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Gerard

Mi sueño fue abruptamente interrumpido por culpa de Frances.

— ¡Ya es hora de que despiertes! — La escuché gritar mientras toca la puerta. 

— ¡Nooooo! — Dije sin poder abrir los ojos todavía. — ¡No, no, no! ¡No he dormido nada! 

— ¡Abre la puerta, Arthur! 

— ¡Cinco minutos más! — Comencé a dar vueltas en la cama, tratando de reunir la fuerza de voluntad suficiente para levantarme. 

Prácticamente, lloriqueé un poquito antes de por fin abrir los ojos, deseando tener más tiempo para dormir. 

Me levanté y le abrí la puerta, entonces me percaté de su nuevo corte de cabello.

— Wow... Luces muy bonita.   

— Gracias. — Sonrió. — Ahora tú... ¿Cómo es que apenas estás despertando? El partido empezará en una hora. 

— Ay, Frances... ¡Tengo mucho sueño! 

— ¿A qué hora te dormiste? — Preguntó tomando asiento en mi cama. 

— A las cinco. 

Me miró sorprendida. 

— ¿Haciendo qué? — Cuestionó, con una sonrisa ladina en el rostro.

— Cosas... Jeje... — No pude evitar reír sospechosamente, con mi cara de idiota. 

— Mmm... Oc... — Siguió mirándome extraño. — Está bien si no me quieres decir. — Se encogió de hombros. — No quiero saber.... En serio.... No quiero saber-¡Dime, por Dios! ¡La intriga me carcome! — Reí. 

— Ya sabrás. — Mantuve mi sonrisa.  

— Okay... Chico sospechoso, ve a arreglarte rápido. No quiero que te pierdas el rant sobre Jamia que tengo para hoy. 

— ¿Qué? — Pregunto buscando en mi clóset algo que ponerme. — ¿Qué pasó ahora? 

— Ay no, Gerard, tienes que verlo tú mismo... Es que dijo una cosa que... Ay no. Es mejor que lo leas. 

— Si te molesta tanto ¿Cómo es que te enteras de las cosas que hace? 

— ¡Coño! Porque siempre me mandan capturas de sus mierdas. Es que la gente me busca la lengua, sinceramente, porque yo estoy tranquila en mis aposentos sin saber de Jamia, sin estar pendiente de ella para no andar todo el día enfermándome y llenándome de cringe, pero siempre viene algún pendejo a enviarme capturas para eso, Gerard, para que yo lance mis críticas venenosas... Una que quiere estar tranquila, ser buena persona y dejar la cizaña, ¡Y no la dejan! Por eso es que soy como soy. 

— Es que la gente que te sigue ama tus rants... Ya no puedes abandonarlos. 

Voy a esperarte abajo, te daré tu tiempo de vestirte. Mientras tanto, iré a la cocina y meteré en tu mochila tu termo con agua y te prepararé algo rápido para que comas en el camino ¡Porque no hay tiempo, señor "me desvelé haciendo no sé qué"! Si lo que estabas haciendo era tener sexo telefónico con Bert mejor ya ni me cuentes. 

— ¡Frances! — Estaba a punto de entregarle la mochila pero al escuchar lo del sexo telefónico, se la lancé con fuerza directo a la cara. — ¿Cómo se te ocurre? 

— Bueno... Fue lo primero que me imaginé por tu forma de actuar. — Rió. 

— Qué mente tan sucia la tuya, de veras... 

Broken Pieces; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora