#19 Una boda

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La mano de Kikyu recorrió la cicatriz lentamente alrededor de su contorno, formando la extraña figura que parecía una araña, él se mantenía con los ojos cerrados sintiendo la delicada mano femenina acariciar esa parte de su cuerpo, otro lo odiaría, pero él no era de esos hombres acomplejados, esa cicatriz solo le habían abierto los ojos, desde ese momento se juró ayudar a Inuyasha, aunque no quisiera, él no tenía una madre que lo guiara o aconsejara, su padre pese amarlo, había volcado su mundo a su madre Kagura, quien solo lo utilizo para obtener estatus, cuando todo aquello paso su madre fue tan severa que por su culpa Inuyasha fue enviado a una escuela militar, donde se volvió más frio, distante y egocéntrico, por ello él decidió dejar la casa al cumplir 18, solo pretendía hacerle más fácil la vida a su joven hermano, creyó hacer lo correcto, pero estaba equivocado, dejarlo solo enfrentando el dolor de ver muerto a su padre había provocado que Inuyasha se encerrara en sí mismo, sin importarle nada, ni nadie.

- ¿lo odias? -pregunto Kikyu besando su espalda.

-no, reo que pese a todo lo mal que actué nunca podría odiarlo de verdad, al fin de cuentas somos hermanos- murmuro Naraku.

-eres increíble, Inuyasha te hizo esto, intento matarte y de seguro haría más, pero tú solo lo justificas.

-él solo me tiene a mí, se encargó de matar sentimientos algunos en ti, en Kagome y en todos, pero yo… soy su hermano.

-al principio pensé que yo podría hacerlo cambiar, pensé que había logrado cambiarlo, pero él solo me engaño, fingió ser lo que quería para retenerme a su lado, no cambiara- menciono Kikyu y lo abrazo- aunque queramos, si pretendes que me quede con él, sabiendo que tú estarás con ella, estas mal, yo ya no siento nada por él.

-no te confundas- dijo y se giró para quedar frente a ella- que sea mi hermano no le da derecho de quedarse con lo que amo.

- ¿entonces? -fruncí el ceño-ya no entiendo nada- dijo apenada, recordando todo lo hablado hasta ese momento.

-no es necesario, yo me entiendo, tu solo déjate amar- respondió besándola.

Su lengua se unió al de ella, quería grabarse su sabor, así que exploro e inhalo su aliento de menta, la dejo respirar mientras él descendía con besos por su pecho, atrapo un seno con su boca lamiendo el contorno del pezón, para después deleitarse con la punta ya erecta por la excitación, ella gimió arqueando su cuerpo, de nuevo los consumía el deseo, sus ojos se dilataban de placer, mientras él quedaba más y más duro, mordisqueo el seno, masajeando al otro con su mano, pellizcando el pezón, paso a succionar en el otro, mientras jugaba el otro con su mano, una vez que dejo ensalivado el seno fue descendiendo entre sus pechos, lamio su ombligo, bajo a su vientre plano hasta meterse entre sus piernas.

- ¡oh DIOS! NAARAKUU…-exclamo con voz entrecortada.

Él delineo sus labios interiores con la lengua, dejando el botón mágico de último, la penetro con la lengua, mezclando saliva y fluidos vaginales, oliendo aquel aroma particular de mujer excitada, por fin se centró en crear círculos en el botón rosado, ella se retorcía apretando la sabana, mientras sus piernas intentaban cerrarse para parar aquel mar de sensaciones, que habían logrado sacarle algunas lágrimas de placer, al contraerse y explotar maravillosamente, dejando salir los líquidos vaginales que él recogió con su dedo y saboreo sin quitarle la mirada de encima, ella enrojeció ante el acto, ese hombre era dinamita pura, su mirada bajo al hinchado pene, la cabeza de este ya húmedo por su propio líquido, deseaba adentrarse en ella, su deseo de sentir tremendo miembro fue tan grande que ella se incorporó poniéndose de perrito, quería sentir sus bolas chocar con su trasero, quería sentirse una de esta forma tan primitiva, íntima y salvaje.

-sabes que difícil fue mantener a los hombres lejos de ti en Hawái al portar diminuto traje de baño, tu trasero es una maldita tentación- susurro con ojos rojizos por el deseo.

A raíz de una TRAICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora