20. El inicio de dos vidas ✿

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Como si se tratara de una especie de milagro, o si algo más grande hubiera respondido a sus insistentes plegarias, Liam finalmente recibió noticias de ellos. 

Había salido del ascensor, aferrándose a una esperanza casi suicida, una que, sorpresivamente, alimentó su suerte. 

Una beta vestida de blanco se detuvo en medio del pasillo medio vacío, preguntando por su nombre, y fue como si una fuerza ajena a él lo hubiera empujado directo hacia ella, en busca de aquellas respuestas que tanto había anhelado recibir. 

"Soy yo" replicó de inmediato, encarándola con notable nerviosismo "¿Cómo se encuentran?"

La beta le regaló una sonrisa cálida que arrojó un insoportable peso fuera de sus hombros. 

"Sus cachorros se encuentran estables" informó, sacándole un suspiro de alivio "El pequeño presenta problemas respiratorios; aún necesitamos realizarle estudios para asegurarnos de que está fuera de la zona de peligro, pero ya los hemos puesto en las incubadoras y puede subir a verlos en cuanto lo considere apropiado" 

Liam se quedó en la espera de algo más, e impulsado por la dolorosa tirantez en el centro de su pecho, le inquirió:

"¿Qué hay de mi omega?, ¿él está bien?, ¿ya salió del quirófano?" 

Sus ojos cafés destellaron con notable preocupación, provocando que a la beta se le encogiera el corazón de la pena. 

"Solo soy la pediatra" le hizo saber, regalándole una mirada compasiva "La doctora general es quien ha estado llevando su caso, y hablará con usted acerca de él" 

Esa frustrante sensación; aquel remolino de desesperación volvió a manifestarse en sus entrañas, amenazando con enloquecerlo nuevamente. 

"¿Cuándo?" cuestionó acongojado. 

Ella movió la cabeza por toda respuesta negativa, casi huyendo de él para continuar con su turno. 

"No tengo esa información, lo siento" esas palabras fueron lo último que escuchó de su parte, antes de verla tomar el ascensor apurada, dejándolo con una gran confusión. 

Intentó sentirse feliz por sus cachorros; hurgó en su corazón, buscando una pizca de ese sentimiento cálido, mas solo pudo hallar pedazos rotos y una profunda preocupación. 

"Liam" la voz de su madre le llegó a los oídos, atrayendo su atención. Ella posó las manos sobre sus hombros y fue cuando se topó con unos ojos brillantes, a punto de reventar de emoción. 

A pesar de que no estaba sonriendo, él la leyó en un segundo. 

"... Tienes que ir a verlos, deben conocer a su padre, y a su abuela, por supuesto" le animó, y en ese instante fue incapaz de negar la ligera ansiedad que hormigueó en la boca de su estómago. 

Joder, acababa de convertirse en padre. 

Los nervios lo dominaron en cuestión de segundos. Sus manos comenzaron a temblar y por más esfuerzo que puso en ello, no pudo moverse del mismo lugar; no hasta que su madre lo tomó del brazo, casi arrastrándolo hacia el ascensor, que parecía esperar únicamente por él.

Con cada piso que subían, la velocidad de sus latidos incrementaba. En algún punto temió sufrir un ataque al corazón antes de llegar a la penúltima planta, sin embargo, se felicitó a sí mismo cuando fue capaz de salir del ascensor y atravesar el pasillo por su propia cuenta, con un millón de pensamientos mezclándose en su consciencia.

Una puerta decorada de forma infantil y colorida apareció ante su vista, provocando que su corazón brincara repentinamente.

Siguiendo las órdenes de una omega encargada de vigilar el área, se dispuso a colocarse una bata desechable, guantes y cubrebocas. 

Finalmente la puerta se abrió, mostrándole un primer vistazo de aquella sala, donde el silencio era opacado por leves quejidos y balbuceos, donde tenues aromas se mezclaban, entorpeciendo el olfato; sin embargo, a Liam no le costó ni un segundo en reconocer el perfume de su omega, que lo guió directamente hacia un par de incubadoras en especial; unas en las que se asomaban dos pares de pies diminutos, y eran tan diminutos que derritieron un pedazo de su alma. 

Cuando tuvo el valor de echar una mirada en el interior, dos cachorros de piel rosácea posaron sus ojos marrones sobre él, como si lo hubieran reconocido, como si supieran perfectamente que se trataba de su padre. 

Eran todo mejillas regordetas y rizos azabache; miradas curiosas e inocentes. Sintió un pinchazo de preocupación tras fijarse en las vías que uno de ellos llevaba colocadas en su rostro de porcelana; su cachorro, quien a pesar de ser aún más minúsculo que su hermana, sería un gran alfa en el futuro; uno digno de llevar su apellido; de corazón gigante y comportamiento intachable. 

La cachorra que no paraba de observarlo entretenidamente, a quien ningún alfa sería capaz de ponérsele por encima; se encargaría de demostrarle el significado de valentía, de enseñarle disciplina y hacerla una omega respetada. 

Se aseguraría de poner lo mejor de él en esas criaturas, fruto suyo y de su omega. 

Dejaría la piel en su crianza, pero sobretodo, los amaría infinitamente; les entregaría cada gota de ese amor que se le fue negado desde el día de su nacimiento, y sería fiel a su propia promesa hasta el momento de su muerte. 

"Hola, preciosos" su voz se rompió de forma inesperada. Antes de que pudiera percatarse de ello, ya se encontraba llorando desconsoladamente, sollozando detrás de su mascarilla quirúrgica, y jurándose a sí mismo que, si el paraíso no llegaba después del deceso, acababa de encontrarlo en aquellas caritas coloradas.

"Zaira" musitó admirando la dulce inocencia de su hija, paseando la mirada hasta el menudo varoncito "Y Adryan" aquel fue el momento en que se rompió en un millón de fragmentos, recordando esa madrugada acurrucado con su omega, mientras divagaban a punto de quedarse dormidos y aquellos nombres salieron a la luz, enamorándolos en seguida. 

Iba a protegerlos con garras y colmillos. 

"Son iguales a ti cuando naciste" el comentario de su madre deteniéndose junto a él, logró engrandecer la sonrisa que ocultaba detrás de su cubrebocas. 

"¿Ah sí?" cuestionó, incapaz de apartar la atención de ellos. 

Ella asintió, observándolos igual de hipnotizada. 

"Son clavados a ti" prosiguió "Parece que los sacaste de una copiadora"

Por primera vez, Liam se permitió compartir una pequeña risa con su madre, borrando algo del profundo rencor que le había guardado durante toda su existencia. 

Se quedaron allí, sin intercambiar palabra, simplemente admirando la incomparable belleza de unas vidas que recién iniciaban. 

Y en ese mismo hospital, otra se iba apagando poco a poco. 

🌠

Son las 5:22 A.M porque la inspiración solo me llega a estas horas.

Por cierto, a esta fic le queda muuuy poco.

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My pregnant omega [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora