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Gerard

Cuando llegamos a Malibú, lo primero que hicimos fue parar en un supermercado, porque Frank quiso comprar los ingredientes necesarios para prepararle a Miles la sopa especial que siempre le prepara cuando está enfermito. Fue en ese momento que bajó la guardia conmigo y me permitió ayudarlo; Miles estaba dormido en mis brazos, con una manta cubriéndolo, mientras Frank iba junto a mí metiendo cosas al carrito de compras. Aun así, no habíamos intercambiado palabras; ni siquiera lo hicimos durante las cinco horas que estuvimos metidos en mi auto, más bien, él estuvo por su lado, jugando con Miles en su tablet mientras yo conducía, además, se le veía un poco inquieto; me atrevería a decir que desesperado. Muchas veces quise poder leerle la mente y saber qué podía tenerlo tan... ¿Mortificado?

Frank es un tipo muy raro; todo es confuso con él. No me quiere cerca, pero siempre hay un momento en el que viene a mí por voluntad propia, así que no sé qué pasa por su cabeza y no sé qué quiere de mí... Creo que ni siquiera él lo sabe.

Quizás para él no es tan fácil entregarse a sus sentimientos como lo es para mí, y por eso los reprime.

Faltan seis días para que el viaje a Pacific Grove termine, y todos, incluyendo a Jamia, regresen a Malibú, y honestamente, no sé qué esperar... Mucho menos ahora que tendré que llevar a Frank a mi casa. 

Se suponía que iba a llevarlo al hotel... Al menos ese era mi plan al principio, pero entonces pasó algo muy extraño con Frances esta tarde, cuando estaba preparándome para irme.

Estaba en mi cuarto. La pesada mochila con mi ropa y las cosas del perro ya estaba sobre mis hombros, apenas acababa de cerrar la jaula de Waffles para irnos, cuando intempestivamente, Frances entró, cerrando la puerta muy fuerte: Estaba pálida y exaltada, como si acabase de ver un fantasma.

— ¡Geraaaaard! — Exclamó en susurros, totalmente espantada.

— ¡¿Qué sucede?! ¿Qué tienes? ¿Te pasó algo malo? — Pregunté con verdadera preocupación.

— Gerard, no te vayas... — Noté verdadero temor en sus ojos.

— ¿Qué? — Fruncí el ceño. — ¿Qué pasa? Estás asustándome.

— Mira, Gerard... — Comenzó a dar pasos inquietos de un lado a otro. — Acabo de descubrir que cuando yo me hago una película en la cabeza, es porque esa película ya está basada en una novela y tiene más secuelas que Harry Potter.

— ¿Qué significa eso?

— B-Bueno... Mikey y yo hicimos una tontería y... G-Gracias a esa tontería terminé en el cuarto de Frank y Jamia. — La miré boquiabierto. — Y entonces escuché... Y vi... Cosas que no debí ver-¡No! ¡Sí debí haberlo visto! — Sacudió la cabeza. — ¿De qué estoy hablando? La cosa es que Frank... No está bien...

Entonces, su miedo se me contagió.

Cuando estuve por preguntarle qué pasó con Frank, escuchamos golpes en la puerta.

— Abre. — Me dijo al notar cómo la miré en espera de una respuesta.

Al abrir la puerta, me encontré a Frank... Un Frank muy diferente al que vi por la mañana; un Frank gris, taciturno, incapaz de levantar el rostro, ni siquiera para mirarme a los ojos.

— ¿Ya te vas? — Me preguntó. — Miles y yo estamos listos para irnos.

— Y-Yo... Eh... — Volteé a ver a la asustada Frances. — ¿Me esperas un segundo?

Cuando recibí una respuesta positiva de su parte, cerré la puerta.

— ¿Por qué quieres que me quede? — Pregunté.

Broken Pieces; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora