Capítulo 18. ¿Quién le coqueteaba a la abuela?

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- Que no me estaba coqueteando, viejo loco.

Supongo que no recordaba parte de nuestra luna de miel, hasta ahora, ya que hacia mucho tiempo que había dejado de hablar de eso.

- Oh que las hilachas. Que sí.

- ¿Quién le coqueteaba a la abuela, Tete?

Renata se dejo caer en los sillones de la entrada y miró con atención a su abuelo, quien comía cacahuates mientras hacía corajes conmigo. Estábamos todos sentados en la sala queriendo ver una película, obviamente no podíamos porque Bruno y sus celos no dejaban de hablar de lo mismo.

- Nadie, cariño, tu abuelo solo dice ton...

- No, cuéntale bien a la niña, mujer -entrecerró los ojos y me miró como si fuera la peor esposa del mundo. Suspiré y comencé a contarles ese día.

Bruno quería evitar por completo el restaurante donde trabajaba Armando, decía que ese solo quería quitarle a su esposa y no estaba dispuesto a bajar la guardia. Tuvimos que ir al otro restaurante; el cual era del mismo estilo que el otro, buffet, por suerte esta vez casi no había gente, supuse que se irían al otro restaurante. Así que Bruno y yo pudimos ir a elegir nuestra comida juntos.

- Me estoy ahogando aquí y nadie viene a traernos alguna bebida -miró a su alrededor. Al no ver a nadie, se levantó- Cariño iré por algo yo mismo, ¿te traigo jugo de naranja?

- Por favor.

- Bien, ya vuelvo -besó mi cabello y se fue tarareando una canción.

Después de unos minutos, terminé mis hot cakes dejando a un lado el plato. Estaba muy hambrienta, no pudimos bajar antes a desayunar antes ya que Bruno se había quedado despierto hasta tarde viendo las películas de Harry Potter y yo, como la excelente esposa que era, lo había esperado. Iba a tomar un poco de la fruta con yogurt que había preparado cuando escuche a lo lejos la voz de mi esposo.

- ¿¡Nos estás siguiendo?!

Resoplé. Eso era señal de que algo malo venía.

Me levanté rogándole a Dios que no se hubiera metido en problemas. Me guíe por los murmullos de la poca gente que había alrededor hasta que llegué a donde estaba él...y Armando.

- Por tercera vez, no, no los estoy siguiendo, el hotel necesitaba a alguien aquí y todos los empleados nos turnamos para hacer de todo.

Suspiré y me acerqué a Bruno, quién tenía la mandíbula apretada, brazos cruzados y ceño fruncido.

- ¿Todo bien aquí?

- Buenos días, señorita...Me parece que sí, todo bien aquí.

- Este cree que no sé lo que está haciendo, solo quiere estar cerca de ti.

Miré con el ceño fruncido a Armando, quien levanto las manos en señal de inocencia, luego a la gente que empezaba a agruparse a nuestro alrededor y por último a Bruno.

Me acerque con cautela a este último, sabía que podía ser muy celoso, pero nunca había hecho una escena de celos así, en mi defensa, era raro que le llamara la atención a alguien. Así que no sabía qué hacer en estos casos.

Toque sus hombros, inmediatamente relajo la postura un poco, sin dejar de estar a la defensiva.

- Cariño, creo que estas exagerando un poco. Además me muero de hambre y quiero ir a la playa un rato con mi esposo -hice énfasis en esto último-, así que, ¿podemos irnos? -intenté llamar su atención tomando su mandíbula y volteándolo hacia mí.

Me miró y por fin dejó de fruncir el ceño para asentir y voltear hacía Armando.

- Deja de comértela con los ojos y dame mis bebidas, mierda.

Miré a Armando también, quien sacudía su cabeza y servia de manera rápida y ágil ambas bebidas. Bruno tomo ambas bebidas y se dio media vuelta, no sin antes darle una mirada de advertencia al mesero y hacerme un gesto para que lo siguiera. Suspiré y le susurré una disculpa a Armando.

