13. Agua.

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Antes de subir al autobús Margarita y Pedro nos propusieron ponernos en circulo.

- Muy bien chicos, quien de ustedes encontró el principio?-preguntó Margarita.

Alzamos la mano Berta, la pequeña Lola, María y yo. No sabía que había más replicas escondidas.

- En cada parada 4 personas encontraran el principio. Lo hacemos así para que todos ustedes tengan más oportunidades de encontrarlo.-explicó Pedro.

- Pero el principio no viene nunca solo. Hoy viene acompañado de esta maravillosa exquisitez mexicana, ¡tacos!-reveló Pedro abriendo una caja que tenía en su costado.

En el interior de la caja había unos apetecibles tacos rellenos de tiras de lechuga, queso, tomate a taquitos y ternera. También había otros con quinoa, guacamole, tomate, endivia y cebollino. A la pequeña Lola se le iluminaron los ojos. Ella fue la primera que con la ayuda de su madre degustó el exquisito plato tradicional. El rato nos unimos a degustar aquel apetecible plato. Berta y Olivia nos miraban atentas tratando de disimular. Malú se tensó un poco. Cuando terminaron el taco Berta fue la que tímidamente se acerco.

- Buenas.-dijo tímida.

- Buenas.-le respondí con una amplia sonrisa.

- Hola, corazón.-respondió Malú aun manteniéndose tensa. 

- Habíamos pensado con Olivia que si queréis podríamos hacer un mini concierto juntos.-dijo nerviosa Berta.

Malú se tensó más.

- Entre nosotros.-matizó Berta.

Malú sonrió más relajada.

- Por supuesto, por mí no hay problema.-respondió rápido.

- Por mi tampoco hay problema, ¿lleváis instrumentos vosotros?-pregunté.

- Bueno, Olivia lleva la trompeta, Marc unos platos y yo me monto la percusión facilito.-dijo lo último riendo un poco.

- Pues después de cenar bajaremos con mi guitarra y nos damos un conciertillo.-dije sonriente.

- Mil gracias chicas.-dijo sonriente dándose media vuelta y volviendo con su grupo.

Malú cogió otro taco y apartó la mirada. Se quedó pensativa. Clavó su mirada en el suelo, su cabeza podía intuir que iba a 200km/h. No sabía qué podía estar atormentándole. Subimos al autocar, nos sentamos detrás pero ella decidió sentarse en la otra punta. No entendí aquello. No entendía qué había hecho para provocar en ella aquella actitud de distancia hacia mí. Cuando el autocar paró para bajar aproveché cuando no quedaba nadie para preguntarle.

- ¿Qué te pasa?-pregunté intranquila.

- Nada.-dijo yendo hacia el pasillo del autocar.

- ¿Nada?-pregunté incrédula.- Pues para no pasarte nada, parece que te pasa todo, chica.-repliqué.

Admito que me su actitud me cabreó y su intención de hacer ver que éramos dos desconocidas aún más. No entendía aquello.

- Miriam, déjame en paz, ¿vale?-respondió cabreada.- No tengo que ir dándote explicaciones de nada, no eres mi novia ni nada parecido.-añadió.

- Muy bien chica, estupendo. Haz lo que te dé la gana.-respondí aún más endafada.

- Que te jodan.-dijo alejándose de mí.

Lo reconozco, aquello me dolió porque sabía que no teníamos una etiqueta pero en estos días había sentido cosas, algo se me había removido estando cerca de ella. Tampoco éramos nada. Ella se marchó del autocar. Yo, refunfuñando bajé. Cogí mi mochila y la guitarra. 

HALA KENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora