Un alma que vuelve a sentir.

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¡Abuelita!-. Camila no pudo contener las lágrimas en ese instante. Su abuela permanecía sentada viendo televisión como si todo estuviera bien a su alrededor, ajena totalmente a la situación por la que estaba pasando.
Camila había esperado varios días para poder verla ya que Shawn quería estar seguro de poder confiar en ella. Cada día aunque fuera a cortar el plazo en el que por fin pudiera verla se sentía como un martirio interminable con el cual debía combatir.
Su voz se cortó cuando quedó de rodillas atenta a la tierna mirada de la anciana que la miraba sonriente y con ojos brillantes y entrecerrados.

- Mi niña hermosa, ¿Dónde te habías metido, eh?, Estuve muy preocupada Karla-. De un segundo a otro cambio el ceño a uno fruncido mostrando una evidente molestia.

Como pudo Camila sonrió con sus labios temblando y su respiración desnivelada. Sus manos temblaban en el regazo de la anciana y su felicidad no cabía lo suficiente sobre su pecho. Estaba tan al borde que apenas podía contener tal emoción.
Paso sus brazos sobre la cintura de su abuela y la abrazó con fuerza sintiendo el contacto lo bastante fiable para estar segura de que no volvería a perderla.
Estaban juntas una vez más y ella no dejaría que nadie se lo impidiera de nuevo.
Si había sangre por derramar no lo pensaría ni dos veces.

- Soy Cami, abue. Tu nieta. Perdón, perdón... Yo no... Perdón-. Balbuceo conteniendo los sollozos que amenazaban con salir de su boca. Sus manos temblaban y nunca antes se había sentido tan nerviosa e inestable como se encontraba en esos momentos.

Su abuela acaricio su cabeza  tratando de transmitirle paz y comprensión. Y aunque la anciana no fuera conciente del todo u a parte de ella era capaz de transmitirle mucho a Camila y era una conexión que ambas tenían siempre. El estar separadas dolía y el que ahora se tuvieran de frente parecía de nuevo un rayo de luz en la interminable penumbra que las acechaba.
Dejo esconder su cara entre sus piernas mientras dejaba salir algunas cuantas lágrimas contenidas.
Era como volver a casa.
Los abrazos de su abuela eran su hogar.
Y no se permitiría volver a perderla.
No se volvería a perder de su hogar.

- Tranquila mi niña, todo está bien, ¿Qué pasa cariño?, ¿Otra vez una pesadilla?-. Susurro preguntando la anciana con deje de preocupación, y el repentino cambio de conversación difundió en Camila más nerviosismo ya que los cambios en la mente de su abuela de un esado a otro eran más recurrentes y con mayor frecuencia que antes. Lo que indicaba que la enfermedad se estaba acelerando y terminando con ella.
Todo se complicaba y el nudo en su garganta se cernía más sobre su cuello al punto de ahogarla en completo estrés.

- Abuela....-. Con el nudo envuelto con fuerza le era casi imposible articular palabra alguna. Quería explicarle a su abuela todo lo que pasaba pero eso tan solo la confundiría a un más y su mente sin medicamentos se volvía la mente de un bebé quién no conocía el razonamiento y las circunstancias.
Era como empezar de nuevo desde el punto de partida.

Camila simplemente dejo salir un suspiro y volvio a  hacerlo.

- Abuela, tenemos que hablar.

La anciana con gesto de preocupación frunció el ceño.

-¿Sobre qué pequeña?

- Sobre todo. Hablaremos sobre todo.

Después de relajarse y platicar un momento Camila paso a dejar su abuela en su habitación, la cual lucía de los más cómoda de lo que ella había imaginado con un toque acogedor y tranquilo, lo suficiente para que su abuela estuviera de los más complacida.  Había hablado de ciertos detalles con ella aunque se mantuvo ocultando otros tantos para su seguridad y desconcierto ya que apenas con lo poco que le había contado la anciana pudo entender, entrar en detalles la dañaría y lo última que Camila quería hacerle era sufrir y confundirla en el caos que se encontraban envueltas. No reconoció el lugar en el que estaban ya que Shawn opto por tapar sus ojos con un pañuelo durante el transcurso al sitio ya que según él era protección para ambas y el que supiera del paradero del departamento era demasiado arriesgado por si las cosas cambiarán de rumbo a uno más peligroso.
Pero su mente regreso al recordar en quien le había abierto la puerta, pues era a la última persona que se imaginaba encontrar en ese momento.

SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora