5: "No me importa a quién te tires"

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Miro a la chica que está situada sobre el sofá descansado y aún se me hace raro que esto sea real. Tengo veintiún años y por fin hemos dejado de ser dos diamantes para ser tres. Mía ha llegado o Esmeralda como quiere que la llamemos Julián. Solo tiene dieciocho años y me hace recordar esos primeros momentos en los que llegué.

Es extraño, porque somos personas completamente diferentes. Ella es buena, simpática, dulce, con un corazón de oro, leal, sincera. Solo hace un mes que está con nosotras y ya quiero protegerla como si fuera mi hermana pequeña. Es tan indefensa que incluso Roxy, quién tiene miedo de todo, deja salir su lado protector y la defiende a capa y espada.

Su motivo en diferente también. Es bueno, ella solo piensa en su familia, en su padre, y daría lo que fuera por tener un corazón como el de ella, o una familia en la que apoyarme. Pero no es mi caso, si estoy aquí es porque me da la gana, porque me da morbo, porque lo ilegal siempre me ha llamado la atención. Supongo que dentro de mi cabeza hay algo mal.

- ¿Todavía duerme? - pregunta Roxy después de salir de la ducha.

-Sí, parece que está agotada.

-Me da pena que tenga que hacer esto por su familia.

-Es leal- digo simplemente.

-Supongo que es lo que se hace cuando amas a tú familia.

-Supongo.

Ambas tenemos un pasado de mierda, y aunque no sé el suyo porque jamás lo ha dicho, sé que su familia no ha sido el punto a favor. No habla con ninguno de ellos desde hace años, y es extraño. Aunque bueno no voy a juzgarla, porque me cago en la puta, no soy la más indicada cuando mi familia no me ha querido nunca.

-No se merece estar aquí.

-Tú tampoco, y aquí estás- afirmo mirándola- sois parecidas en verdad.

-No lo somos- dice riéndose- tengo muchos demonios en mi interior que día a día intentan escapar.

-Déjalos libres, yo me siento orgullosa de cada uno de los demonios que forman mi vida.

-No los quiero, los quiero muy lejos de mí- y no vuelve a decir ni una sola palabra más, así que sé que el tema está zanjado.

Cubro a Mía con una manta que tenemos por aquí porque realmente parece tener frío y lo último que quiero es que se ponga mala. Tiene que tener todos sus sentidos a la perfección para poder ayudar a su padre.

El mío es un borracho, asqueroso, poco hombre, infiel, drogadicto, cerdo que no se quiere ni a él mismo. Me da asco, y aunque hace muchos años que no lo veo, tampoco quiero hacerlo. Lo malo es que en este puto mundo oscuro lleno de mierda en el que me muevo ahora, tengo más posibilidades de encontrármelo.

Ojalá que no.

El de ella tiene que ser genial como para que quiera salvarlo. Aunque me digan mala o asesina, yo al mío lo dejaría morir sin un solo pensamiento ni remordimiento. No me dolería verlo marchitarse poco a poco.

-Voy a ducharme porque me duele todo el cuerpo del puto gimnasio- informo a la pelirroja.

-Vale- susurra al pasar cerca de la rubia- voy a preparar la cena mientras tanto, habrá que ir despertándola.

-Pues encárgate tú que tienes más tacto, yo la despierto rápido con un chillido.

Rueda los ojos y hace una señal para que me vaya al baño y le deje esto a ella. Y menos mal, porque si algo no tengo es tacto y dulzura. No pueden culparme, lo mío no es el romanticismo y las cosas bonitas.

En la ducha siempre pienso en mis cosas, pero por primera vez solo dejo mi mente en blanco y escucho la canción que se reproduce en la radio. Es de reggaetón y hace que mi cuerpo quiera moverse, pero estoy tan cansada que ni de eso tengo ganas.

EFÍMEROS DIAMANTES { #2 Triología Diamantes }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora