Mentiras

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Parte 1.

Grave.
¿Podría siquiera respirar después de escuchar esas 5 letras que aunque fueran pocas se sentían de lo más pesadas y peligrosas.
Camila permanecía aferrada al marco de la ventana que revelaba a la anciana sobre una cama con varios tipos de aparatos que la ayudaban a respirar.

Por lo poco que había alcanzado a escuchar después de la larga charla que el médico le había citado solo podía reconocer algunas palabras como Neumonía, grave, máquinas de respiración y observación.

¿Cómo es que había acabado en ese lugar y en esas condiciones? Cuando días atrás estarían sanas y a salvo.
¿Existiría alguna vez la luz para ambas?
Dejó algunas lágrimas correr por sus mejillas mientras veía a través del cristal a la anciana.
¿Por qué tenía que ser así? Cada minuto lo paso lamentándose las terribles decisiones que había tomado y el rumbo que llevaba su vida ahora.
¿Alguna vez se lo perdonaría?
No podía evitar culparse por todo.

-¿Qué te apetece comer ahora cariño?-.
Preguntó su abuela en su recuerdo. En esa ocasión ambas se encontraban cubiertas de tierra ya que esa tarde habían planteado algunos rosales a la nueva casa que se habían mudado. Camila seguía sin entender por qué tenían que estar en diferentes casas y viajar de un lado a otro.
Existió el tiempo en el que no le importaba ya que entendía de todo muy poco y viajar se convertiría en su pasatiempo favorito ya que había visto tantas cosas que no llegaba a cansarse.

Galletas de platanitos!-. Chillo la pequeña revelando un hueco entre sus dientes. Estaba feliz y entusiasmada, ya que las galletas de plátanos que su abuela le preparaban eran sus favoritas.

- Pues galletas de platanitos serán-. Después de darle un baño y estar limpias entraron en la cocina y comenzaron a prepararlas.

-¿Abuela?-. Preguntó la pequeña Camila a la mujer mientras hacía pequeñas bolitas de masa entre sus manos.

-Dime, dulzura-. Respondió la mujer.

-¿Por qué no viene mami?-. Levantó su vista hasta su abuela y la mujer se detuvo un momento a pensar.

-Por que tu mami, ella... Ella te tiene una sorpresa Cami. Pero por ahora estamos las dos solas y yo cuidaré de tí y estaremos juntas esperando a que ella venga.

Su abuelo había muerto años atrás cuando recién habían llegado al continente americano. En ese tiempo las cosas se habían tornado difíciles, la abuela trabajaba mucho y por las noches lloraba de igual forma. Si bien al principio no lo entendía del todo ahora admiraba todo lo que su abuela había enfrentado sola, el hecho de seguir adelante con su nieta, trabajar por ambas y la perdida de su esposo y su hija. Era una mujer fuerte que afrontaba todo y se esforzaba por ambas.
¿Cómo podía sentirse bien consigo misma cuando no le pagaba a su abuela con la misma moneda?

-¿Tú y yo juntas abuelita?-. Sonrió la pequeña.

-Nunca te dejaré sola mi amor, jamás-. Prometió.

Ahora esa promesa se escuchaba tan rota y dañada que Camila no podía evitar sentir el dolor al recordarlo.

- Ella estará bien querida. Es una mujer fuerte-. Escucho la voz de Rosa mientras una mano tocaba su hombro.

- Es mi culpa-. Logró hablar entre sollozos-. Si yo no hubiera regresado nada de esto estaría pasando. Ella no estaría aquí, así-. Su voz se rompió cuando miro a las máquinas que hacían a su abuela respirar.

- No digas eso niña, nada de esto es tu culpa-. Ella estará bien, te lo aseguro-. Ya no podía confiar en las promesas ya que estás se habían vuelto huecas y sin importancia para ella.

SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora