Epílogo

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Frank

«Encuentra una razón para entregar tu corazón

Pero yo encontraré una razón para nosotros»


Solté un suspiro de alivio al estar de nuevo en casa.

A principios de este año tuve una gira por el país que duró aproximadamente un mes. Luego, al llegar el verano, después de tocar en varios festivales, viajé a Europa y Latinoamérica. Aunque los escenarios son mi segundo hogar y me hacen sentir vivo, después de casi tres meses lejos, me hacía falta la calidez y la paz de mi primer hogar, donde se encuentra mi familia.

Llegué a las dos de la madrugada. Evan me ayudó a guardar mis guitarras y demás cosas en la cochera, luego nos despedimos con un fraternal abrazo.

Los perros dormían en la sala, hasta que sintieron mi presencia e inmediatamente despertaron. Después de darles caricias y besos a todos, los dejé para que volvieran a dormir y subí las escaleras.

No puedo esperar hasta que amanezca para ver a mis hijos; los extrañé demasiado.

Abrí la puerta del cuarto de mi pequeño príncipe con mucho cuidado de no despertarlo, y al asomarme, lo vi durmiendo abrazando la tortuga de peluche que ha tenido desde los cuatro años, lo cual me causa ternura, porque antes de irme de gira, él le regaló a su hermana todos sus animales de peluche ya que, según él, ya está muy grande para esas cosas; pero veo que no puede deshacerse de "Tarlos".

Cerré la puerta y luego avancé hasta el cuarto de mi pequeña princesa. Caminé hasta su cuna, y sonreí al verla dormir plácidamente, como un angelito; sólo tiene un año y medio.

Posteriormente, seguí mi camino hasta mi habitación, o mejor dicho, nuestra habitación; porque la comparto con el amor de mi vida.

Entré y allí estaba él... Durmiendo acurrucado entre las mantas, su largo cabello negro cubriendo parte de su rostro. Suspiré embobado... Realmente amo a Gerard.

Me quité los zapatos, los calcetines, y mi pantalón para acostarme a su lado y dormir con él. Traté de entrar a la cama con mucho cuidado de no despertarlo, pero él abrió los ojos lentamente, dejando ir un suave bostezo. En cuanto me vio, esbozó la más tierna de las sonrisas.

— Hola... — Suspiró. — Quería esperarte despierto... Pero no pude. — Musitó con pereza, ni siquiera puede mantener los ojos abiertos por mucho tiempo; es realmente tierno

— Te extrañé mucho, amor. — Dije entrando con él bajo las mantas.

Volvió a bostezar antes de sonreír y decir:

— Dame un besito...

Sonreí cuando me abrazó, y sus piernas envolvieron las mías. Al besar su boca, la electricidad que recorre mi piel es más intensa debido al anhelo, a la espera. Habernos extrañado vuelve el contacto más especial.

Luego él recuesta su cabeza sobre mi pecho, y cierra los ojos para seguir durmiendo. Yo lo abrazo a mi cuerpo protectoramente, y sin poder evitarlo, mi mano recorre la suavidad de sus muslos.

— ¿No llevas ropa interior? — Pregunto cuando mis caricias comienzan a recorrer mucho más de su cuerpo.

Sin abrir los ojos, esbozó una sonrisa traviesa mientras niega con la cabeza.

Finalmente, volvió a quedarse dormido. Sonreí, y dejándome llevar por el cansancio por el largo viaje, cerré los ojos y me quedé dormido sintiendo una inmensa paz al tenerlo en mis brazos.

Broken Pieces; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora