Hora de la fiesta

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La brisa que volaba por el lugar siendo fresca y con ese toque húmedo que se desprendían el mar y la arena.
Era sinónimo de un verano relajante y trasnochado.
El lugar se encontraba lleno de enormes contenedores de metal que servían prácticamente como cortinas de humo, ya que la exportación legal de algunos productos comerciales era una idea para no parecer de lo más sospechoso.
Las ondas y las olas chocaban unas con otras por lo producían un ruido de lo más relajante a lo lejano mientras en el muelle el ambiente se tornaba de lo más tenso y desconfiado.
Las miradas eran deductivas además de que los movimientos parecían  calculados y rígidos.
Debajo de los pies la madera crujía y el agua golpeaba con fuerza. La luna desprendía una gran iluminación desde lo alto apoyada de la luz que revelaban las lámparas alrededor de las cabezas de los presentes.
Shawn, Calum y Jeff permanecían por separado. Cada uno situado en un punto mientras que los otros siete traficantes se encontraban alineados con pistola en mano a excepción de uno.

- Entonces, ¿A quién esperamos?-. Hablo el sujeto de cara cicatrizada y acento italiano.

- A unos amigos, los puertorriqueños ¿Los recuerdas?-. Calum dió una calada a él cigarrillo y lo retuvo sobre su boca.

- Ahhhhh, por supuesto -. Para ser un hombre con un aspecto de lo más intimidante y peligroso resultaba tener un aire animado y un humor de lo más relajado-. ¿Apeteces un poro hombre?-. Saco una cajetilla de cigarros de su bolsillo y le  ofreció a Shawn.

- Estoy bien -. El castaño se mantenía con los brazos cruzados, su espalda apoyada a uno de los faroles, con el cabello volando con el viento, expresión seria y con su vista perdida en el mar.

Se sentía extraño y con una inquietud que de alguna manera que no podía explicar.

- Y a ti que te pasa, ¿eh? Haz estado muy callado-. Jeff se postro a un lado de él con el cabello moviéndose en direcciones diferentes gracias a la brisa y un hoyuelo en su mejilla izquierda.
Sus ojos cafés inspeccionaban cualquier reacción que Shawn pudiera mostrar.

Shawn, sin ganas de contestarle y sin mirarlo lo ignoro. Jeff nunca había sido de su agrado y el hecho de que lo tratará en ocasiones como si fueran amigos de toda la vida lo definía como sarcasmo y arrogancia.
Características irrefutables de su personalidad.

En pocas palabras se podría decir que Jeff para Shawn era como un grano en el culo que quería eliminar.
Y si tenía oportunidad de hacerlo, lo haría.

- Se que te cabrea que esté aquí, pero hombre. Soy el mejor en estos tratos, acéptalo-. Esta vez su rostro paso de un discreto y minucioso hoyuelo a una amplia y despampanante sonrisa de autosuficiencia.

Shawn se mantuvo callado concentrándose solamente en su respiración. Perder el tiempo hablando con él no estaba en su lista de actividades.
Solo quería hacer el trato.
Llevarse la mercancía consigo y volarle los sesos a Vitorino.

- ¿Sabes que es mejor que toda esta mierda?, mi pistola en tu polla. Me gustaría ver cómo esa mierda te explota y te borra esa estúpida sonrisa de la cara-. Shawn se giró algunos centímetros de Jeff y lo miro de mala gana.

La carcajada de Jeff no tardó en explotar y llamar la atención de los otros hombres, pero voces con acento peculiar desviaron las miradas hasta dos hombres delgaduchos y con maletas en las manos.
Uno de ellos tenía la cabeza totalmente rapada mientras que otro cubría su frente con un pañuelo amarillo.
Sus delgados brazos se encontraban cubiertos de tatuajes con imágenes referentes a cráneos y compartían el mismo estilo de ropa a diferencia del color.

- Buena noche gringo de mierda.- Ambos sonrieron mientras se acercaban a la luz revelando sus rostros que para Shawn resultaban de lo más familiar.

SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora