Capítulo 5

366 24 2
                                    

—¿Por qué me pediste que viniera? —preguntó Gabriel. Cuando lo habían citado a la oficina del director de la Academia se había preocupado, nunca era buena señal cuando hacían eso. Pero cuando el director le había dado un pase de salida porque el Cónsul deseaba verlo su preocupación cambio a asombro.

Anthony suspiró.

—Necesito hablar contigo —respondió—. Sé que no te gusta mucho tocar el tema de Hope pero, fuera como fuera, era tu hermana.

—Jamás he dicho lo contrario, Anthony —dijo Gabe. Anthony se levantó y camino hacia una mesilla junto al librero. Abrió una de las gavetas y sacó una pequeña caja de madera. Anthony caminó a Gabe y se la tendió.

—Ella dejó esto en su habitación en el Instituto —dijo Anthony—. La encontré unos meses después escondido en un agujero en la pared. Había dos notas, en una me pidió que te diera esto antes de que cumplieras diecisiete, la otra era para ti.

Gabe miró impresionado la caja, lentamente la tomó y la abrió. Dentro de la caja de madera, acomodada entre una almohadilla de terciopelo color azul zafiro, había una daga de lo que Gabe reconoció inmediatamente como adamas bañado en plata, tenia el brillo familiar del adamas, aunque incluso en la luz del atardecer, el brillo de la hoja era un poco más visible que en los cuchillos serafín. Pero en el centro de la hoja, entrelazadas con el símbolo familiar de los Herondale, estaban grabadas en oro negro las iniciales G. J. H. M.

Gabriel Jonathan Herondale Morgenstern.

—Recuerdo esa daga —dijo Anthony—. Ella la compró cuando vinimos a Idris en la última firma de los Acuerdos. Más no recuerdo que tuviera ese grabado.

—Es increíble —dijo Gabe impresionado—. ¿Por qué brilla así?

—Algo me dice que es fuego celestial —respondió Anthony

—Gracias.

Anthony le tendió la carta de Hope y luego desvió la mirada hacia la ventana.

—No me agradezcas a mí —dijo el mayor—. Díselo a ella, donde quiera que este.

Gabe se fijo en el tapiz en el honor a Hope mientras dejaba el Gard.

---------------------------

Sophie caminó directamente a su casa luego de salir disparada del Gard, el comentario de su hermano había sido muy fuerte para ella. Haber crecido sin una madre había sido duro, aunque Clary siempre estuviera allí para ella, no era lo mismo.

Luego de caminar unas cuantas cuadras se arrepintió de haber salido de la Academia sin un abrigo, el uniforme era bonito, más no muy útil en el invierno. Se dijo a si misma que buscaría la manera de conseguir una buena chaqueta a juego con los colores del uniforme justo cuando tropezó con alguien.

—Lo siento ¿estás bien? —preguntó Thomas Lovelace mientras sujetaba a la chica del brazo para evitar que se cayera, haciendo que ella se apoyara contra la pared. Sophie se quedó paralizada, frente a ella estaba el chico por el que llevaba años suspirando. Thomas le dio su clásica sonrisa de medio lado, haciendo que sus ojos azules se arrugaran un poco en las esquinas. Sophie sintió como las piernas se le hacían gelatina—. Parece que este frío te ha afectado un poco. ¿Estás bien?

—Eh, si —respondió Sophie intentando no verse patética. Él todavía sujetaba con una mano el brazo de Sophie, mientras que la otra estaba en la cadera de la chica. La tenía acorralada contra la pared y estaban tan cerca que Sophie podía ver el aliento del chico salir en forma de pequeñas nubes de su boca entreabierta. Thomas sonrió aún más y Sophie hizo uso de todo su autocontrol para no suspirar cuando el chico se mordió el labio.

LLS #2 Ciudad de las Sombras del Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora