20. La dirección.

298 38 5
                                    


Cuando regresé al piso, antes de subir revisé el buzón puesto que habiendo estado una semana fuera, seguramente tendría alguna que otra carta. Pero claro, cuando abrí aquel buzón no esperaba encontrar lo que mis manos encontraron. Un sobre blanco, sin ningún tipo de sello ni dirección escrita. Quien fuera que había dejado esa carta literalmente se había colado en el portal. Intrigadísima abrí la solapa del sobre y me encontré con una pequeña hoja donde únicamente había escrito el siguiente mensaje:

"Delante del Palacio de cristal, 16:30h.

M."

Era ella. Pero ¿de cuando sería aquella nota? ¿lo habría dejado mientras estaba en Galicia? No le había dicho cuánto tiempo estaba fuera así que en mi mente imaginé todo un conjunto de posibilidades. No sabía muy bien si en el caso de acudir, aquello me beneficiaría en algo. Verla de nuevo después de todo. Aunque tras pensarlo bien, decidí acudir. Si acudía, quería escuchar su versión y cerrar aquel capítulo. Miré el reloj, eran las 12 y poco. Subí las maletas y puse la ropa a la lavar. Mientras la lavadora funcionaba me preparé la comida, una ensalada y un poco de pollo con verduras. Mientras comía seguía dándole vueltas al asunto de la nota. Tenía tantísimas incógnitas... Aunque seguía molesta por todo aquel secretismo y hermetismo, que después de toda la burbuja de confianza que yo creía que habíamos creado en México.

Cuando terminé de comer, terminé de ordenar el caos de la vuelta de Galicia, me puse las gafas de sol y las llaves del coche. Tocaba salir de dudas. Bajé al garaje, me acomodé en el asiento del coche y di al contacto. El motor rugió y puse rumbo a aquel lugar tan precioso en el que me había citado. Contra todo pronóstico, pude aparcar cerca del emblemático parque madrileño. Hacía bastante calor, pues estábamos a inicios de septiembre y aquel verano fue de lo más caluroso hasta sus últimos días. Cogí una gorra que tenía por el maletero y me adentré en el parque. Tenía tiempo para llegar con calma al palacio de cristal así que me tomé aquello como un paseo. Cuando llegué al sitio no había nadie, comprobé el reloj, quedaban cinco minutos para la media. Busqué la sombre y esperé ahí hasta que apareció alguien, bajita, vestida de negro con unas Rayban y una gorra negra. Era ella. Cogí aire y me acerqué. Ella miró a ambos lados y se acercó hasta mí. Apretó los labios y agachó la cabeza.

- Lo siento muchísimo.-dijo por fin.

Suspiré y aparté la mirada.

- ¿Cuando dejaste la nota en mi buzón¿-pregunté.

- El jueves.-dijo algo tímida.

-Malú estamos a lunes.-dije desconcertada.-¿Has estado viniendo desde el jueves cada día a las cuatro y media?-pregunté.

Asintió quitándose las gafas de sol. Reconozco que aquello me sorprendió pero también me gustó sentir que me buscaba, que todavía tenía interés en verme.

- Y bien, ¿qué explicación misteriosa hay detrás del anuncio de que vayas a casarte justo un día después de volver de México?-pregunté volviendo al tema por el que me había ido al centro a las cuatro y media con la calor que hacía.

- Bf... Entiendo que no lo comprendas o te parezca surrealista pero de verdad, no te engaño ni lo más mínimo en lo que te voy a contar.-dijo algo frustrada.

- Bueno explica y luego yo ya veré.-dije quitándome las gafas.-Pero vamos a la sombra.

Nos sentamos bajo un árbol que hacía una gran sombra.

- Verás, yo te conté que en la fiesta de Alejandro bebí y terminé acostándome con Albert, ¿verdad?-dijo.

- Sí, lo recuerdo.-dije suspirando.

HALA KENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora