16. Fuir.

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Su cuerpo se tensó. Era como si ver aquella llamada entrante, su mente hubiera hecho click en cuestión de segundos. Descolgó la llamada con la preocupación instalada en su rostro. No supe leer todos los mensajes que su cuerpo emitía. Se colocó el teléfono en la oreja y se sentó dándome la espalda. Rápidamente me incorporé y fijé mi mirada en su espalda, esa constelación de estrellas marrones que decoraban el blanco marfil de su piel.

- ¿Qué quieres?-dijo nada más descolgar.- No estoy allí.-dijo rápidamente.

Respiró pesadamente y pasó una mano por su frente.

- No voy a ir ahora. No. no voy a ir porque no estoy en España.-dijo nerviosa.- Me tenéis harta.

- Ahora vienes con piel de cordero pero ambos sabemos que no eres así.-dijo alterada.-Me fui justo por esto.-elevó más la voz.- PERO ¿TE ENTERAS DE QUE MI VIDA ES MÍA?...NO, ni se te ocurra ¿me oyes?... Ah y te piensas que yo voy a hacerlo, ¿no?-dijo esto último con cierta chulería.- Déjame en paz.-sentenció colgando.

Dubitativa me acerqué a ella, acaricié lentamente su espalda.

- ¿Todo bien?-pregunté casi en un susurro. 

Negó moviendo suavemente la cabeza.

- Cuando él llama, nada va bien.-respondió con un hilo de voz.

Le abracé por la espalda, ella dejó caer su cabeza hacia atrás, apoyándola en mi hombro y cerró los ojos. Dejé un beso sobre su cuello.

- Estoy aquí, contigo, sea lo que sea que esté pasando al otro lado del charco, me tienes.-dijo mientras dejaba un dulce beso sobre sus clavículas.

Sonrió levemente y se aferró a mis brazos.

- Suerte de eso.-dijo mientras se revolvía para acurrucarse en mi pecho.

Lo reconozco, aquel día fue de lo más extraño. Malú era como un libro escrito en un idioma que ni la piedra roseta era capaz de traducir. Cuando creías que ya sabías cómo leerlo, de pronto, un día volvías al punto 0 y vuelta a empezar y obviamente, aquella llamada supuso una vuelta a empezar.

Cargamos la mochila y de nuevo, volvimos a meter el equipaje dentro del minibus en el que recorríamos México. Malú estaba reflexiva, se pasó todo el viaje mirando a través de la ventana con la música puesta. Podía escuchar su música, un suave hilo de voz hacía intuir que estaba escuchando "Losing my religion" de R.E.M., parecía absorbida por el paisaje. No apartaba su mirada de él. Suspiré, conecté los cascos a mi teléfono y reproducí la playlist de descubrimiento semanal que me había preparado Spotify. Puse los auriculares en mis orejas y cerré los ojos. Empezó a sonar una suave melodía de guitarra, era una versión muy dulce de "Moon River" intercalada con pequeños fragmentos de rap. Me gustó, desbloqueé el teléfono y guardé aquella canción en favoritos "Todo se va" de Xavibo. Volví a bloquear el teléfono y volví a cerrar los ojos. Empecé a pensar, a darle vueltas por primera vez a qué pasaría cuando tocara volver a Madrid. Me esperaba un descanso allí antes de volver a irme, esta vez a Londres para la producción del disco pero ¿qué pasaría con Malú?¿hacía donde iría todo esto? Estaba claro que ella tenía una vida muy distinta allí. Estaba envuelta en una burbuja llena de misterio. Daba la sensación que Madrid para ella era como volver a la tela de la araña. Pero ¿quién era la araña que la mantenía atrapada? En mi cabeza llovían preguntas, incertezas y porqué negarlo, el miedo también se dejó ver. No éramos nada concreto pero me gustaba su compañía, nuestros momentos, la intimidad que iba más allá de la piel. No saber qué pasaría cuando cruzáramos la puerta de embarque empezaba a darme miedo.

Noté un peso en mi hombro izquierdo, abrí los ojos y giré mi cabeza, Malú había dejado su cabeza ahí. Dejé un beso sobre su pelo y apoyé mi cabeza sobre la suya. Atrapó mi cintura con suavidad, envolviéndome con sus brazos y yo hice lo mismo con la suya. Miré a través de la ventana y vi un exuberante paisaje lleno de verde y frondosidad. Tanta naturaleza en la que perderse, en la que retrasar la vuelta. Quedarnos así, abrazadas en medio de este paraje, en pausa. No éramos nada pero en apenas unas semanas había recuperado esa sensación de vivir cada segundo de mi existencia. Cerré los ojos de nuevo y me dejé llevar por los acordes de una canción de Leiva.

HALA KENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora