Terminamos con las sábanas esparcidas por la cama, nuestros cuerpos entrelazados y nuestras melenas caían sobre la almohada como la nieve desciende del cielo, con una delicadeza que hacía del caos un plano perfecto.
Dormimos toda la noche, su brazo izquierdo sobre mi vientre. Mi cabeza en su pecho y mis brazos rodeando su cintura. Tardé en alzar la cabeza, trataba de procesar todo aquello. Jamás había sentido algo así, ese huracán. Había vivido entre disciplina, responsabilidad, monotonía y pequeñas líneas de fuga que me permitían ir sobreviviendo. Pero ya todos sabemos que sobrevivir es muy diferente a vivir. Tal vez ese estaba siendo el primer día de vida real que estaba viviendo después de mucho tiempo.
Día 4: me descubro las alas que te empeñaste en cortar.
Pensé en la escena, aquella de la que hasta ahora solo tenía flashes, los resquicios de dolor me impedían visualizar al completo lo que pasó aquella tarde en Pontedeume. Aquella escena de la que me venían frases hirientes cada vez que andaba volando bajo. Su cara, su ira, su estado fuera de sí. Pese a que cada vez que volví a mi cabeza todo aquello dolía y quemaba como si fuera fuego candente, aquella vez, no hirió. Pasó por mi cabeza como quien recuerda una herida mirando su cicatriz, sabiéndome a salvo. Respiré profundo y me acurruqué en el pecho de Malú.
- No sabía que te ponías en modo gatita cuando te levantabas.-dijo su voz ronca.
Sonreí y alcé mi cabeza para buscar su contacto visual.
- ¿Ni de buena mañana bajas la guardia?-pregunté con una amplia sonrisa.
- Pues según.-respondió sonriente.
Rodé los ojos y me acerqué a ella. Rocé mi nariz con la suya, sonrió y le besé. Era un beso muy distinto a los de anoche. Este era suave, delicado, con mimo. Cuando nos separamos le di un beso en el hombro.
- ¿Al final, te apetece el viaje?-pregunté acomodándome en la almohada.
- Sí, aunque ese guía no me cayó muy bien.-dijo aparatando levemente la mirada.
- ¿Te pusiste celosiña?-pregunté divertida.
- No... Solo que tenía mucho interés en tenerte bien cerquita.-dijo tratando de disimular.
- Ya, claro.-respondí riendo.- Pues me pidió el número y todo, me ha enviado un mensaje esta mañana para ver si al final iba al viaje.-mentí para ver su reacción.
Se quedó seria de pronto.
- Ah, vaya, pues ve con él sino.-dijo seca.
Le miré divertida, sonriente. Quise acercame a darle un beso y se apartó. Reí.
- Mira que eres boba y fácil de picar.-dije poniéndome a horcajadas.
- A ratos no te soporto.-contestó sonriendo levemente.
- Mírame.-dije cogiendo su cara entre mis manos.- Ese viaje quiero hacerlo contigo y te ayudaré con el pie y con lo que necesites. Solo quiero pasar esa semana a tu lado.
Se sonrojó. Reconozco que yo también. Apretó los labios aunque se le dibujaba una sonrisa.
- ¿Vamos a por el mapa?-preguntó dulcificando su mirada.
- Por supuesto, pero eso puede esperar un poquito más, ¿no?-dije atacando su cuello.
Nos volvimos a enredar. Arañándonos un poco más de cercanía y piel. Se podría decir que éramos dos personas que se saltaron las etiquetas para poder volar mejor. Nos sentíamos, nos latíamos y nos respirábamos. No hacía falta nada más.
Después del arranque de pasión volvimos al museo.
- ¿Qué desearan?-preguntó una chica de unos treinta años tras el mostrador de recepción.
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HALA KEN
FanfictionPercibir cómo lates, saber cómo lates y descubrir dónde lates. Ese es el verdadero desafío de esta vida. Abrir las alas y cerrar los ojos al miedo.