- No se preocupe, me pondría de la misma manera de tener una esposa tan bonita.

Negué con la cabeza mirándolo mal. Este hombre empezaba a inquietarme, esto nunca me había pasado. No me mal entiendan, había estado en relaciones antes, pero nunca había pasado que me hicieran una escena de celos o me protegieran igual que Bruno. Solo éramos mi pareja y yo, así que siempre había sido fácil.

Hasta ahora.

Le di una sonrisa forzada al mesero y me fui detrás de Bruno. El resto del desayuno estuvo bastante tranquilo.

Después del incidente decidimos salir del hotel a caminar. Visitamos varios lugares, comimos fuera y tomamos muchas fotos. Nos habíamos divertido bastante, estar con Bruno era así; divertido, refrescante e inolvidable. Mientras lo miraba reírse echando la cabeza hacia atrás de algo que le había dicho, me pregunte qué era lo que había hecho bien para merecerlo a él, me hacía sentir única, la mujer mas feliz del mundo.

A pesar de que nunca busque a mi media naranja, pues ya me consideraba la naranja completa, Bruno llegó a mostrarme un lado de la vida que jamás habría visto yo de no ser por él. Era increíble como una sola persona podía poner tu mundo de cabeza sin notarlo.

Así pasó el día, él impresionándome más y yo dejándome llevar por toda la felicidad que ese hombre podía ofrecerme.

Al volver al hotel decidimos darnos un baño y bajar a cenar en el único restaurante abierto en ese momento.

Tomamos una mesa cerca de la salida y fuimos por nuestra comida, todo iba bien, parecía que todo estaría bien hasta que tuve que ir al baño. De regreso a la mesa, divisé una figura femenina charlando con Bruno, era una mesera, de cabello castaño y de estatura baja.

Fruncí el ceño, acercándome más a la mesa cuando una mano en mi codo me obligó a parar. Seguí el brazo de la persona, encontrándome con Armando.

- Oh, hola. -nerviosa, le sonreí. Sabía de sobra lo que Bruno pensaba sobre él y lo que menos quería era hacer otra escena aquí.

- Señorita, buenas noches. ¿Le está gustando el lugar? -me devolvió la sonrisa con lo que creo, era coquetería.

Puse distancia entre ambos y me acomodé el cabello.

- Dime Abby, por favor. Y sí, me está gustando.

- Me alegra, Abby. -se quedó mirándome a los ojos por un momento hasta que sacudió su cabeza y alzó un plato con un pedazo de pastel en él- Mira, lo guardé para ti, es el mejor del hotel.

- Ah, muchas gracias, solo que necesitaré otra rebanada para Bruno. -la verdad es que no había notado el pastel hasta que lo puso enfrente de mis ojos.

- Claro que necesitará una rebana más para su ESPOSO. -Cerré los ojos, pidiéndole al cielo que no armara una escena.

Bruno puso su brazo alrededor de mis hombros. Cosa que me molestó, ya iban dos ocasiones en las que se comportaba así, sabía que sentía celos, pero no tenía que comportarse tan cavernícola. Sacudí los hombros y me lo quité de encima mirándolo mal.

- Haber, ya estuvo bueno. Vamos a dejar las cosas claras -cruce mis brazos señalando a Armando con un dedo- Tú, no tengo idea de si me estas coqueteando o no, pero tengo esposo y deberías respetar eso. -giré levemente, apunte con el mismo dedo y clavé mis ojos en Bruno- Y tú, deja de celarme así, puede que este hombre me coqueteé, pero eres mi esposo. Eso debería significar más que cualquier rebanada de pastel. Ahora, si me disculpan, par de cavernícolas, me comeré esto en la habitación. -tomé la rebanada de pastel y me di la vuelta- Permiso.

Y me fui de ahí con las miradas de ambos hombres en mí.

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Nuevo capítulo, que lo disfruten 😉

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Con mucho lof, K.❤🤞

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