en su cálida cocina, rodeado del aroma hogareño de la comida recién hecha, y sobretodo, que ya no contaba con la compañía de su omega. 

Estaba en una sala de paredes tan blancas y frías que lo hacían estremecerse, alimentando su soledad, aseverando su dolor, aumentando su preocupación. 

No podía parar de pensar cuán rápido habían ocurrido las cosas; cómo de un momento a otro pasó de sentirse completo y pleno, a ahogarse en un miedo irrefrenable por perderlo todo. 

Detrás de aquella puerta hacía cinco horas había desaparecido su omega, el ser que más apreciaba en el mundo, la única razón por la que su vida parecía tener sentido, y junto a él, dos pequeñas criaturas que había aprendido a amar incluso sin haberlas conocido aún; la mera prueba de su amor eterno; de la pureza de su unión. 

My pregnant omega [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora