Volví con cautela para no toparme con alguien, pero me encontré con nuestra líder.
—¿Dónde estabas? —me preguntó Anastasia al verme entrar a la base.
—Estaba revisando el perímetro.
—Te tomó bastante tiempo.
Por la mierda.
Tuve que morderme la lengua para no escupir lo que había hablado con Kent.
—Di más de una vuelta, quería estar segura —hablé más enojada de lo que estipulé y ella suspiró.
—Carolina, no puedes estar allá sola, es peligroso —me recriminó. Levanté mis pantalones para que viera las dos cuchillas atadas a mis gemelos y luego crucé mis brazos y saqué mis dos pistolas—. Pequeña, eres insufrible —dijo con una sonrisa y la imagen de Kent saltó en mi cabeza.
Y nuevamente quise gritarle.
Me despedí de ella y me fui a mi habitación. Estando ahí maté el tiempo limpiando mis armas, sacándole filo a mis cuchillas y buscando más sets de balas, solo para estar preparada. En cualquier otro momento estaría haciendo eso para asesinar al enemigo con el que me estaba juntando, pero ahora lo hacía por otras circunstancias. Cuando terminé miré el reloj, era el momento de escabullirme.
El camino lo conocía mejor que la palma de mi mano y llegar hasta nuestro lugar no era necesario utilizar ningún tipo de luz, aunque la noche fuera de las más oscuras, pero esa vez la luna menguante iluminaba un poco el camino, un punto en contra para nosotros.
Espera.
¿Nuestro lugar?
¿Qué carajo?
Apenas llegué escuché su voz.
—Pensé que no llegarías —dijo parándose de nuestra roca para recibirme.
Por la mierda.
Es mi lugar, no nuestro.
Es mi roca, no la nuestra.
Pero ya ni yo me lo creía.
—Tenía que asegurarme que Anastasia y los otros terminara su guardia.
—¿Quién es Anastasia?
—No es de tu puta incumbencia.
No sabía por qué estaba enojada, pero era evidente que lo estaba proyectando hacia él.
—Solo preguntaba —dijo casi como disculpándose, haciendo que me sintiera horrible.
Me acerqué y me senté a su lado. Kent me miró por unos segundos infinitos mientras yo hacía lo mismo, algo estaba rondando por su cabeza, lo veía en sus ojos azul profundo.
—Dime qué estás pensando —dije sin quererlo de todo.
—¿Cómo sabes que estoy pensando en algo?
Me tomó por sorpresa. Intenté convencerme de que no era otra cosa más que saber que ya lo conocía lo suficiente como para saberlo y no porque me gustaba analizar sus ojos.
—Porque ya he visto esa mirada en ti —solté sin más, ya no importaba.
Es que estar con él me cambiaba como nunca lo había hecho nadie antes. Me regaló una media sonrisa, coqueta, mientras me miraba a los ojos. Creo que fue la primera vez que lo vi así y odié lo que sentí, lo odié por lo mucho que me gustó.
—Tengo un plan —dijo al fin.
—Por favor, no digas escapar, ya hablamos de eso —reclamé.

ESTÁS LEYENDO
DISONANCIA
RomanceCarolina debe luchar por su pueblo y sus riquezas cuando un grupo de forasteros llegan a atacarlos con su despiadado ejército. Conocerá a Kent, un hombre del bando enemigo, quien sin saberlo le cambiará la vida y le hará cuestionar todo lo que ha a...