1. Conmigo, suficiente

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"Vuelo IB6909 con destino Ciudad de México, embarquen por puerta 14, gracias"-dijo una voz por megafonía.

- Venga Miriam, nos toca embarcar.-dijo Efrén enérgico.

Se colgó la mochila en la espalda y una sonrisa inundó su rostro tendiéndome la mano. Me levanté de la silla y cogí mi maleta de mano, ya que el resto las facturamos anteriormente. Nos acercamos a la puerta de embarque y allí nos esperaba una joven azafata con una gran sonrisa.

- Sus tarjetas de embarque por favor.-solicitó amablemente.

Se las mostramos y nos deseó un feliz vuelo. Cruzamos el túnel que nos llevaba al avión. Eran las cinco de la mañana, me parecía una buena hora, así veríamos amanecer en el avión. Nunca había tenido la oportunidad de ver amanecer desde las nubes. 

Nos sentamos y Efrén sacó su portátil para ver una serie de Netflix durante el trayecto. Yo estaba sentada justo al lado de la ventana, miré a través de ella. La noche inundaba Madrid, allí, en el aeropuerto solo se veían lucecitas de aviones, la torre de control, de diferente maquinaria de la zona de pista. 

"Cuando se acabe el tirón te vas a hundir como el Titanic y yo ya no estaré para salvarte." Por mi cabeza aquellas palabras se repetían una y otra vez. Desde que había terminado la gira cada vez sonaban más fuerte. Cerré los ojos y  suspiré. El sonido de las olas, la sal penetrando mis poros, filtrándose en mi grieta. Su voz, los puñales vestidos de palabras. Más olas, menos yo, más sal. Su mirada, mi refugio, su hostilidad, mi identidad.

- ¿Va todo bien?-dijo Efrén sacándome de mis pensamientos.

- Sí, solo estaba pensando en la de horas que vamos a pasar aquí.-dije fingiendo una sonrisa para restarle importancia y no preocuparle. 

Llevaba una semana sin apenas dormir. La cama se me volvía  a hacer grande, la noche era la peor tortura, soñar era peor que el mismo infierno. No podía sacarme de la cabeza aquel fortuito encuentro con Pablo en aquella pequeña cala de Punta do Estreito. Mi subconsciente tampoco. Tragué saliva, saqué el cuadernos que me había comprado para el viaje.

"Día uno: ni conmigo, pero mejor sin ti." escribí.

Quería volver a empezar, lo necesitaba. No había peleado tan duro para darle la razón a alguien que nunca me quiso de verdad, no al menos de una manera holística y real. Querer a alguien implica querer también sus alas. No hacerlo, implica no querer al cien por cien. Cerré el cuaderno y los ojos. Me acomodé en mi asiento y me rendí a los brazos de Morfeo. Estaba demasiado agotada, mi pecho necesitaba un golpe de efecto, abrir más que nunca las alas y emprender el vuelo. Lo que no podía imaginar era que tras aquella puerta de embarque se encontraba el golpe preciso, la aventura brutal, ese momento de tu vida que quisieras repetir cien veces y terminas idealizando por lo mágico que lo sentiste. La Miriam que volvería a Madrid no era ni de lejos la Miriam que aquel día la travesaba dirección Ciudad de México. 

16.30 hora española, 9.30 hora mexicana. Bajamos de aquel avión cargados entre maletas, mochilas y mi guitarra. 

- Bienvenidos a México.-dijo Armando, el encargado de Universal en México.

Nos saludamos con dos besos, Armando nos acompañó al hotel, teníamos una habitación cada uno. Yo tenía la 307 y Efrén la 308. Además, Armando antes de irse nos proporcionó un mapa de la ciudad y un listado de compositores con los que podría reunirme para componer. 

- Aquí tienes a compositores que son jóvenes promesas mexicanas. Espero que disfruten de la estancia, de la magia de México y salga un álbum bien hermoso.- añadió Armando.

Asentí y le di las gracias. El amable dirigente se marchó y yo me senté en mi cama.

- Miri, si quieres descansar, tranquila, apenas son las nueve de la mañana aquí y es normal tener jet lag.-dijo Efrén sentándose a mi lado.

- No, tranquilo, no tengo jet lag. Pero me apetece irme a despejar al gimnasio del hotel, ni que sea una horita, ¿te apuntas?-respondí sonriendo levemente.

- Bffff... Pero prométeme que cuando lleguemos dormiremos un poco.-dijo con cara de súplica.

Reí, disimulaba fatal, aquella reocupación era en realidad un "Tengo jet lag" a gritos. 

- Quédate y duerme un poco, bajo yo a gimnasio, cuando suba ya sino miramos el mapa y decidimos qué hacemos, ¿te parece?-pregunté con una sonrisa en los labios.

- A ver, que yo si quieres te acompaño, eh. No te creas que tengo jet lag ni nada de eso, lo decía por ti.-dijo tratando de excusarse.

- Efrén, puedes dormir tranquilo.-contesté riendo. 

Me levanté de la cama y me cambié de ropa en el baño. Me llevé mi cantimplora y me bajé al gimnasio. Allí me dieron una toalla. Entré en la sala, prácticamente no había nadie. Me puse los casos y fui a la cinta. Empezó a sonar Aute cuture de Rosalía. Me concentré y me evadí de todo mi alrededor. Una vez terminé el entrenamiento, cogí mi cantimplora y le di un trago. Suspiré. Con la toalla me sequé la sudor de la frente, la dejé en la cesta de las toallas que había en la entrada y me fui hacia el ascensor. Pulse y subí, me miré al espejo, reí levemente al ver mis pintas. Pulse al 3 para subir a la habitación pero antes de que las puertas se cerrasen alguien entró dentro del ascensor. Me giré y me encontré a una persona que nunca creí encontrarme en una situación así. 

- Ma... ¿Malú?-dije extrañada.

- Sht.-dijo nerviosa tapándome con una mano la boca.

El ascensor se cerró.

AQUÍ ESTÁ EL PRIMERO. Con septiembre, volvemos a empezar con las novelas. Espero que os haya gustado, ¿Qué os ha parecido? ¿Por qué Malú le tapa la boca? ¿Qué esconderá Malú? ¿Reconocerá a Miriam? Dejad las respuestas en los comentarios.

Beso apretao',

Broken Lines.

HALA KENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora